Capítulo 16

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Los días pasaban teñidos con el mismo tono de gris, uno tras otro. No quería flaquear, no se dejaba caer, y el fuego en su interior seguía prendido, no importaba cómo ni contra qué. Después del incendio todo había dado un vuelco, un maremoto que había revuelto su tranquila vida. A decir verdad, el maremoto había comenzado aquella tarde en que lo encontró a Tom al costado de la ruta, caminando pesadamente bajo el sol. Sacudió la cabeza, no quería ni siquiera pensar en él.

Él se había ido después de ayudarla a acomodar un poco la devastación que había dejado el incendio. Se había ido sin dar muchas explicaciones, un mar de palabras sin sentido mientras armaba su bolso. Cierto es que su auto estaba listo hacía un tiempo, y cierto que su visita siempre había tenido fecha de caducidad. Una visita que ni siquiera había tenido que ser.

La gente del pueblo la ayudó después de aquella fatídica madrugada en la que sus frutales ardieron, y a pesar de que a ella le costaba aceptar la ayuda, la había recibido con infinito agradecimiento. Sabía que sola no podría salir adelante, y debía aprender a la fuerza a dejarse ayudar, a aceptar de los demás esa ayuda tan valiosa. Todos los días se levantaba con el alba, y poco a poco removía de la tierra negra los troncos quemados, arrancando las raíces, rescatando algunos brotes para poder regenerar sus árboles, volviéndolos a plantar. La mitad de ellos habían sido alcanzados por el fuego, destrozados. La otra mitad llevaría años de crecimiento y cuidados para volver a ser lo que eran. No tenía los recursos para comprar nuevos árboles, ya adultos, por lo que se había hecho la idea de que le llevaría muchos años volver a tener lo que tenía antes del fuego.

Pensaba en Tom, soñaba con él, despierta y dormida. Su mente volvía una y otra vez a los días que habían vivido juntos. Había llorado por él, y se castigaba por eso una y otra vez. Supuso que todo había sido demasiado para él. Billy, el fuego, el campo, el pueblo, ella... Ella no era fácil, y quizás él simplemente se había rendido, se había aburrido, y había escapado de la mejor manera que pudo. Fue un pasatiempo de verano, justo lo que él necesitaba cuando lo encontró aquella tarde. Y ella había comenzado a disfrutar de él, permitiéndose compartir su vida, su día a día, sus secretos y sentimientos. Se había acostumbrado a su presencia, a sus carcajadas, a las cervezas en el porche. Y todo se había ido, como las frutas de sus árboles bajo las llamas abrasadoras. Al fin y al cabo ¿no había sido eso? Un fuego abrasador que pasó rápidamente, dejando un campo solitario en su interior.

Laura sabía que Billy había iniciado el fuego. Borracho y dolido, aquella noche luego del bar se había metido en su campo y se había vengado matando lo que ella más cuidaba: su campo. Porque sus árboles eran su nueva vida, su logro como mujer independiente. Y él odiaba verla tan autosuficiente.

Nunca encontró las pruebas para incriminarlo. Pero Billy nunca más volvió a acercársele, y fue el único habitante de todo el pueblo que no la ayudó.

...

La mañana en que dejó el campo, manejó por el camino de vuelta a la gran ciudad tan rápido como el auto se lo permitía. Era un hombre con una resolución, y quería llevarla a cabo tan rápido como pudiera.

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