101 días [vm]

28

Apenas la boda de Hoseok y Yoongi finalizó, Taehyung se lamentó de haber nacido en una ciudad tan chica como Busan. Los chismes corrían a la velocidad de la luz, especialmente aquellos que estaban contra la moral de los habitantes. 

Y, créanme, un matrimonio gay era un escándalo mayor. 

Estaban en la cena que los chicos habían preparado para sus invitados cuando a Kim le sonó el celular reiteradas veces. Algo confundido y extrañado, lo sacó de su bolsillo sólo para comprobar que no fuera una de las únicas cinco personas que tenían aquel número. 

Cuando su ceño se frunció, Park entendió que algo no andaba bien. 

Era la señora Kim. 

La primera pregunta que corrió rápidamente por la mente de Taehyung era: ¿cómo diablos había conseguido su número? 

La segunda: ¿para qué diablos llamaba ahora? 

Una vez el mayor se levantó de la mesa, tratando de ser lo más disimulado posible, su pareja se alteró, levantándose junto a él. 

  — ¿Qué haces, Minnie? — susurró Taehyung, agradeciendo el que el bullicio en la sala fuera mucho más alto que hace un rato. 

— Voy contigo. — la convicción se vió acompañada de aquella expresión que tanto enamoraba al contrario. 

— Ni siquiera sabes adónde voy. 

— No importa. 

— ¿Y si voy al baño?

— Te acompaño. 

— Cariño... 

— No, Tae, no aceptaré un no o una excusa como respuesta. Te voy a acompañar y ya. 

Jungkook veía la escena con algo de envidia, ya que, nunca en el tiempo que llevaba conociendo al menor, había visto esa clase de entrega de parte de su amigo. Y menos esa sumisión que mostraba el mayor ante cada cosa que el chico decía.  

Se alegraba de forma sincera de aquel bonito amor, pero rogaba por encontrar algo remotamente parecido. 

Lamentablemente, incluso, había dejado de ponerle atención a su acompañante hace bastante rato, sin siquiera darse cuenta. 

Cuando Jungkook vió que Taehyung se dejó embaucar por Jimin y ambos se dirigieron al baño, simplemente sonrió para sí mismo. Tratando de calmarse por dentro. 

Aunque su corazón no estaba cooperando. 

  — ¿Cuánto más piensas fingir? 

Sobresaltado, Jeon se volteó para encontrar al, ahora, esposo de Yoongi detrás suyo, con una sonrisa alentadora. 

El matrimonio realmente le había avivado el espíritu. 

O quizás había sido la unión en sí. El amor. 

  — No sé de qué hablas, Hoseokkie. Y felicidades, con tanto ajetro no había tenido tiempo de darte los buenos deseos. Ojalá aumente tu paciencia, por ejemplo, para tratar con un gruñón como ese otro. 

Ambos fijaron su vista hacia el mayor, aún sentado en la mesa de los novio, mirando su copa con el ceño fruncido. Hoseok negó, riendo, y sabiendo que lo más probable era que ese vino no era de su agrado. 

— Dos cosas: sabes perfectamente de qué hablo, no te hagas el listo conmigo. Y, segundo, lo conocí así y me enamoré así. No hay absolutamente nada que quiera cambiarle.