Doce: ¡truenos!

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Anécdota: el nombre del capítulo viene de que acabo de escuchar un trueno ahora mismito :v

Silenciosamente, Gumball y Darwin salieron del sótano (con dificultad por la pierna herida) y acabaron en el salón. Allí los dos buscaron algo que hiciera el papel de muleta.

Encontraron una escoba, y quitaron la parte del cepillo.

—¿Eso vale? —Preguntó Darwin a su hermano.

—Sí. —Asintió conforme este, después de probarla.— Por lo menos me servirá para apoyarme.

Salieron igual de silenciosos de la cocina y llegaron a la sala de estar de nuevo. Abrieron la puerta que la separaba del exterior, pero lamentaron haberlo hecho.

Horror. Un trueno y un relámpago los sorprendió, y el agua cayendo a cántaros les empapó hasta los huesos.

—Esto... —Protestó el castaño.

Gumball oyó una puerta abriéndose, y titubeando empujó a su hermano fuera, y finalmente a él también. Cerraron la puerta y tomaron un camino contrario al que normalmente iban.

—¡No protestes! —Le cerró la boca a Darwin cuando se iba a quejar.— ¿Prefieres que nos quedemos con unos clones desconocidos?

—Ay, estoy tan confundido...

—Bueno, menos mal que no nos han seguido...

Los dos "corrieron" hacia el parque principal, rezando para que no los encuentren la familia de actores. Se escondieron debajo de unos árboles para refugiarse de la lluvia torrencial, y escondieron la cabeza entre sus brazos.

Menos de diez minutos después, una voz les sorprendió. Era aguda y parecía venir de una niña pequeña.

—Yo que vosotros no me quedaría allí. ¿Y si cae un rayo? —Chilló.

Gumball y Darwin se extrañaron al recordar cuánto se parecía a su hermana pequeña, siempre de listilla y mandona.

—¿Anaís? —Exclamaron al unísono.

—Mec mec. —Contestó ella negativamente como el sonido de los concursos de preguntas.— Me confunden otra vez. ¡Anaís no existe, me llamo Isabel!

—Primero, —Gumball interfirió.— Oh, no, eres otro clon. —Isabel puso cara de exasperación.— Segundo, ¿Cómo no iba a existir Anaís si Gumball y Darwin existen?

—Vaya, chicos. No sé en qué realidad vivís, pero ellos son personajes ficticios de una serie que yo interpreto. Exactamente a Anaís. ¿Quiénes sois vosotros?

Gumball y Darwin se percataron de que con la oscuridad y la lluvia ella no los veía bien, se levantaron y la cogieron del brazo.

—Ven y lo verás tú misma.

—¿Qué? ¡Dejadme! Ya voy yo sola, que se andar...

—Mejor, porque yo ahora mismo necesito ayuda para eso. ¿Farolas? ¿Dónde hay?

—Por ese lado. —Señaló a la derecha.

—¡Oh, tonto de mi! Ni me acordaba ya.

Los tres niños se movieron unos metros hasta que la luz les alumbró. Taparon la boca a Isabel justo a tiempo.

—¡¿Per...!? —Se libró de sus manos.— ¿¡Cómo es posible!? ¡Sois Gumball y Darwin!

—Exacto. Así seríamos en la vida real, no como tus hermanos nos representan.

—No son mis hermanos.

—Lo que sea.

—¿Tenéis dónde dormir?

—No.

—Yo sé un sitio donde igual podríais.

Les guió hacia las calles profundas de Elmore, y el trueno más sonoro que nunca habían oído marcó el final de la tormenta.

DElante Y DEtrás (El Asombroso Mundo De Gumball)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora