Once: Raglan el arrogante

168 10 18
                                    

Zac cogió a Gumball del brazo y lo ayudó a subir hasta el cuarto de arriba. Este lo reconoció. Era su dormitorio en su casa de Elmore. Allí había alguien dentro. Zac llamó a la puerta y le respondió una voz menor:

—¿Sí? ¿Quién es?

—Hijo mío, ¿quién va a ser?

—Pasa, Zac...

Zac abrió la puerta, pero le hizo una seña a Gumball de que se quedara fuera un segundo.

—Tengo que presentarte a alguien.

Gumball no conseguía ver con quién hablaba Zac. El supuesto Raglan preguntó con curiosidad:

—¿Es algún fan?

—Mmm, no exactamente. —Entonces Zac concretó más.— Es alguien a los que nosotros podríamos ser sus fans.

—¿Cómo? ¿Pero qué tontería es esa? —Luego ordenó:— Preséntalo, a ver si es cierto eso que dices.

A Gumball le pareció bastante mandón y desagradable Raglan, y pensando en eso se olvidó de la situación en la que estaba.

—Como quieras. —Dijo Zac con orgullo, y se giró hacia donde Gumball se encontraba. Este volvió a la realidad.— Gumball, entra.

—¿Cómo? Espera, ¿acabas de decir Gumball?

El ya nombrado salió tímidamente de su escondite. Observó a Raglan, tenía el pelo pelirrojo y esponjoso, ojos marrones y piel sonrosada. Vestía una camiseta negra  y pantalones verdes. Estaba sentado del revés en una silla con ruedas.

Él se asombró mucho al ver al peliazul. Al principio observó el gran parecido entre su compañero actor y el desconocido, pero luego solo pensó en cómo podía ser real un personaje ficticio.

—Te pareces... a Zac. —Luego miró a este.

—Y el desconocido de antes a tí, Raglan. Perfectamente podría ser Darwin con su sudadera, su edad y ojos brillantes. —Le dijo Zac, ahora creyendo a Gumball.

—H-hola... soy Gumball Watterson.

—Yo ya te conozco. ¡Pero no lo entiendo! —Exclamó Raglan.

—¡Vaya! Ya son las nueve. ¿Qué tal si cenamos algo y nos vamos a dormir pronto? Estarás cansado después de tu viajecito. ¿Verdad? —Preguntó a Gumball.

—Pues no creas...

—¿VERDAD?

—Quiero decir, ¡por supuesto!

Cenaron y fueron a dormir. Zac y Raglan dormían en el dormitorio de arriba, y a Gumball le dejaron dormir en el sótano. Estaba en mejor cuidado que el de su casa en Elmore. Pusieron una cama, y pronto se durmió, pensando en qué diría Darwin sobre todo lo que había ocurrido en unas pocas horas.

—Ey, Gumball... —Una voz susurrando obligaba al adolescente a dejar su sueño, pero este se negaba.— ¡Gumball!

Al ver que no se despertaba (o no quería), empezó a darle pequeños golpes con el dedo.

—¡GUMBALL TRISTOPHER WATTERSON! —Exclamó.

Esta vez, el nombrado se despertó del todo, dispuesto a decirle cosas serias a quien le había despertado se su sueño. Pero al ver quien era, se olvidó de ello.

—¿Darwin?

—Sii!

—¡Oh Dios! ¿Eres tú? ¿Ya estás despierto?

—Emm, no sé, probablemente por eso estoy depie hablándote. —Dijo él sarcásticamente.— ¿Tú qué crees?

—Definitivamente eres tú. ¿Estás bien?

—No mucho, los viajes en portal interdimensional no me sientan bien...

—¿Qué? ¿Has visto este sitio?

—Sí, es como nuestra casa, pero de humanos . Todo da escalofríos...

—¿Has visto a Zac y a Raglan?

—¿Son los dos que duermen en el dormitorio? He subido a ver si por casualidad estabas allí, pero no te he reconocido entre ellos. —Cambió de tema.— ¿Y tu pierna?

—Horrible, necesito cambiarme el vendaje, y quizás lavarmela o curarla de alguna forma más... Médica. No puedo andar bien.

—Pues vaya chasco.

—Oye, ¿qué piensas hacer ahora?

—Pues fugarnos a un sitio que no de mal rollo para buscar a las tres.

—¿Y qué hora es?

—Las tres de la mañana.

DElante Y DEtrás (El Asombroso Mundo De Gumball)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora