Capítulo 12

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Varías horas después de haber salido de la ciudad, nos encontramos con un maravilloso paisaje. LLeno de colores y naturaleza por donde vieras. Mi pueblo. Mi hogar, mi dulce hogar. La abuela pasó la mayor parte del viaje durmiendo, mientras que yo no podía conciliar ni siquiera eso. Por mi mente aún pasaba el simple beso de Ryoma en la estación antes de separarnos.

¿Por qué habrá hecho eso? No es típico de él mostrar semejante espectaculo frente a sus amigos. Algo que podía decir con seguridad de Ryoma Echizen, es que era la persona menos expresiva que conocía. Podía demostrar muchas cosas, sí, pero esas situaciones se daban en el tenis y rara vez en su día a día.

No he tenido la oportunidad de conocerle como es debido, y quiero hacerlo.

—Señores pasajeros, hemos llegado —avisó la mujer por megafonía.

La abuela despertó y tomamos las maletas del estante de arriba para bajar. La gente bajaba y se rencontraba con familiares o amigos en la estación. Nos quedamos esperando a que la hermana de mi madre apareciera para poder irnos con ella a la casa.

—No has dormido nada —comentó la abuela de la nada.

La vi de reojo. La afirmación que dió no me la esperaba, menos que se hubiera dado cuanta de ello.

—No tenía sueño —respondí sin más.

Ambas quedamos en silencio y no volvimos a mediar palabra hasta que la tía apreció. En el camino a la casa, las dos charlaron de la vida mientras que yo veía por la ventana. El mar se veía más hermoso de como lo recordaba de niña. Era cierto que venías cada año para el aniversario de la muerte de mis padres, pero nunca había tenido el cuerpo tranquilo cuando pisaba este suelo lleno de recuerdos.

¿Por qué me sentía tan tranquila de repente? ¿Era por lo sucedido estos ultimos meses? Desde mi llegada a Japón las cosas se habían salido de control, más al tener a Ryoma como principal culpable. No podía hecharle toda la culpa a él, yo también tenía que admitirla. Dejé de jugar y eso despertó la curiosidad de Echizen. Desde que lo deje, muchos han intentado que jugara contra ellos sin lograr nada.

Cuando recibí esa llamada de a abuela para que volviera, me resultó raro al rpincipio, pero ella tenía sus motivos: quería ayduarme, y sabía que de alguna manera, Ryoma me haría ver de nuevo lo bello del tenis.

No le negaba la ayuda, y tampoco que no estuviera funcionando. Me seguía negando a tomar una raqueta, pero, ya al menos no me pongo mal cuando veo a alguien jugando.

En America era avitual ver los partidos de tenis por la TV. Yo no podía siquiera prenderla por esa razón. En una de esa veces, pude oír claramente como la gente aclamaba el nombre de Ryoma, mientras que otros animaban a su contrincante.

Erik. Ese era el nombre de su rival. Ese chico...

—¡Saku-chan!

Un grito a mis espaldas y unos pasos rápidos e hicieron volverme. Corriendo hacía mí venía Rika, una vieja amiga que solo veía cada vez que venía.

—¡Rika-chan! ¿Cómo es que estas aquí?

Al llegar a nosotras, se lanzó a mis brazos. La abuela río divertida viéndonos.

Cuando el largo abrazo de bienvenida acabó, nos vimos sin poder mediar palabra. No sabía qué decirle, había tantas cosas. Mi llegada a Japón después un largo tiempo. Las novedades con el tema del tenis. Ryoma... Tantas cosas y tanto tiempo que no sé como distribuirlo para decirle.

—Tú tía me pidió que viniera a por vosotras.

—¿Enserio? —Digo asombrada— ¿Acaso conduces? ¿Qué has estado aprendiendo en estos años separadas?

Desafíos del destino (ryosaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora