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Blue dejó a su abuela todo lo necesario para que no tuviera que hacer nada más que caminar hasta la cocina, al baño y de nuevo a la habitación. Aurora estaba enojada por que le impidiera hacer cosas, como siempre, pero ya estaba acostumbrada, entendía la preocupación de su nieta así que solo dejó que ella le diera las indicaciones y le prometió que no haría nada. Blue le explicó que tenía que salir a hacer algunas cosas importantes sin darle muchos detalles y luego de pedirle a sus amigos- que todavía estaban afuera- que vigilaran de vez en cuando que su abuela no saliera de casa, al fin se iban.

El camino hacia la casa de Roger estaba siendo demasiado largo para ella. Aún estando dentro del auto sólo diez minutos. La tensión en el aire se podía cortar con un par de tijeras y a él en cierto modo eso le hacía gracia. De vez en cuando la observaba por unos segundos y el puchero en su boquita le causaba gracia, estaba enojada con el ceño muy fruncido y de brazos cruzados. Él en serio quería reírse de lo caprichosa que se veía, parecía una niña con un berrinche encima. En un momento la risa quiso escapar de su boca y él carraspeó disimulando para luego hablar.

- ¿Te encuentras bien?- dijo en un tono bastante amable considerando quién era.

- No puedo creerlo- murmuró enfurruñada, Roger frunció el ceño confundido.

- ¿Qué carajos te pasa ahora?- y el tono amable se fue a la mierda, estaba enojado ahora.

- No me hables así maldito bipolar- lo miró juntando sus cejas, él abrió los ojos sorprendido y cuando abrió la boca para protestar ella lo interrumpió- ¿Por qué fuiste amable con mi abuela?- le reprochó, Roger estaba confundido.

- ¿Qué mierda?- susurró- ¿Estás enfadada porque fui amable con tu abuela?- preguntó con incredulidad.

- Si, y fuiste grosero conmigo desde... desde siempre. Incluso el día en la cafetería, ni siquiera te presentaste y fuiste grosero cuando te pregunté que querías. Pero de pronto llegas a mi casa y eres el hombre más amable y agradable con mi abuela ¿El problema es conmigo? ¿Tengo la peste acaso?- preguntó más enfadada todavía ¡Dios! Que mujer. Roger estaba demasiado abrumado con tanto parloteo de su chillona vocecita.

- ¿Quieres calmar...

- No quiero- interrumpió bruscamente volviendo la vista al frente con sus brazos cruzados. Roger rodeó sus ojos fastidiado.

- Mujeres- murmuró en voz baja pero ella pudo oírlo claramente, antes de escucharlas discutir de nuevo él continuó hablando- tu abuela es agradable- ella abrió los ojos sorprendida- no digo que tú no lo seas- se apresuró a decir él- pero ella tiene esa mierda de las abuelas que siempre las hace parecer dulces. Y no he sido grosero contigo- reprochó él esta vez.

- Sí lo has sido.

Roger bufó dando por terminada la discusión. Veinte minutos después llegaban a su casa... más bien apartamento... un penthouse para ser exactos. En cuanto subieron al ascensor del estacionamiento privado ella se sorprendió al ver que él apretaba el botón para ir al último piso. Roger sonrió engreído, tenía cuarenta y un años y a veces todavía podía comportarse como un crío arrogante.

- Ya casi son las siete así que voy a cambiarme de ropa, vamos a desayunar y te llevaré a firmar el contrato- dijo mientras dejaba las llaves sobre una mesa para luego dirigirse hacia donde ella suponía era su habitación. Ni siquiera le había ofrecido sentarse o algo por el estilo.

- Que hospitalario- murmuró con evidente sarcasmo.

- ¡Escuché eso!- gritó.

- ¿Cómo carajos...

- ¡Y eso también!

No se atrevió a decir nada más con miedo de que tuviera cámaras y micrófonos instalados por toda la casa. Cinco minutos después él regresaba con otra ropa y ella terminaba una llamada.

RogerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora