La mujer caminaba entre las mesas con bandejas, llevando y trayendo las órdenes de los clientes. En un momento que tuvo libre fue al baño para acomodar la peluca rubia, tenía un flequillo que cubría parte de su cara, una nariz falsa de látex que con todo el maquillaje que se puso se veía natural, y por último lentillas azules para ocultar sus ojos marrones. Realmente nadie la reconocería
Blue miró el restaurante al que habían ido unaa cuántas veces, era elegante pero no pretencioso, las mesas estaban muy apartadas unas de otras pero Roger siempre reservaba un apartado, quedaban casi escondidos
Él le ofreció el brazo y ella entrelazó el suyo en él sonriéndole. Minutos después ambos se encontraban ya sentados en la mesa que a ella tanto le había gustado, junto a una ventana con una bonita vista de la ciudad, ahora tranquila
Los atendió una camarera rubia y con exuberantes curvas vestida de forma muy conservadora, fue respetuosa y amable, casi que no los miró pero Blue pudo distinguir unos ojos azules. La miró con detenimiento, le resultaba muy conocida, talvez la había visto pero estaba segura de que habría sido morena, recordaría una cabellera rubia y unos ojos azules como aquellos, el tatuaje que le vio en la mano, que la camisa que llevaba intentaba tapar sin éxito, también le resultó de lo más conocido, era una especie de pluma un poco rara
La chica se fue luego de anotar lo que habían pedido, él carne, era un carnívoro extremo, ella espaguetis con mucho queso, Roger también pidió un vino del que ella ya había olvidado el nombre y año, pero era algo de mil novecientos cuarenta
Cuando al fin estuvieron solos tomó su pequeña mano fría entre las grandes y cálidas suyas, dándole calor, siempre lo hacía porque ella siempre tenía las manos frías
- Creo que conozco a la camarera- susurró, con aquella complicidad que tenían y que los hacía una pareja, el poder hablar sobre todo, contarse secretos y susurrar entre ellos en lugares públicos cosas que no querían que nadie más escuchara, aunque en este caso nadie estaba lo suficientemente cerca para oírla
- ¿De dónde?- preguntó jugando con los delgados dedos, las uñas no estaban cortas pero tampoco eran algo exagerado, tenían un largo coqueto se podría decir, con forma cuadrada y pintadas de color blanco dándole un aire delicado
- Eso es lo que no sé, ni siquiera sé si de verdad la conozco, pero me suena conocida, es como... un presentimiento- susurró ahora nerviosa
- ¿Qué pasa?- preguntó acariciando sus muñecas sin apartar la vista de ella, pero Blue se obligó a olvidar a dejar todo mal presentimiento lejos y disfrutar de la cena. Sonriendo negó con la cabeza
- Nada importante, talvez solo se parece a alguien- y aunque se esforzó para que él lo olvidara no lo logró, Roger aunque no siguió preguntando, sabía que algo la ponía nerviosa
La cena llegó y ellos aparentemente olvidando lo que acababa de pasar, disfrutaron de la comida hablando de ello que solían hablar. El trabajo de ambos, Agar, los niños pequeños mellizos y sus travesuras, sobre el último perro que Blue había encontrado, justo el día anterior, y había llevado a un refugio. Aunque no podía adoptarlos ella misma, nunca podía dejarlos en la calle. Al no tener un automóvil se le complicaba un poco, pero antes de conocer a Roger tenía dos trabajos, viajaba en autobús y si encontraba algún perrito o gatito por ahí lo llevaba en brazos sin importarle ensuciarse, o si veía que tenía suficiente dinero tomaba un taxi. Ahora gracias a su trabajo podía permitirse usar el servicio de taxi un poco más seguido. Había pensado claro que sí, en ahorrar para un carro pero prefería hacerlo para el tratamiento de su abuela, y aunque ahora Roger quería pagar por todo no iba a gastar su dinero en algo que no era tan necesario
Roger por su parte había comenzado a mirar de forma diferente a los animales en la calle, desde que la había oído hablar sobre lo mal que la pasaban esos pobres animalitos. Y a pesar de que se sintió como un idiota sensible, una semana antes había llevado a un pequeño gatito desnutrido al msimos refugio al que Blue lo habría llevado. Todavía recordaba la vez que ella le hizo detener el auto para recoger un perro, el pobre estaba tan flaco y sucio, y sin importarle ella lo levantó en brazos y se metió con él al carro. Roger quería morir, no se podía creer que ella lo había subido al auto, pero sin dejarlo protestar le dio la dirección y le ordenó conducir al refugio
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Roger
RomanceOrden de la saga: Nuestra Fugitiva Nuestra Niña Diosa de Chocolate Roger Historia de Roger, spin off de Nuestra Niña. Para entender esta historia se recomienda leer antes Nuestra Fugitiva y Nuestra Niña.