Primer año lejos de casa

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Hola!, de nuevo agradezco a todos los que leen :)
Ya superamos las mil lecturas y eso me hace muy feliz y al mismo tiempo me pone muy nerviosa haha hace tiempo no me pasaba que algo que estuviese subiendo de forma activa ganara tantas visitas. Mucho amor para cada uno de los que leen.
¡Espero que disfruten este capítulo también!

Pd. Quizás sientan que la trama va algo lenta... pero como dije tengo que ir conectado los puntos y haciendo avanzar a los personajes.
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Las cosas fluían de forma normal y por normal para Miguel significaba bien. El primer año lejos de casa siempre es complicado. Dejar a tu familia, tu entorno, tus costumbres y tus rutinas es difícil, sobre todo cuando has pasado veinte años en el mismo lugar. Miguel dio lo mejor de sí para sobrevivir al imponente San Fransokyo. Trabajo duro todos los días en la cafetería, llamaba a su familia con regularidad, estudiaba música tres veces a la semana, apoyaba a Hiro en su relación con el pequeño Dashi y a vivir con el entorno.

Increíblemente se había transformado en una especie de «Súper Miguel» ni siquiera él sabía de dónde sacaba todas esas energías. Pero ahí estaba cada mañana despertando con el aroma a café recién hecho y extrañando los desayunos de mamá Elena. En realidad extrañaba muchas cosas: los desayunos, los abrazos y besos de su hermanita, los consejos de su padre y las reuniones familiares.

—Otro día, otro dólar— era gracioso como ese dicho, bastante típico, representaba tan bien su vida ahora. Trataba de pensar que todo era por algo, que todo era para mejor. Que todo era por Hiro.

¿Estaba bien vivir solo en pos del bienestar de otro? Con solo pensarlo se sintió egoísta, no solo vivía por Hiro, si no porque sus metas se cumplieran.

—Por Hiro— el último mes había sido uno de progreso para su amiguito japonés. Su relación con el pequeño Dashi ya parecía más algo familiar y natural, ya iba por sí solo a verlo a la cafetería de tía Cass y se preocupaba genuinamente de él, —Ay... chinito— se dejó caer en una silla vacía dentro de la cafetería.

—« ¿Estas bien Miguel?»— tía Cass había aparecido por la escalera con Dashi de la mano. Honey había vuelto hace dos meses atrás, pero por su trabajo tenía que ir y venir constantemente.

—«Ah... no pasa nada mamá Cass»— le sonrió. En realidad no pasaba nada, solo estaba cansado.

—« ¿Tienes que ir a clase hoy?»

—«No»

—« ¿Tienes planes?»

—«No»

—«Deberías salir por ahí, a divertirte»— Cass no quería que Miguel se centrara solo en sus responsabilidades, también era bueno que saliera de la rutina de vez en cuando.

—«Creo que esta noche voy a descansar»— se puso de pie dispuesto a seguir limpiando las mesas faltantes.

—«Tomate el resto de la tarde libre»— le dijo mientras dejaba a Dashi en una sillita alta tras el mostrador, —«Hoy no hay mucho flujo de clientes así que está bien»— no iba a permitir que el mexicano rechazara el permiso.

—«Gracias»— Miguel avanzó hasta Cass y le dio un abrazo, —«Estaré arriba si me necesita»— dejó sus implementos de forma ordenada sobre el mostrador y subió al segundo piso.

Es verdad que hasta que no te detienes no te das cuenta de que tan cansado estás. Miguel a penas puso la cabeza sobre la almohada sintió como todo el cansancio acumulado durante ese último año se le venía encima.

First time [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora