Capítulo 12

2.9K 278 5
                                    

Se alisó el vestido con las manos. Ya no tenía muchos vestidos, la mayoría los había regalado a medida que había pasado el tiempo, y a medida que se daba cuenta de que sus coquetos atuendos citadinos no tenían nada que hacer ni en su campo ni en el pueblo. Se había quedado con un par, a los que le tenía cariño, y otro tanto que le servían para algunas ocasiones especiales. Y esta era una ocasión especial. Algo se movió en su estómago al pensarlo.

En su cuarto, frente al espejo, él se pasó las manos repetidamente por el cabello, peinándolo hacia atrás con los dedos. Nunca se peinaba, y cuando lo hacía pensaba que se veía raro. Maldijo nervioso mientras rastrillaba su melena húmeda una y otra vez, y pensó cuándo había sido la última vez que había estado nervioso en una cita. No podía recordarlo.

Laura estaba sentada en el porche cuando él salió por la puerta principal. Iba vestida de blanco, y el aire fresco de la noche le movían el pelo y la falda como en una breve exhalación. Giró su cabeza cuando él salió, y le dedicó una larga mirada, y, a los ojos de cualquiera, una imperceptible sonrisa. Para él, sus sonrisas ya no eran imperceptibles.

-¿Estás listo? -le dijo. Él asintió con un movimiento de su cabeza, y bajaron del porche, hacia la camioneta. -¿Quieres manejarla? -le dijo Laura, dudando de lo que acababa de decir. Definitivamente el tipo no tenía idea de vehículos, pero a juzgar por la alegría con la que la miró, le gustaba su reluciente camioneta blanca y se deshacía en ganas de manejarla. Era una camioneta vieja, pero ella había logrado dejarla como nueva con la ayuda del mecánico del pueblo. Sus cromados y su nueva pintura blanca resaltaban con los reflejos de la luna. Le arrojó las llaves en el aire, y Tom rodeó el vehículo para sentarse del lado del acompañante.

El aire era pesado dentro del vehículo, una mezcla perfecta de tensión sexual y espectativa. Laura estiró su mano y prendió el estéreo. La voz de Day comenzó a cantar "Forever mine".

..."My heart has been a chessboard,

making moves and losing out.

Played so many times before,

and there ain't nothing to brag about.

But this must be a new brew.

When you're gone I'm singing Blue Moon.

You turn me all the way around"...

Laura se sonrojó hasta sentir que la cara le explotaba. Escuchó la letra atentamente y sintió que la aterciopelada voz estaba develándole al mundo su interior sin su consentimiento. Tom se giró y la miró mientras tomaba el volante con una mano, el corazón acelerado. Se sentía dichoso en esa camioneta, con esa mujer, con esa música envolviéndolos mientras zurcaban la carretera oscura, mientras se adentraban en la oscuridad absoluta. Sentía calma.

No dijeron nada en el camino. El silencio los envolvía, pero cada uno comenzó a sentirse cómodo en su silencio.

-Gira aquí -finalmente Laura le indicó con el dedo una calle iluminada con luces amarillentas, salpicada a los costados por casas pequeñas, que poco a poco se fueron haciendo más constantes. -Bienvenido a nuestro pueblo -le dijo sonriendo.

-Es muy lindo. Muy lindo de verdad -Tom miraba por las ventanillas el hermoso lugar, y Laura se regocijó al saber que le gustaba.

Era un prolijo pueblo de casas bajas, jardines floridos y árboles frondosos, que durante el día debían dar un hermoso marco a todo el lugar. La zona comercial apenas ocupaba unos cien metros hacia ambas manos. A esa hora todos los establecimientos estaban cerrados, pero a lo lejos, Tom divisó las luces de colores y supo que era el bar del pueblo.

-Veo dónde está la fiesta -le dijo guiñándole un ojo.

Laura se tensó en su asiento. Tomó aire y le habló.

-Yo... Mira, yo no soy una visitante asidua del pueblo. No vengo muy seguido. Y nunca di que hablar, salvo cuando me mudé sola, siendo muy joven -Laura hablaba sin mirarlo, restregándose las manos.

Tom estacionó la camioneta y se giró sobre el asiento para mirarla de frente, frunciendo el ceño.

-¿Qué significa eso?

-Significa que nadie en el pueblo nunca me ha visto con un hombre.

-¿Y se supone que eso es bueno? -le dijo, apoyando su brazo derecho en el respaldo del largo asiento delantero. La punta de sus dedos casi podía tocar los hombros desnudos de Laura, y sentía la imperiosa necesidad de hacerlo, pero se contuvo.

Laura permaneció callada. Y él quería abrazarla, decirle que todo iba a estar bien, que sólo iban a tomar unas cervezas y divertirse, y que lo que dijera la gente lo tenía sin cuidado. Quería decirle que él estaba ahí para ella, que podía cuidarla, que podía hacer que el famoso "que dirán" fuera lo último en lo que tendría que pensar esa noche. Pero no pudo. Sólo levantó su mano y le acomodó un mechón de pelo detrás de la oreja.

-Sólo vamos por unas cervezas, a escuchar un poco de música y relajarnos, ¿te parece bien? Si eso te incomoda puedo simplemente girar y... -hizo el ademán de encender nuevamente el motor, pero ella lo detuvo.

-No... no, claro que no. Está bien -dijo ella, apoyando su mano en el antebrazo de Tom.

Para ella era un gran paso. Sólo aparecía por el pueblo cuando necesitaba hacer compras o vender sus productos. Una vez a la semana le era suficiente. Cada quince días era ideal. ¿Que dirían al verla aparecer esta noche, con un coqueto vestido y un hombre desconocido a su lado? ¿Que pasaba si los veía Billy? Billy había estado interesado en ella desde que llegara al pueblo. Ella había tratado de ofrecerle su amistad, pero no había tenido éxito. Él quería más. Había tratado de ignorarlo durante un tiempo, e incluso se había enojado con él hasta el cansancio tratando de explicarle que no estaba interesada en tener ninguna relación, ni con él ni con nadie. Y sin embargo el siempre estaba ahí, cuando lo necesitaba y también cuando no lo necesitaba. A veces su compañía era bienvenida, otras era agobiante y la sofocaba, porque sabía que detrás de su compañía se escondían sus deseos de tenerla, de hacerla su esposa, como hacían los hombres del pueblo. Ella no necesitaba ser una esposa. Se había dicho a sí misma que no quería estar con nadie, que no necesitaba estar con nadie. El amor había pasado por su vida dejando a su paso un huracán de destrucción, una llanura seca y vacía en su interior. ¿Que hacía entonces caminando al lado de Tom, en esta noche estrellada, dispuesta a enfrentarse a quienes estuvieran en el bar, a sus miradas, a sus cuchicheos?

Tom se sentía orgulloso y esperanzado. Quería estar con ella, relajarse y disfrutar de esa noche estrellada con su compañía. Charlar, averiguar un poco más de lo que sentía, de lo que le pasaba, de su vida y su rutina, sus por qué. Encontraba a Laura fascinante, y sus pocas palabras hacían que quisiera conocer más y más de ella. Nada era suficiente. Pero ¿que pasaría cuando tuviera que irse? Porque en algún momento tendría que volver a la ciudad, enfrentar sus problemas, solucionarlos quizás. Sacudió la cabeza y alejó los pensamientos de su mente. Sólo le importaba esa noche, compartir con ella unos tragos y, con suerte, un baile.

EscondidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora