Capítulo 13

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Los días siguiente los pasé con los ojos rojos e inchados de llorar. Nadie dijo nada al respecto.

El día en el que vería de nuevo la tumba de mis padres había llegado, y de alguna manera, este día se me hacía bola en el cuerpo. Por más veces que lo pasé, no seré nunca capaz de darle una sonrisa al mundo delante de ellos. No podré.

—No te fuerces —me dice la abuela antes de salir. Peina mi cabello y lo deja suelto.

—No lo haré...

Mi voz aspera de llorar era tan notable que no podía ocultarla.

—Eres fuerte, cariño —acaricia mi cabeza con ternura viendome por el espejo—, al igual que tus padres. Sé que no es el mejor momento, ni el único que hemos tenido pero...

—Abuela —la corté. Apreté las manos sobre mi regazo agarrando el vestido negro—. Hablemos luego de esto, ¿puede ser?

Ella asiente y marchamos con algunos familiares y conocidos. Pensaba que podría ver y hablar; pensaba que estaba preparada de verdad después de todo esté tiempo pero, a decir verdad, no es así. El miedo sigue recorriendo mi cuerpo haciendo que las lágrimas asomen en mis ojos. Tenía que ser fuerte. No solo por mí, si no, por todos lo que están aquí ahora.

De nuevo. Un vez más, frente a ellos, frente a los que nunca podré olvidar. A los que nunca dejaré de amar con mi corazón.

Las personas que me dieron algo por lo que vivir y soñar: mis padres.

Todos dejan flores y palabras. Todos se mantienen firmes una vez más.

Todos, menos yo...

—Cariño, vamos —la abuela y yo avanzamos siendo las únicas frente a ellos.

Los demás ya se habían ido, dejando este momento para nosotras.

—Hijo —comenzó la abuela sin romper en llanto—, ¿cómo has estado? Espero que estés cuidando de tu amada arriba, mientras vez como nos va. Sabéis que, desde que nos dejasteis, no hemos vuelto a ser las mismas. Dejamos de luchar, de creer y de realizar nuestros sueños por miedo a perder algo de nuevo.

Cerré los ojos conteniendo las lágrimas. Se refería a mí. Estaba haciendo algo que yo nunca he podido hacer: decirles cómo me sentí desde que se fueron.

—Sakuno, ha crecido mucho, ya no es esa niña que dejasteis atrás—sonríe con nostalgia—. Ahora más que nunca es una mujer, una que desea enseñaros el mundo y abrirse camino en el como una guerrera.

Agarro la mano de la abuela tomando una respiración profunda.

—Quiero seguir luchando por vosotros... quiero crecer de nuevo... deseo hacerlo de verdad pero, me da miedo dar de nuevo mi corazón a algo que me ha hecho perderos. Por más que mire, por más que quiera o desee hacerlo, no puedo. Tengo miedo. Para mí, jugar significaba estar más que nunca con mi familia. Todos esos torneos, todos esos premios no tienen valor para mí si no me veis.

Suspiro con el mar de lágrimas bajando por mis mejillas. La mano de la abuela aprieta la mía con fuerza dándome valor para continuar.

—No me gustaba la escuela. Me sentía diferente a los demás, pero, cuando jugaba, era otra. Después de participar en torneos y volverme conocida, todas aquellas personas que me despreciaban y hablaban mal de mi se acercaron por interés. Nunca os conté esto porque no era importante, no era nada que me hiciera feliz. Sí, sé que está mal no decir lo que te duele y lo que te hace mal pero, que podía hacer, era una niña que deseaba estar siempre con sus padres y feliz.

—Ahora no es así... Ahora, tengo amigos de verdad que si se llegan a enterar de mi pasado, de mi vida, no dirán nada malo.

Limpio mis mejillas húmedas y daba gracias de que la abuela me haya dejado sola para contarles todo.

—También, hay una chico que me ha estado ayudando un poco en todo este camino de superación con el tenis —río con el simple recuerdo de mi primer encuentro con Ryoma—. Estoy segura de que si lo hubierais llegado a conocerlo estarías muy felices de verme con él. No sé si lo amo, realmente, no sé si de verdad es amor lo que siento.

—Él ha sido la luz que me a iluminado el camino estas últimas semanas. Él, el chico menos esperado de mí mundo, ha sabido hacer que vea de manera diferente el tenis desde que os fuisteis. Él también es un jugador profesional. Incluso tenía mi edad cuando empezó a jugar. No estoy segura pero, su nombre lo llegué a ver en el papel donde venían los participantes del torneo al que íbamos. Ese día, habría sido nuestro primer encuentro tanto el la cancha como en persona. Habría sido nuestro primer encuentro el la cancha y en persona...

La noche me acompañó en todo lo demás que fui diciéndoles a papá y mamá. Ser capaz de decirlo después de tanto tiempo era liberador.

Nadie había decidido por mí en ese momento, nadie había estado detrás diciéndome algo o si acaso, mirándome con lastima, porque eso era lo que veía desde hace tres años: lastima hacía mi persona.

No quería que nadie sintiera eso por mí solo porque mis padres hayan fallecido cuando yo era pequeña.

No fue criada sola. No fue abandonada, y menos aún fue hecha con la idea de odiar todo lo que alguna vez me unió a mis padres. Sí, en más de una ocasión lo he mencionado, pero a quien mentía: me intentaba poner en lo peor.

Intentaba ver una salida dolorosa en vez de la real. ¿Cuál era? No sabía. El cuerpo me gritaba a llorar cada vez que veía algo relacionado con el tenis en aquel entonces, ahora... No.

Ahora más que nunca digo perdón a todo ese dolor que me hice pasar tantos años.

Pido perdón a todas esas personas que me apoyaron y que me dieron sus ánimos cuando yo no los acepté para nada.

Pido perdón a mi abuela por ser fuerte por ambas y por no rendirse conmigo.

Pido perdón a Ryoma y a esa primera conversación que tuvimos.

Pido perdón a todo el mundo por mis lágrimas.

¿Volver a casa? Volver era lo que más deseaba hacer.

Abrazar a mis nuevos amigos. Abrazar a Ryoma.


Continuará....

Mi Sakuno bella y hermosa cuanto a crecido jajaja

NOS VEMOS


Desafíos del destino (ryosaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora