03

11K 827 23
                                    

Una ambulancia estaba subiendo los cuerpos sin vida de los guardaespaldas del tipo gordo, que ahora Blue sabía que era la cabeza de una red de tráfico de órganos, y había sido arrestado por el mismo Roger. Roger. Su nombre se repetía en su cabeza una y otra vez, le encantaba, Roger, un nombre simple, fuerte, y sexy como su dueño quien ahora caminaba hacia ella con paso firme.

Después del pequeño tiroteo él la había dejado sentada en el asiento de atrás de una camioneta, con la puerta abierta para que el aire fresco la tranquilizara un poco. Se había puesto bastante nerviosa con eso de los tiros y las armas y los dos muertos, Roger lo había notado y su duro corazón se ablandó y sufrió por ella. La veía tan perdida, débil y tierna que sentía unas enormes ganas de mimarla.

- ¿Estás bien?- preguntó en cuanto estuvo junto a ella.

- Si, solo fue el susto. Debería irme ya...- susurró un poco aturdida.

- Blue, lo que viste hoy- balbuceó unos segundos- es confidencial. No puedes decirlo a nadie, ni siquiera tendrías que saberlo, ni esto ni sobre mí- ella entendía eso, trabajaban para la CIA según se había enterado en ese rato que llevaba allí, así que asintió.

- No diré nada- afirmó convencida, no es como si tuviera mucha gente a quien decírselo.

- Debemos estar seguros, tienes que firmar un contrato de confidencialidad- ella creyó ver algo de culpabilidad en los hermosos ojos celestes por un segundo pero apartó ese pensamiento, le parecía un poco excesivo un contrato para ella porque sabía que no diría nada, pero entendía que era necesario.

- Claro, no hay problema- murmuró.

- Bien, mañana por la mañana iremos para que firmes. Ahora nos vamos a mi casa- habló firme sin lugar a discusión pero... ¡¿SU CASA?!

- ¿Qué?- preguntó casi sin voz, él la miró con una ceja levantada, escéptico.

- ¿Te crees que vamos a dejarte sola para que puedas abrir tu boca?- Blue lo miró sorprendida ¿Este idiota era el mismo hombre que la salvó de ser seguramente asesinada? Roger sonrió burlón- sé lo que piensas, no me conoces, ni a mí ni a las mil personas que he sido...- se rió como si fuera un chiste pero ella no entendía y a él parecía hacerle más gracia. Estaba siendo un idiota y lo sabía, pero era eso o tirarse encima de ella a abrazarla- Te vienes conmigo, estoy siendo amable llevándote a mi casa, si fuera por ellos- hizo un gesto con la cabeza señalando a los que estaban subiendo a las otras camionetas- te dejarían durmiendo en una silla en una fría oficina vigilada por cuatro tipos con noventa kilogramos de músculo- ella estaba asustada, Roger pensó que era por lo de los noventa kilogramos pero Blue tenía algo más importante de lo que preocuparse.

- Mi abuela se va a preocupar, ella no puede estar tantas horas seguidas sola y yo nunca llego después de las cinco del bar- murmuró pensando en lo que se pondría a hacer esa terca mujer si ella no estaba en casa, o que tal vez se preocuparía y podría afectarle. No, definitivamente no podía no llegar a casa, no podían llevarla a ningún lado sin su consentimiento... ¿No?

- Avísale, si no tienes celular te prestaré uno- dijo casi con fastidio.

- Tu no entiendes, ella no puede estar sola, es tan terca que se pondrá a hacer cosas...

- Lo único que entiendo es que mientras más excusas pongas menos confiaremos en tí- su paciencia oficialmente se había terminado y se notaba en su tono de voz, ella frunció el ceño y en un impulso que no sabía de donde salió respondió enfadada.

- ¿Confiaremos? ¡Eres el único que me está pidiendo firmar un estúpido contrato, y estás siendo muy grosero!- se quejó, su voz saliendo chillona ahora. Roger frunció el ceño sintiendo dolor de cabeza por ese tono, era tan sexy en un segundo y al otro se convertía en una rubia chillona y fastidiosa. Odiaba admitir incluso para él mismo que eso le gustaba, deseaba castigarla por comportarse así.

RogerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora