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Llegó a su casa demasiado cansada, eran casi las cinco de la tarde y a las nueve debía entrar al bar así que apenas tendría tiempo para bañarse, ayudar a su abuela en lo que sea que necesite y cocinar algo. Además de preparar muchísimo café para no dormirse. El día anterior había entrado al bar a las ocho, llegó a casa a las cuatro de la madrugada y durmió dos horas antes de levantarse y prepararse para ir a la cafetería. Hoy al menos entraba al bar una hora más tarde, aunque no sabía a qué hora saldría exactamente.

Su abuela estaba como siempre haciendo una de las cosas que no debería, cocinando. El médico le ordenó específicamente que no estuviera levantada por más de unos minutos, que no hiciera ningún tipo de fuerza, que no tuviera emociones fuertes, y un montón de recomendaciones más que ella se pasaba por el culo.

Era una mujer demasiado activa antes de tener ese ataque al corazón y no pensaba dejar de serlo, veía como su nieta se pasaba el día trabajando para que a ellas no les faltara nada y se negaba a estar sentada sin nada que hacer.

Aurora era una mujer a la que le gustaba sentirse útil, y teniendo sesenta años si no hacía nada se sentiría como una anciana inútil, una carga. Y ella se negaba a ser o sentirse como una carga para su Blue.

Amaba a su nieta más que nada en el mundo, ni siquiera a su hija había amado tanto, en especial luego de haber abandonado a su propia hija a los diez años. Nunca le perdonaría que hubiera dejado a Blue sin una madre, pero sabía que su nieta siempre habría estado mejor con ella. Aurora la había criado con tanto amor que a Blue nunca le hizo falta su madre, la recordaba pero no la extrañaba.

- Abuela...- se quejó quitándole de la mano la cuchara de madera- no deberías...

- ¡Ay mi niña! Ya vienes con tus regaños- le volvió a quitar la cuchara y continuó con lo que hacía- sólo estoy revolviendo aquí ¿Ves? No estoy haciendo ninguna fuerza.

- Pero estás parada abuela, sabes que el médico dijo que debías estar sentada. Abuela tienes que obedecer...

- Yo no obedecí ni a mis padres cariño, soy una rebelde de corazón. Ahora sal de aquí y ve a darte un baño.

- Abuela...

- ¡Que salgas te digo!- con un suspiro derrotado se dirigió a su habitación. Su abuela era demasiado terca, siempre desobedeciendo al médico y ella ya no sabía qué más hacer para hacerla entrar en razón. Su abuela era todo lo que tenía, todo lo que le quedaba y no sabía qué haría el día que le faltara.

***

Un día más, se dijo a sí misma. El bar estaba repleto de hombres borrachos, desagradables y bastante mal hablados. Blue podía decir con certeza que durante ese año en el que estuvo trabajando allí, había aprendido otro idioma, las groserías, era increíble como cualquier frase cotidiana podía cambiarse por completo convirtiéndola en algo grosero.

Selene andaba por ahí demasiado ocupada con un grupo de borrachos que la tenían de aquí para allá pidiendo cervezas cada treinta segundos.

***

Sacó de su bolsillo la foto del hombre y la miró una vez más con atención antes de encender su mechero y quemarla, y adentrarse en el bar frente a él. El olor a cigarrillo y alcohol golpeó su nariz demasiado fuerte, era asqueroso, se cruzó con un par de tipos borrachos y algunas zorras que intentaron que se fijara en los enormes escotes, pero tenía trabajo que hacer así que solo buscó una mesa, se sentó y pidió un whisky.

Buscó con la mirada al hombre de la fotografía, era un tipo algo bajo, de casi metro setenta, un poco gordo, con una barba bastante grande y un estúpido bigote... ¡Bingo! Sentado en una mesa cercana rodeado de sus secuaces y con dos zorras de cada lado. Repugnante. Roger tomó un trago de su vaso y se recargó en el asiento, esperaría unos minutos o unas horas tal vez, quería saber exactamente qué hacer.

Pero entonces vio una cabellera rubia que le llamó la atención, no hizo falta verla de frente para reconocerla. Blue, le hermosa Blue se deslizaba por el lugar ahora sin patines, y no pudo evitar notar que parecía mucho más incómoda. Los hombres la miraban, le decían groserías y uno incluso intentó tocarla, Roger apretó los puños conteniéndose de ir a golpearlos. Impulso que lo tomó por sorpresa completamente. Nunca había tenido ese sentimiento de querer proteger a alguien de semejante manera. Ni siquiera con su hija o con Mercedes, la madre de Agar, había sentido algo así pero al ponerse a pensar en ellas se daba cuenta de que eran muy parecidas, ambas sabían defenderse, eran mujeres que podrían matar a golpes a cualquier hombre. Sin embargo la pequeña rubia que veía ahora era tan frágil... y no sabía por qué eso le gustaba tanto.

Se quedó allí, mirando, vigilando, a Blue en especial pero también al tipo gordo y bajo. Y pasaron horas, unas tres o cuatro tal vez antes de que al tipo gordo le entrara una llamada y saliera enojado hacia afuera con dos de sus guardaespaldas. Roger miró por todo el lugar hasta encontrar lo que buscaba y quedarse tranquilo al verla conversar sonriente con otra chica que no parecía mayor que ella.

Salió sigiloso, miró su reloj, eran las cuatro de la madrugada, el sol no salía hasta las cinco, mejor así. Siguió a los tres hombres con sumo cuidado hasta un callejón a una cuadra del bar, él no se metió allí, se quedó en la esquina tras la pared, sacó su celular y mando un simple mensaje con su ubicación a unos cuantos de sus agentes. Nadie sabía que él mismo se encargaría, habían planificado que lo harían al otro día, justo cuando el tipo se estuviera por subir a su avión ilegal. Pero Roger sabía que eso no habría funcionado, aún así no dijo nada y prefirió actuar por su cuenta. Ahora los demás no tendrían otra opción más que ir a ayudarlo, además él era el jefe. Sonrió arrogante pensando en eso, pero la sonrisa se borró al instante cuando vio acercarse a una chica. Otra vez ella. Y aunque no fuera ella también se preocuparía de que llegase a pasar frente a ese callejón. Así que hizo lo que cualquier persona haría.

Blue se despidió de Selene prometiéndole que pediría un taxi, mentira. No pensaba gastar dinero en un taxi, debía ahorrar todo lo que pudiera, pero no quería preocupar a su amiga. Caminó hacia la parada de autobuses a tres calles pero ni siquiera terminó la primera cuando una mano tapó su boca y un brazo cruzó por su abdomen arrastrándola contra un pecho duro. Intentó gritar, el miedo la recorrió de pies a cabeza, el hombre le susurraba que se tranquilizara pero aún así no lo hizo hasta que él la giró recostando ahora su espalda contra la pared de ladrillo. Ahora podía verlo.

- Tranquila, soy yo ¿Me recuerdas?- susurró mirándola a los ojos, celeste contra verde, sus grandes manos ásperas limpiaron el agua salada en sus mejillas, hasta ahora Blue no había notado que estaba llorando.

- El amigo de Dominic- susurró, él asintió con un leve levantamiento en una de las comisuras de sus labios.

- Hay unos tipos ahí- señaló con la cabeza el callejón- te habrían hecho daño, lamento asustarte.

- No importa, gracias- Roger asintió una vez mientras sacaba su pistola con cuidado de no hacer ruido. Blue abrió sus ojos tanto como era posible, asustada.

- Es parte de mi trabajo- susurró tranquilizándola.

- ¿Eres policía?

- Algo parecido. No hagas ruido, quédate aquí, quieta. Ya pedí refuerzos, no tardarán ¿Entiendes?- ella asintió con un nudo en la garganta, mentiría si dijera que no sentía miedo, nunca había estado tan cerca de una pistola. Él se giró dispuesto a disparar pero la miró una vez más- por cierto, soy Roger- y girando de nuevo, escondido todavía, disparó a los dos guardaespaldas justo cuando un par de camionetas negras blindadas frenaban a unos metros haciendo rechinar las llantas.

***

LA IDEA ERA HACER PRIMERO LA HISTORIA DE RAINEE Y ALLEN PERO NO ME SENTÍA INSPIRADA SOBRE ESO. EN CAMBIO ESTA HISTORIA ME SALIÓ SIN PENSARLO Y ME GUSTÓ

 EN CAMBIO ESTA HISTORIA ME SALIÓ SIN PENSARLO Y ME GUSTÓ

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RogerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora