Laura estaba cansada de sentirse intimidada por Billy, y plantearle su punto la había hecho sentir tan bien, que volvió a la mesa sintiéndose poderosa. Se sentó cruzando las piernas, volviendo a tocar con su pie las piernas de Tom.
-¿En qué estábamos? -le dijo, tomando una gran bocanada de aire y enderezando los hombros.
Tom la miró intensamente a los ojos. El bar se inundó con la voz de Sam Cooke.
..."I go to the movie and I go downtown.
Somebody keep tellin' me don't hang around.
It's been a long, a long time coming
but I know a change gonna come, oh yes it will"...
-Estábamos en la parte en la que te invito a bailar -le contestó Tom, levantándose de su silla y extendiéndole la mano. Laura lo siguió con la mirada y la tomó, sintiendo como la atravesaba el calor de sus dedos en los suyos.
Tom guió el camino hacia la oscura pista, donde un par de parejas bailaban lentamente, y cuando llegaron, la tomó firmemente de la cintura, presionándola con sus dedos. Entrelazó su otra mano con la de ella, y pegó su cuerpo al suyo, comenzando a moverse lentamente al ritmo de la canción. Laura lo siguió, apoyando su mejilla en el hombro. Sintió su olor, su perfume, la tibieza de su piel a través de la tela de la camisa. Tom bajó su cara hasta la de ella, y sus bocas quedaron cerca, muy cerca.
-Eres una mujer increíble. Y lo sabes -le susurró casi en los labios.
-No, no lo sé -Laura bajó su mirada, avergonzada. Él buscó sus ojos nuevamente con los suyos, y le habló, mirándola de frente.
-Pues si no lo sabes, déjame que te lo diga. Lo eres. Y te admiro por muchas razones.
Laura sacudió la cabeza. Odiaba recibir halagos. No sabía como hacerlo. Movió su cabeza hacia un costado, mirando alrededor, y Tom tomó su barbilla entre los dedos, obligándola a mirarlo nuevamente, a sentir su aliento cálido contra los labios. Sus bocas estaban muy cerca, y a ella de pronto ya no le importaba dónde estaba ni quién podría mirarlos. No estaba haciendo nada malo. Miró a su alrededor. Conocía a ambas parejas bailando en la pista. Kathy y su marido, los dueños del almacén, le guiñaron un ojo cuando los miró. Hacia el otro lado, el doctor Bald y su mujer la saludaron con la mano. Más allá, Matt estaba acodado en la barra, mirándolos bailar mientras secaba unas copas y sonreía distraídamente. Y en ese momento sintió que era la única que se había preocupado por el qué dirán, y sintió que todo el pueblo apreciaba que ella, al fin y de una vez, saliera de su escondite y se atreviera a disfrutar. Levantó sus brazos y entrelazó los dedos en la nuca de Tom. Oh, Dios, amaba su nuca, y se permitió acariciar su cabello entre sus dedos.
Tom bajó ambas manos hacia su cintura, y la apretó contra su cuerpo. Quería que sienta lo que él estaba sintiendo, lo que la proximidad de su cuerpo le hacía al suyo. Su erección se apretó contra el estómago de Laura, que entreabrió levemente los labios húmedos, regalándole su aliento cálido en su boca. Se movieron al ritmo de la música mirándose uno al otro, como si nada más existiera. Había sentido el cambio en ella, la seguridad con la que se movió después de enfrentarse a Billy, y eso lo había hecho muy feliz. Deseaba que ella encontrara su felicidad, su liberación, que pudiera de una vez por todas mostrar al mundo la magnífica mujer que era, que todos vieran lo que él había descubierto en su breve estadía. Miró los labios de Laura y quiso besarla allí mismo, fundirse con ella, con su boca, con su cuerpo, y que nada más importara. Pero no sabía si ella lo aceptaría allí, frente a todos.
-¿Quieres irte de aquí? -le dijo Laura, y él no contestó. Sólo tomó su mano en la suya y la guió a través de la pista, y serpenteando a través de las mesas, salieron a la calle.
El aire fresco del verano les inundó los pulmones. La noche era clara y hermosa, el cielo estaba plagado de estrellas, más de las que Tom había visto alguna vez. Apretaba la mano de Laura en la de él con firmeza, y todavía tomados de la mano, llegaron al vehículo. Él la tomó nuevamente de la cintura, aprisionándola contra la puerta de chapa, y apoyó su cuerpo contra el de ella al tiempo que asaltaba con su boca los labios que había estado deseando besar. Laura dejó salir la punta de su lengua, y él la recibió con la suya, mezclándose en un profundo beso. El se movió contra ella, y sintió la firmeza de su pene en su estómago. Le encantaba lo que generaba en él, y la hacía sentir hermosa y deseada, y eso la liberaba. Se aferró a su camisa, tirando hacia sí. Quería sentirlo más cerca, más fuerte, quería sentir su piel sobre la suya, sentirlo dentro de ella como la primera vez.
Se separaron entre los gemidos ahogados de ella y la respiración agitada de él. Tom abrió la puerta de la camioneta y la ayudó a subirse, y, rodeando el vehículo, subió del lado del conductor. Sin decir una palabra, puso el vehículo en marcha y emprendieron el regreso hacia la casa.
La ruta estaba oscura, sólo la luz de la luna plateaba los campos y la cinta asfáltica. Dentro del auto el silencio era pesado, y Laura apretaba con sus dedos el asiento de cuero negro bajo sus piernas. Surcaron la ruta por unos minutos, hasta que Tom llevó la camioneta al costado del camino y detuvo el vehículo. Laura se giró para mirarlo, y lo vio inclinarse sobre ella, acercándola hacia sí por la cintura a través del largo asiento delantero, y ella tomó su cara con ambas manos, continuando el beso profundo que habían comenzado en el pueblo. Él apretó una de sus piernas y la obligó a pasarla por encima suyo, sentándola a horcajadas.
-Oh, por Dios. No creo que podamos... -alcanzó a decir ella, despegando brevemente sus labios de los de él.
-No me importa -le respondió, presionando sus labios nuevamente contra los de ella, callándola con sus besos. Subió sus caderas debajo de ella, frotándose contra sus piernas, deseoso de que en ese momento la ropa desapareciera entre ellos. Bajó su mano y buscó debajo del ligero vestido, y encontrando su ropa interior suave, se escabulló entre ella con sus dedos, regodeándose en la cálida humedad que encontró. Gruñó en la boca de Laura, que había bajado sus manos hasta su pantalón, tratando de abrirlo.
Se separaron brevemente, él la ayudó a abrir su cinturón y los botones de su jean, y ella lo liberó, recompensándolo con caricias arriba y abajo de su tronco duro y caliente. Los labios se unieron, se fundieron, se mordieron. Los gemidos de ambos se mezclaban, y la respiración era lo único que se escuchaba en medio de la oscura noche.
Tom sacó un pequeño paquete plateado de su bolsillo trasero, y con una mano y sus dientes rompió el envoltorio. Laura lo esperó, mirándolo a los ojos, ardiendo por dentro y por fuera. Él volvió a poner sus manos en la cintura de ella, y la elevó, posicionándola sobre su erección. Ella bajó lentamente, arqueando la espalda de placer, sintiéndolo avanzar dentro de ella centímetro a centímetro. Se unieron sus cuerpos, se acompasaron sus movimientos, y sus labios se buscaban incesantemente. Él bajó su vestido de sus pechos, dejándolos al descubierto bajo la luz pálida de la luna. Los besó, apretándolos entre sus enormes manos, y lamió sus pezones una y otra vez. Laura movió sus caderas, buscando la fricción que le proporcionaba placer, buscando en la mirada de Tom la aprobación que le dijera que él estaba disfrutando tanto como ella. Sus ojos se lo dijeron por él cuando aceleró el ritmo. Él relajó su cabeza en el asiento de la camioneta, y sintió sus dedos clavarse en sus caderas.
Un auto pasó a toda velocidad por la carretera, pero no les importó. Estaban tan cerca de explotar, de sentir, de fundirse en placer, que todos sus sentidos estaban allí, en ese pequeño espacio que los contenía. Laura se mordió los labios, conteniendo los gemidos que se escapaban desde su garganta.
-Voy a acabar... -alcanzó a susurrar entre dientes.
-Hazlo... quiero verte... -le susurró él, tomando el control con sus manos y marcándole el ritmo en sus caderas. Él bajó su mano hacia donde los dos se unían, y comenzó a acariciar su clítoris hinchado y húmedo. Sólo un par de movimientos bastaron para sentir cómo ella se deshacía en sus manos, cómo clavaba sus dedos en su nuca, cómo temblaba de placer sólo por él. Impulsado por los espasmos que el cuerpo de Laura le transmitían se dejó ir, lanzando un rugido sonoro que retumbó en la cabina de la camioneta.
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Escondidos
FanfictionElla vive sola en medio del campo, envuelta en la protección que le brinda su soledad. Él está huyendo de un presente caótico, que lo lleva a realizar un accidentado viaje y a encontrarse con ella. Una convivencia inesperada. Una amistad naciente. L...