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De repente, Seúl se sentía demasiado grande a como Taehyung la recordaba, y las calles estaban siendo demasiado angostas debido a la cantidad exasperante de gente que atravesaba el sector en aquel momento. 

De repente, Taehyung se sintió asfixiado, y necesitó sentarse un momento. 

Caminó hasta una de las bancas que estaban desocupadas en la plaza al otro lado del edificio en el que estaban viviendo con Hoseok y Yoongi. 

Hace una semana. 

Luego de haber visitado al doctor junto a Jimin, Taehyung pensó que podrían salir de eso juntos. 

Pero no contaba con que Jimin saldría arrancando... Otra vez. 

Y, sinceramente, ya estaba cansado de perseguir gente o de convencerla de que se quede a su lado. 

Estaba bien así como estaba. 

O eso era lo que le repetía a Hoseok todas las mañanas, apenas se encontraban en la cocina para tomar desayuno juntos. 

Tenía que autoconvencerse de que estaba bien así. De que no necesitaba a nadie más si es que tenía a esos chicos a su lado. 

Pero, entonces, ¿por qué es que dolía tanto no tener a Jimin a su lado? 

Alzó la vista y se encontró a un pequño cachorro durmiendo a un lado de la fuente que, gloriosa, lanzaba agua por doquier. Lo vió removerse en sueños y después bostezar mientras movía sus orejas. Era realmente adorable. 

¿Sería buena idea adoptar una mascota cuando iba a morir pronto?

No se respondió sino hasta que tenía al pequeño en brazos, el cual tiritaba de miedo mientras se acurrucaba contra su chaqueta. Era una bolita de pelos que sólo necesitaba un buen baño, comida y amor. 

Amor que Taehyung tenía de sobra para dar. 

Volvió a sentarse en aquella banca, mirando de forma constante y tierna al animal que se había vuelto a dormir en sus brazos. Y pensó en lo frágil que era la vida... 

Joder, él era un claro ejemplo de eso. 

Y sin tener nada de ganas de seguir lamentándose, decidió que si le quedaba poco tiempo, lo viviría como Dios manda: disfrutando. 

No podía quedarse medio moribundo para siempre, preocupando a la gente a su alrededor. 

Además, ya había dado el primer paso: había acudido a la consulta del doctor Choi, su antiguo médico, apenas llegó a la capital. Después de escuchar, al menos, una hora de retos y advertencias, el adulto frente a él le hizo jurar que iba a comenzar a obedecer todo lo que le dijera a la perfección. Y Kim aceptó. 

Le mandó un listado de medicamentos que le ayudarían a mantenerse jovial e incluso podría retrasar el avance de su enfermedad. 

Ya ni siquiera se molestó en decirle que podría sanarse. 

Querían que el destino les sorprendiera

Y, después de todo, el hecho de que su padecimiento haya avanzado con tanta rapidez, había sido culpa suya y estaba más que dispuesto a asumir la culpa. 

Escuchó un lamento y se vió saliendo de sus pensamientos. Su pequeño amigo se estaba quejando, seguro que de hambre. 

El mayor le sonrió y besó una de sus orejas al levantarse de su cómodo asiento y caminar de vuelta al departamento, no sin antes pasar a la clínica veterinaria que estaba justo a una cuadra de casa. 

101 días [vm]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora