Capítulo 9

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Ryoma

Dejé la revista a un lado y bajé las escaleras corriendo. Ryoga me miró raro al verme correr hasta la entrado, no le tomé mucha importancia y prácticamente corrí a la casa de Ryuzaki. Solo había abierto la revista por la página que había señalada y una foto de Ryuzaki de pequeña jugando tenis se puso ante mi, se veía tan feliz jugando. Después de ese pensamiento leí el reportaje y quedé helado... Ryuzaki había perdido a sus padres y por ellos había dejado de jugar, o eso decían.

Solo ella sabe las razones de por qué dijo algo tan genial como el tenis.

Por como se comporta creo que esas suposiciones son ciertas: dejó el tenis por sus padres.

Entiendo sus motivos, pero no es el fin del mundo, vale, el deporte te hizo perder a tus padres, pero tienes a su abuela a demás familiares. No hay nadie como tú padres, lo sé muy bien, yo también dejé de lado a mis padres para concentrarme en el tenis.

Mi caso no era como el de ella. No tenía que comparar problemas tan absurdos como los míos con la perdida de unos padres.

Me paré delante de ella puerta y llamé al timbre varias veces hasta que unos pasos se escucharon. La entrenadora Sumire estaría en la preparatoria, así que la única persona que quedaba en la casa era su nieta.

—Vete —gritó ella al otro lado.

—Quiero hablar.

—No necesito tus palabras, ya sé que sabes lo de mis padres.

—Con más razón me tienes que dejar entrar —dijo, apoyando la frente en la puerta—. Por favor, Sakuno.

Era la primera vez que la llamaba por su nombre y me resultaba raro.

Silencio. Eso era lo único que nos rodeaba hasta que el click de la cerradura sonó haciéndome saltar por dentro de la alergia.

—Que sea rápido —salió corriendo hacia la sala.

La seguí cerrando la puertas atrás de mí. Me senté a una distancia prudente y comencé a contarle lo que había leído. No me creía la mayoría de las cosas que habían en las revistas de cotilleos que leía mi madre, pero de esta algo sí era verdad por lo que me estaba contando ahora Sakuno.

Era verdad que sus padres habían muerto y que ella había dejado de jugar por ellos.

—No es que no me guste —dijo ella—, o al menos eso piensa la gente, que dejé de jugar por aburrimiento y porque ya tenía suficiente dinero gracias a los torneos.

—Los torneos no te dan nada.

—Lo sabes muy bien, no, Ryoma.

—He jugado muchos, igual que tú, se las mierdas que hay detrás de ello —confesé.

—A mis padres no les gustaba que mi entrenador me presionará para ganar siempre, por ellos dejé un tiempo de jugar y me centre en mi familia y en mi vida personal.

Entendía lo que quería decir ser presionado, yo mismo me presionaba para poder ganas a mi padre de una vez por todas. Todo el esfuerzo que hice tuvo sus frutos tiempo después gracias a la entrenadora y al equipo de tenis. Ellos han sido mi apoyo para no rendirme y conseguir mi meta, ellos me detenían cuando me presionaba de más algunas veces.

—Te entiendo, yo mismo me presionaba —me miró con asombro—. Fue gracias a tu abuela y al equipo que tuve un tiempo de relax en todo eso.

—Mi abuela siempre me contaba que había un chico que se esforzaba al máximo en cada partido, en cada entrenamiento, nunca me imaginé que fueras tú ese chico del que me reía.

—¿Te reías de mí? —encaro una ceja.

—Sí, me divertía cada cosa que me contaba mí abuela de ti, sonaba como si el tenis fuera tu vida en ese momento.

—Lo era —nos miramos—, ahora todo a cambiado.

Sus ojos toman un brillo único, un brillo que he visto solo una vez en mi vida: mi madre tiene el mismo brillo en la mirada cuando...

—Tienes que irte —dice, sacándome de mis locos pensamientos.

—Sí, se esta haciendo algo tarde —me levanto y con ella detrás nos dirigimos a la puerta.

—Nos vemos mañana en clase y en el entrenamiento —estaba apoyada en la puerta, su voz sonaba cansada por alguna razón, eso me preocupo.

—Descansa, se nota que no has dormido —digo, sorprendiéndola—. Puedo preguntarte otra cosa.

—Claro.

—¿Por qué has decidido participar en los entrenamientos?

Su expresión se tensa cuando acabo la pregunta.

—Solo necesitaba volver a pisar la pista para darme cuenta que lo de mis padre no fue por el tenis. He tardado en darme cuenta de ello, pero al fin he abierto los ojos con el tema, ya no temo el perder algo al entrar en una pista de tenis, o al agarrar una raqueta.

—Me alegra oír eso —sonrío, sacandole un sonrojo.

—Bueno, adiós —se despide pero no se va de la puerta.

—Adiós —me despido también sin moverme.

La miro a los ojos y doy un paso más acercándome a ella. Tomo su mejilla y la beso, sorprendiéndola.

—Nos vemos mañana, Sakuno.

No ignoraré lo que ese simple roce de mis labios sobre su mejilla me ha hecho sentir en todo el cuerpo.

Continuará...

Desafíos del destino (ryosaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora