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Taehyung

Jimin no me vió.

No lo dejé, puesto que huí de la cafetería como el cobarde que soy.

Es mejor así, no estoy preparado para verlo aún, menos si es que el idiota se pone mucho más bueno con el paso de los años.

¿Cómo es que aquella persona tan tierna e inocente se convirtió en aquel hombre que, en menos de un minuto, me ha hecho fantasear con tanto? No lo sé, tampoco quise quedarme para averiguarlo.

Aún no es tiempo de que me aparezca frente a él.

Guardó mi celular en mi bolsillo delantero, miro por la ventana un momento y me levanto, saliendo del lugar casi con rapidez, no sin antes echarle una última mirada a aquel muchacho junto de su hermano, hablando apresuradamente acerca de algo; seguro era de mi.

En este pueblo las noticias vuelan.

Rodeo el local y encuentro a Yoongi esperándome apoyado en la puerta de "sólo empleados". Me da una mirada larga y cansadora y niega cortamente. Sé que no se atreve a opinar acerca del tema, eso es algo que aprecio de él, porque sé que cuando el chico abre la boca, salen cosas que me llegan.

Siempre sabe qué decir.

Cómo ahora.

Me acerco, sabiendo que algo quiere decirme y le hago una seña con la cabeza para que continúe; me produce curiosidad saber qué dirá.

 ¿Volviste para seguir ocultándote, Kim?

Insisto, siempre sabe qué decir.

 Sabes que no, pero aún no es tiempo de que me vea.

 ¿Y crees que él no sabe ya acerca de tu llegada? Es más, creo que medio pueblo ya lo sabe.

Maldito pueblo chismoso.  bromeó mientras el mayor me acompaña con una risa, asintiendo. Se queda en silencio por un momento y pareciera que es momento de que ambos regresemos a nuestros lugares, cuando antes de cerrar la puerta, se asoma y pregunta.

 Supondré que las cervezas siguen en pie.

Por supuesto, hyung, las cervezas no son algo que pueda rechazar... Menos si son gratis.

Ah, este chico atrevido, ¿desde cuándo te aprovechas del pobre bolsillo de tu hyung?  sé que está diciéndolo como un chiste porque deja escapar una risa corta y estruendosa antes de entrar, no sin antes modularme un: salgo en 30, mocoso.

Tengo media hora para ver qué hacer en este pueblo que me trae tantos recuerdos. Recuerdos con mis ex compañeros, con mis padres, con mis amigos.

Con Jimin.

La cantidad de recuerdos que tengo con él son impresionantes.

No hay parte de la ciudad que no haya recorrido con él, de eso estoy seguro.

Este sitio está impregnado de él... ¿Cómo, exactamente, se suponía que lo iba a olvidar volviendo aquí?

Claro, mi intención nunca fue olvidarlo.

Por eso volví.

Salí del callejón pateando una piedra para no ponerme a gritar como un idiota frustrado y me senté en la acera, a un lado de la cafetería, supuestamente, alejado de la ventana. Podría aguantar media hora sin entrar al local, tomar a Jimin del brazo y sacarlo lejos. Después de todo, vine arrancando de otra cosa.

Escucho el tintineo de la puerta del recinto, avisando que alguien va entrando o saliendo del lugar, y mi curiosidad es tan poderosa que me obliga a voltear, encontrándome con una emoción sobrecogedora cuando veo la espalda de la mujer a la que llamé madre y a Jimin.

Ella entrando y él saliendo.

Ella saliendo de mi vida y él volviendo a su lugar dentro de ella.

No soy capaz de levantarme cuando ambos pares de ojos se posan sobre mi, y no sé a quién hacerle frente, por lo que sólo me paro y veo por última vez al callejón, rogando porque Yoongi saliera de ahí justo en ese momento.

Espero.

Espero.

Espero.

Y nada.

Lo lamento, Yoongi hyung, voy a compensártelo.

Marco el número que tengo agendado como Hoseoking y comienzo a caminar calle abajo, mientras escucho el suave piiip sólo una vez. Hoseok atiende al instante.

— Dime que estás en el bar.

 ¿Voy a buscarte?

Eres un sol. Gracias.

Y cuelgo, guardando mis manos en los bolsillos y apurando el paso, no entendiendo cómo es que mi llegada ya estaba siendo desastrosa para mi mismo.

101 días [vm]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora