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- Huevos, tocino, tostadas, jugo, frutas, mantequilla...- Roger se detuvo al oír la risa de Blue, la miró y vio a la mujer más hermosa de todas

- Pareces nervioso- le sonrió con diversión

- Lo estoy, no sé cocinar, apenas conseguí hacer esto- ella le sonrió ahora de otra forma, tranquilizándolo

- Gracias- dijo con sinceridad aún sonriéndole, pinchó con su tenedor un trozo de tocino, se lo llevó a la boca y continuó con los huevos, a pesar de no saber cocinar aquello sabía muy bien- está rico- habló con una mejilla más gorda que la otra, masticando de ese lado un trozo de tocino. Entonces como si una lamparilla se hubiera encendido en su cabeza recordó algo- mi abuela- suspiró con prisa pero Roger se apresuró a tranquilizarla

- Hablé con ella, busqué el número en tu celular y la llamé. Le dije que tuviste una noche muy larga y estaban tan agotada que me preocupé y te llevaría al hospital a que te den vitaminas o algo- Blue lo miró asombrada

- ¡La preocupaste!- acusó

- ¿Querías que le dijera la verdad?- preguntó fastidiado, ella lo pensó y sí, llegó a la conclusión de que su mentira era mejor que decirle a su abuela que había estado a punto de ser violada- ey... lo siento- susurró acariciando su mano, ella negó

- Está bien, tienes razón. Pero tendré que irme enseguida para no preocuparla más...

- No creo que sea buena idea- ella lo miró confundida- tienes la mejilla roja y un poco hinchada, además de algunos raspones- la miró mientras acariciaba con delicadeza la mejilla dañada- llamé a una de nuestras enfermeras para que vaya a tu casa y haga compañía a tu abuela- los ojos de Blue se abrieron demás, Roger sonrió- tiene  unos cuarenta y cinco años y es una de las que siempre nos atiende a nosotros cuando llegamos con heridas de balas o a las personas que rescatamos. Tenemos una clínica privada, ella trabaja allí, es buena, no la habría mandado con tu abuela si no lo fuera

- ¿Le dijiste a mi abuela que iba?

- Lo hice cuando la llamé, ella se negó y tuve que usar mis encantos para convencerla- Blue rodó sus ojos divertida y aliviada- estará bien- asintió mirándolo a los ojos

- Gracias- ahora él asintió con una sonrisa y ambos se dispusieron a comer

- Come fruta- dijo con naturalidad minutos después, como si aquella escena fuera completamente normal. Al ver que ella negaba y se concentraba en sus tostadas, que para su propia sorpresa no había quemado, pinchó él con su tenedor un trozo de pera y se lo puso frente a su pequeña nariz- abre- ordenó en un susurro

- ¿No harás el avioncito?- se quejó y él levantó una ceja en una muda orden- aburrido- susurró para luego abrir la boca y morder llevándose el trozo de fruta. Lo vio a punto de pinchar en un kiwi y lo detuvo- ni se te ocurra acercar eso a mí- con el cubierto lo señaló de forma amenazante

- ¿El kiwi?

- Soy alérgica. Tan alérgica que ni siquiera puedo tocarlo porque me comienzan a salir puntitos rojos en la piel, y si me lo como ya te podrás imaginar cómo me pongo de hinchada y fea, luego se me cierra la garganta y me muero- concluyó con un asentimiento, Roger miró al kiwi como si fuera la más grande amenaza en el mundo y enseguida se levantó con el pequeño plato donde había cortado un par de kiwis y los tiró a la basura- ¿Pero qué haces?- volteó para verla algo enfadada

- Los tiro, son malos para tí- dijo de forma obvia mientras caminaba hacia ella

- Pero tú te los habrías podido comer Roger, la comida no se tira ¿Sabes...- y antes de lograr terminar su sermón, que palabra por palabra había aprendido de su abuela, sintió una mano tirar de ella desde su nuca y unos deliciosos labios estampándose contra los suyos

RogerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora