Perdóname ...
Me porte patán,
te hice muchas cosas,
comí tu fruto y corté tus huertos mientras tu dormías.
Y aunque nada lo hice con maldad y no del todo me arrepiento, sé que tal vez no debí y mejor hubiese sido seguirte velando firmemente el sueño.
Me aproveché de que estabas inconsciente, y aunque mis intenciones eran buenas,
y añoraba tiernamente velarte toda la noche me faltó destreza. Me faltó conciencia y me olvidé que soy un caballero.
Fuí atacado por mis demonios internos. Esos mismos que llevan tu nombre y que beben tu aliento. Demonios que me arrastraron
sin piedad sin que pudiera yo oponerme y me empujaron
con toda la fuerza del deseó a tomar tu cuerpo. Me faltó estrategia y conocimiento.
Te veías tan hermosa dormida,
no me pude contener y sin maldad ni morbo mi primer instinto fue probar tus besos.
Me acerqué hasta poderte respirar y en tus jugosos labios
un sediento beso con los mios enlazados pensé seguirias durmiendo.
Sediento te tu aliento,
urgido de tu respiración
y con intenciones de permanecer en todos tus labios mientras tu seguias durmiendo. Poco a poco me recoste sobre tus firmes pechos.
Perdóname, no pude resistir y te fallé cediendo a mis deseos.
Fue tan inevitable que al tener tu cuerpo tan de cerca, y verte ahí tan tranquilamente reposando se me aceleró el corazón, se me agitaron las ganas, perdí la voluntad, de mí perdí el control y junto a ti desnude mi cuerpo.
La ansiedad de sentir tu piel y pegarme a tus caderas para palpitar miembro a miembro,
fue más grande que la voluntad que tenía de permanecer sociego.
Perdóname...
no te quise despertar, pero ya que as despertado hagamos el amor hasta morirnos juntos y agotar este deseó. Hagamoslo hasta que tus manantiales en mi se agoten y queden secos.
Ahogame en tu manantial, ese con sabor a miel, el qué guardas entre tus piernas, solo eres tú la que me agita, mirame de ti sediento.
Tenme compasión y refrescame de nuevo.
Perdóname...
tal vez debí de ser más fuerte, pero no pude hacer nada para practicar la abstinencia y terminé enterrandome en tu vientre, acariciando con fervor y resando de rodillas ante tu tan sagrado templo. Eso es tu cuerpo para mí, un templo.
Yo tan solo soy un Judas,
un terrible pecador, viviendo en lo carnal y pidiendo a ti mí redención.
Perdóname...
Dirás que soy un cínico, pero ya que estás despierta abreme de par en par tus puertas y atrapa mi pasión entre todos tus labios, que me quieren sentir en ti, me lo an comunicado. Baila conmigo este tango que yo sé que cuándo salga el sol, o probablemente antes,
te levantaras de prisa, para seguir con tu rutina y de mis brazos te irás huyendo, escapando como arena movediza.
Perdóname no te debí despertar, pero me fué imposible rechazar la oportunidad de contigo tocar el cielo y condenarme en el infierno.
Mi amor... este Judas que solo es un indiscutible mortal por ti de amor y deseó poco a poco la razón está perdiendo. Yo no se leér y sin embargo me tienes escribiendo poemas, cartas de amor y componiendo versos, yo...
yo que era un hielo.
Perdóname. ..
no se decirte de otro modo que a todas horas te quiero.
Judas Nijagh
ESTÁS LEYENDO
Delirios angelinos y deseos Infernales
PoesíaJudas enamorado las musas muertas, Magdalena de fiesta, y los dardos... envenenados. Algun dia leera lo que no sabe me a inspirado. (Judas Nijagh & J. Téllez) Todos los derechos reservados