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Taehyung no podía seguir en el departamento. No mientras escuchaba los susurros y gemidos que soltaba su mejor amigo.

No sabía si le repugnaba o si es que la envidia le comenzaba a molestar.

Simplemente salió con las llaves, su billetera y el móvil, dirigiéndose al único lugar en el que creía podría ordenar sus pensamientos y sentimientos.

Se sentó en el banco de la plaza en la que había tenido aquel fatídico encuentro con su padre, sólo horas antes, cerrando sus ojos mientras escondía sus manos en sus bolsillos, demasiado ido como para percatarse de la presencia de alguien más sentado a su lado, de forma muy repentina. Al cabo de unos segundos, por su olor, lo supo.

—¿Qué haces aquí, Jungkook? Deberías estar con Jimin y definitivamente no hablando conmigo.

—¿Es cierto que te vas a morir?

A Taehyung aún le descolocaba escuchar esa pregunta, como recordándole su final inminente, el de todos.

—De verdad, de verdad, ¿por qué? ¿vienes a darme el pésame?

Jungkook agachó la mirada y simplemente se mantuvo en silencio luego de escuchar lo pesado que el mayor estaba respondiendo. Quizás no debió salir de casa.

—No... sólo venía a acompañarte, es tarde, no es bueno que salgas solo.

—¿Dónde dejaste a... Jimin?

—Está en casa, se quedó dormido de tanto llorar... De verdad estaba muy afectado.

—Lo sé y lo lamento... pensé que reaccionaría de... mejor manera.

El suspiro que soltó el mayor no fue indiferente para el contrario, quién, con algo de reticencia, posó su mano en la espalda adversa, regalándole una caricia de arriba a abajo.

Luego de esa extraña situación, la conversación se estancó en algún punto que ninguno quiso abrir la boca y romper aquel silencio tan cómodo, ninguno más que el celular de Jungkook que comenzó a sonar, avisándole que alguien estaba llamándole, ese alguien siendo Jimin. 

Miró al mayor y se rió mientras Taehyung, con un asentimiento de cabeza, le decía que contestara. 

  — Antes de contestar, quería contarte algo gracio- 

— Contesta ese teléfono, Jeon, tu amigo debe necesitar algo de ti. 

— Vale, vale. 

Jungkook se levantó de la cómoda banca y se alejó un poco más allá, escondiéndose tras un árbol, como asumiendo que Jimin podría ver a Taehyung a través del celular... Una real estupidez. 

— Aló? 

— Así que, ahora, los amigos se traicionan. 

— ¿Ah? ¿De qué hablas? 

— Pues, estás coqueteando con el chico que me gusta. 

— J-jimin... ¿dónde...? 

— Al lado tuyo, estúpido. 

El menor soltó un grito sobreexaltado mientras volteaba para encontrarse con su mejor amigo, escondido como un vil ladrón tras un matorral, sonriendo de una forma un tanto desquiciada. 

Cortó la llamada y guardó el celular mientras se hincaba a su lado, mirándole de reojo y soltando una risa luego. 

— ¿Hace cuánto estás ahí? 

— Shh, susurra, estúpido. No quiero que Taehyung note que estoy aq- 

— ¿Jungkook? ¿Sucede algo? 

El grito que el chico había dado un par de minutos antes, había advertido a Taehyung de que algo estaba pasando o pasó, y luego de meditarlo un rato, decidió acercarse a ver qué ocurría. Sorpresa fue lo que cubrió su rostro cuando vió a Jimin, con el rostro sonrojado y mordiendo su labio inferior, tratar de esconderse entre las ramas. 

Soltó una risa antes de negar. 

— Me iré primero entonces, ustedes tienen cosas de qué hablar. 

— ¡No! — gritaron los chicos al unísono, sintiéndose tímidos ante la sincronización de sus voces. 

Taehyung los observó con una ceja alzada, no entendiendo ese afán de que se quedara cuando se notaba que ambos estaban hablando de algo que no querían que el mayor se enterara. 

Jungkook fue el primero en levantarse, ordenándose la ropa para luego voltearse hacia el mayor, colocando una mano en su hombro como señal de apodo. 

— Jimin quiere hablar contigo, por favor quédate. 

Y se fue, dejándole con la palabra en la boca. 

Nervioso, miró hacia el menor, el que seguía tratando de tapar su rostro con una rama que por ahí encontró. 

— Entonces... ¿quieres hablar? — se sorprendió de que, siquiera, le saliera la voz. 

— Si... Quiero pedirte perdón... No debí huír así de tu casa ayer, pero... de verdad que... — y las lágrimas no demoraron en volver a caer por el rostro del menor, el que las ocultaba con la manga de su poleron. 

Taehyung ni siquiera lo pensó cuando saltó aquel arbusto que los separaba y se sentó al lado de Jimin, abriendo sus brazos para acariciarle y abrazarle con una necesidad realmente increíble, habiendo extrañado su olor. 

— Shh, ya no importa... Perdóname tú a mi por decirlo tan fácilmente... Debí suponer que sería duro. 

Jimin alzó el rostro y tomó las mejillas ajenas con sus manos, acariciándole al cerrar sus ojos y acercarse a besarle una vez más, sintiendo sus labios quemar cuando se juntaron con los del mayor. Taehyung no tardó en corresponderle, como habiendo esperado ese momento hace mucho tiempo, llevando sus manos hacia su cintura para acercarle aún más a su cuerpo, el menor quedando, finalmente, sobre el regazo del mayor. 

— No voy a dejarte solo, hyung... no quiero, ni podría, ni lo soportaría... Voy a apoyarte, buscaremos la forma de salir adelante, conseguiremos la opinión de otros médi- 

El mayor no podía escuchar más, por lo que lo calló de la forma más efectiva que pudo: otro demandante beso. 

Y Jimin no se opuso ni un poquito. 

Y con ese beso, Taehyung, ocultó la verdad del asunto. 

Que él no se tomaba las pastillas. 

Que él sólo se había quedado con la opinión de un médico. 

Que él no quería vivir. 

Que él esperaba el momento en que su enfermedad se lo llevara. 

Pasó semanas con esa convicción en su mente y corazón, pero, ¿cómo podría recuperar el tiempo que tan torpemente habia dejado ir? 


101 días [vm]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora