Ryoma
El entrenamiento paso mucho más ligero de lo que me esperaba. Jugar hacia que despejará la mente, que me sintiera yo mismo en el campo sin ningún problema que cargar. Suspiré, tome la toalla y me limpie el sudor de la cara. La tal Sakuno había venido con Ann a ver el entrenamiento. ¿No sé sentía rara al ver el tenis de nuevo?, me pregunté sin dejar de mirarla.
Era tan rara esta chica, siendo un profesional debería aceptar mi petición de echar un partido sabiendo que me ganará sin problema. No entendía por qué no quería jugar conmigo aunque sea solo un partido pequeña. Seguiría insistiendo hasta que aceptara, no me iba a rendir así por que si.
—Pequeñín —exclamó Eiji abrazándome con fuerza.
—No... respiro —intenté decir a duras penas.
—Eiji.kun, lo vas a matar —gritó Momo en mi ayuda como siempre.
Finalmente Eiji me soltó y me dejo respirar con normalidad. Los senpais le echaron la bronca por hacer eso y deje de prestarles atención cuando Ryuzaki y su nieta se pararon enfrente de nosotros.
—Chicos —llamó la entrenadora y todos se formaron—. A partir de mañana mi nieta se quedará a ver los entrenamientos, ¿de acuerdo?
—Sí entrenadora —exclamamos todos para después romper filas.
Yo me quedé mirando a la nieta de la entrenadora con asombra. Me acerque a ella y no pude evitar sonreír con malicia al ver que se ponía nerviosa por mi acercamiento.
—Por alguna razón me siento decepcionado —dije—, pero por otro me siento contento al saber que por fin nos enfrentaremos, Ryuzaki.
—No te creas tanto —dijo ella con una mirada penetrante—. No voy a jugar con nadie, solo ayudaré a mi abuela con algunas tareas de los entrenamientos.
—Así que tendrás que coger una raqueta —encaré una ceja al ver que desviaba la mirada hacía otro lado—. ¿Tienes miedo?
—Pues claro que no, idiota —volvió a mirarme—. Es solo que no me hace gracia tenerte al lado, me das asco.
—Valla, parece que tenemos a una gata con las garras afiladas.
Mi broma la hizo reír y no pude evitar quedarme viendo su sonrisa sincera. Después de días, por fin, por fin veía una sonrisa suya.
—Tienes una sonrisa preciosa.
Ella me miró nerviosa después de mis palabras. No me percate de que las había dicho en voz alta, así que con rapidez invente una escusa algo absurda.
—Como la de muchas chicas, claro.
Muy buena, Ryoma, has empeorado las cosas.
Mi conciencia siempre resaltando mis meteduras de pata. Al mirarla de nuevo me di cuanta de que me fulminaba con la mirada. Estaba enfadada, muy enfadada.
—A sí, pues mira que gracioso esta hoy en niño pequeño —dijo sacando su gata rabiosa interior—. Te diré una cosa, Echizen —me apellido dicho por ella se sentía extraño—, no voy a jugar contigo nunca en la vida, a'si que ya puedes ir buscando a otro contrincante con el que jugar, por que yo no voy a participar en tus juegos de niño malcriado.
—Oye —salté a la defensiva—, no soy un niño pequeño.
—¿A no? Y dime, ¿es de niños grandes tener un muñeco de peluche en su cuarto? —cuestionó cruzada de brazos manteniendo su figura fuerte.
Mi madre ha debido de abrir la boca, y mucho. Ya hablaría más tarde con ella.
—Eso es de mi hermano —intenté defenderme, pero fue imposible, tenía todo lo necesario para demostrar lo contrario.
—Así, eso no es lo que decía tu hermano entre risas.
—Lo mato —mascullo por lo bajo.
—¿Qué dijiste?
—Que no es de tu incumbencia nada de mi vida, y si quiero jugar contigo lo haré, eso tenlo por seguro, Ryuzaki.
Dicho eso ella se fue primero y dejo solo en la cancha. No me fui de ella hasta que la noche cayo del todo haciéndome imposible seguir jugando. Guarde las cosas y me fui para mi casa. No paraba de darle vueltas a la maldita conversación con Ryuzaki. Ella no quería jugar conmigo, pero aún así había aceptado ayudar a su abuela en el club. Sí, entendía que la entrenadora ya no pudiera hacer todo sola, pero nos tenía a nosotros para ayudarla en lo que fuera necesario.
Puede que en estos momentos sea necesario la ayuda de Tezuka. Se le echaba de menos ese aspirante a medico. Si eso se le daba mejor que el tenis me gustaría verlo en persona, no creo que haya algo que se le de mejor que darle a esa pelota sin parar.
Al llegar a casa me quité los zapatos y fui recibido por Kerupin.
Este se restregó en mí.
—Si, ya he vuelto, pequeño —le dije aún que no pudiera responderme.
Lo tomé en brazos y me subí al cuarto. Las luces de la cocina estaban encendidas y el olor a comida recién hecha se podía notar a kilometros de distancia.
—Ryoma, la comida esta lista —me gritó mi madre desde abajo.
—Enseguida bajo, ma —respondí cambiándome de ropa después de una cucha rápida.
Kerupin estaba echado en mi cama mirándome curioso.
—¿Qué? —encaré una ceja al ver que no hacía nada—. ¿Tan raro me veo?
—¡Ryoma! —gritó con fuerza mi padre.
—¡Ya bajo, un momento! —respondí en un grito.
—¡Date prisa, mamá no me deja comer a menos que tu no estés!
Entre pequeñas risas bajé y empezamos a comer tranquilos. Mi padre deboro todo lo de la mesa y no dejo nada. Mi madre le regaño mientras la ayudaba a recoger la mesa. La ayude también a fregar los platos y me quedé hablando ella sobre el tema de Ryuzaki.
—Hijo, es normal que no quiera jugar —dice ella con una sonrisa triste.
—No entiendo por qué no quiere jugar, pero sí ayudar a su abuela.
—Hijo —me miró—, por que subes a tu cuarto y miras el periódico que te he dejado en la mesa.
—Está bien —accedí a duras penas, mi madre siempre sabía como hacer que me rindiera a la primera sin siquiera esforzarse.
Subí las escaleras de dos en dos hasta que entre en mi cuarto. Karupin seguía en la cama, pero esta vez dormido. Me acerque a la mesa y tomé el periódico que mi madre me había dejado.
Era hora de saber por qué Ryuzaki no jugaba tenis.
Continuará...
NataWiliams (una de las autoras de esta historia, pasense por su cuenta para más historias Ryosaku) Spam xD
ESTÁS LEYENDO
Desafíos del destino (ryosaku)
FanficSakuno era una de las mejores jugadoras femeninas de tenis hasta que un trágico accidente hace que se retire. Años después, una persona oye hablar de ella y decide que sea su oponente.¿Qué pasara cuando estos dos se junten?¿Soy capaz de cambiar su d...