Capítulo 4

575 35 10
                                    

El despertador empezó a sonar levantándome de mi hermosos sueño donde nada de esto pasaba.Mi vida anterior,feliz y sin problemas con nadie ni conmigo misma.Lo apago de un golpe y me llevo la almohada a la cara para evitar que la luz del sol impacte contra mis ojos.

El día empezaba y no me aparecía moverme de la cama por nada del mundo.

—Sakuno, el desayuno esta listo —oigo gritar a mi abuela desde el piso de abajo.

—Ya voy —intento elevar la voz pero se me quiebra sin que pueda evitarlo.

Me levanto, tomo ropa limpia y me meto en el baño para asearme. Al salir llevo puesto, una camiseta de tirantes rosada, una falda azul que me llega hasta un poco más arriba de las rodillas, y unos calcetines altos hasta las rodillas. El cabello lo tengo tomado con una sola trenza y algunos mechones sueltos.

Bajo las escaleras con lentitud y me adentro en la cocina para desayunar. Mi abuela estaba en la mesa redonda de madera con su café y su periódico en mano. Esta escena la recordaba cada mañana antes de que me fuera a vivir sola. Me trae tanto recuerdos. Mis padres riendo mientras desayunaban...

La voz de mi abuela me saco de mis tristes pensamientos. Sin darme cuenta las lágrimas empezaron a salir y no podía evitarlo. Me limpie rápido cuando llamo a la puerta.

—Adelante —conseguí decir mientras me limpiaba las últimas lágrimas.

Tomé aire y esperé a que mi abuela entrará como una bandeja de aperitivos. Mire el reloj de mi mesilla y vi que ya era tarde. Sin dudarlo dos veces me disculpo.

—Perdona abuela no me di cuanta de que era tarde te podría haber ayudado.

—No falta querida ya me basta con que estés acá conmigo —dejo la bandeja en la mesa de estudio y se volvió para hablarme —hoy hemos quedado con los Echizen. Parece que su hijo no se da por vencida querida.

—No voy a ir para que ese niño me pida que jugué, ni loca voy —tomé una almohada y me senté en la cama abrazándola.

—Querida, —se sentó a mi lado tomando una de mis manos —se que jugar te trae malos recuerdos, pero por lo menos haz que ese chiquillo se de cuenta de que ya no quieres jugar.

—¿Cómo? ¿Dejándome ganar? —relajo los hombro quitando le interés al asunto.

—No seria una mala opción. Inténtalo, si.

—Abuela, no quiero jugar, por muchas ideas que tenga no quiero jugar.

—Ryoma insistirá hasta conseguir que juegues —dijo con una sonrisa triste. Mi abuela sabia el es fuerzo que llevaba para mi jugar después de lo de mis padres.

Suspire y tome el desayuno. Dejamos el tema de lado y no pusimos a hablar sobre que haríamos hoy. No quería quedarme en casa aburrida y llorando cada segundo. No era mi idea esa exactamente, y menos jugar con ese chaval. Al terminar ayude a mi abuela para después subir a mi cuarto y arreglarme para salir. Daría una vuelta por las calles por las que pasaba antes. Este lugar me trae demasiados recuerdos. Bueno y malos.

Ya vestida por una simple camisa rosa de tirantes, unos pantalones cortos blancos y unas deportivas, baje y tome las llaves para después despedirme de mi abuela y salir.

El día estaba resplandeciente y parecía que no iba a llover en ningún momento. El clima estaba lluvioso. Una desventaja de vivir en Londrés es esta, que siempre llueve. Las calles estaban vacías y solo había en ellas familias dirigiéndose al parque que quedaba a unas cuantas cuadras de mi casan.

Deje mis brazos balancearse al aire y camine mirando al frente. Sentía tanto cariño por esta ciudad. Por esta gente que me acompaño durante años. Mis antiguas amigos, las clases, etc. Todo esos momentos divertidos que viví aquí nunca los olvidare.

Sentía mis ojos arder y eso era señal de lágrimas. Reprimiendo en sollozo me dentro en unas canchas que estaba repleta de gente. Me acerque para ver que pasaba y me detuve al oír el sonido de la pelota golpear contra la raqueta.

—Que pasa Ryoma, acaso estas cansado —grito con gracia uno de los chicos que estaba jugando.

«¿Ryoma?», pensé extrañada, ese nombre lo había oído antes, pero, ¿dónde?

—No me subestimes Momo, no me dejare vences por ti.

«Esa voz, es la de...el chico de ayer»

—Pues vas mal amigo —río con burla, haciendo que los golpes de la pelota aumentaras de velocidad.

Me acerque más y pude ver como los dos chicos que había odio jugaban al tenis con mucho entusiasmo. De frente tenía a uno más mayor que yo, pelo negro, ojos violetas y una sonrisa divertida en sus labios mientras golpeaba la pelota sin parar. Al otro lado, dándome la espalda estaba uno que parecía de mi edad, pelo negro con reflejos verdes y una destreza peculiar. 

La pelota paso rozando la cara del mayor y su sonrisa se agrando diciendo:

—Vaya, perece que esa chica te a puesto las pilas.

El chico empezó a botar la pelota que tenía guardada.

—No te equivoques, solo quiero ver lo fuerte que es.

Se movió de un lado al otro dando saltos pequeños. 

—A mi no me engañas  —dejo la pelota y lo señalo con la raqueta —te interesa ya que has visto algunos partidos suyos y has visto que es fuerte. No te basta con vencer a tu padre que ahora quieres derrotar a un chica que dejo de jugar hace años.

—Por ese motivo. Quiero ver si sigue siendo la misma Sakuno Ryuzaki ganadora del torneo mundial de tenis infantil.

Me aleje de hay lo antes posible. Ese chico era el de ayer, el que quería jugar conmigo. Volví sobre mis pasos y fui directa a casa. La abuela me había enviado un mensaje pidiéndome que valla a la casa de los Echizen. No me sonaba buena la idea, pero no podía decirle que no a mi abuela después del trato de esta mañana. 

No me quedaba más que dejarme ganar. Mi iba a contar, pero lo intentaría. 

Lo que tenía claro es que ese Ryoma no me iba a dejar en paz a menos que jugara contra él. Y eso iba a hacer.

Continuará______________________________________________________________________

Perdonar la tardanza no hemos tenido tiempo para escribir, pero ya esta aquí el capítulo.

Desafíos del destino (ryosaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora