El Corazón de Rebeca

 Cuando una persona está enamorada es capaz de hacer cualquier cosa. Por amor se han iniciado guerras, se han terminado fraternidades, se han roto corazones y en el mundo hay cada vez más personas dispuestas a hacer lo que sea por amor. A veces somos capaces de hacer el acto más romántico, pero algunos son capaces de las atrocidades más inimaginables

Rebeca se despertó gritando de dolor en mitad de la oscuridad de una habitación que le resultaba desconocida por completo, las paredes pintadas en color salmón estaban adornadas con cuadros de flores que eran desconocidos para ella. Rebeca tenía el cuerpo entumecido, los dedos de sus pies estaban fríos y le dolían, se quitó la sabana que cubría su famélico cuerpo, tan solo para revelar la gran cantidad de hematomas que tenía en las piernas; se intentó levantar pero sus brazos estaban cubiertos por vendajes que en algunos puntos dejaban ver manchas de sangre. Rebeca tenía un suero en la mano derecha pero ambos brazos estaban vendados, su cuello también tenía una venda, al igual que su frente y su rostro abultado era signo del abuso que había sufrido. La mujer intentó incorporarse pero al colocar sus pies sobre la alfombra sus fuerzas se desvanecieron y un doloroso recuerdo atacó su memoria.

Una habitación sin adornos o ventanas, con una única lámpara blanca sobre su cabeza la recibieron al despertar y de un monitor empotrado en la pared, un hombre con una máscara blanca con ojos rojos y una siniestra sonrisa mal dibujada en color negro le daban la bienvenida. Rebeca gritó al recordar aquellos ojos, pero nadie entró por la puerta de la habitación. La mujer se arrastró hasta los límites del cuarto donde estrelló su espalda contra la pared e intentó incorporarse, pero al ver su cuerpo comenzar a sangrar a través de los vendajes perdió la voluntad y nuevamente sus recuerdos la atacaron.

--- Su esposo nos debe, usted fue seleccionada como pago

La voz de la máscara era mecánica, carente de emociones o de vida, para la mujer lo que le hablaba a través de la máscara era la muerte.

Rebeca gritó nuevamente con todas sus fuerzas y esta vez escucho movimiento por los pasillos fuera de su habitación, pero no parecía haber nadie con ella. Rebeca comenzó a llorar y a susurrar mientras se sujetaba el abdomen que estaba cubierto por una gigantesca venda mientras los recuerdos la asaltaban nuevamente. Esta vez la puerta se abrió y entraron un par de enfermas que vieron a Rebeca en el suelo, llorando, sangrando, sujetándose el abdomen mientras susurraba el nombre de su esposo

--- Por favor, pídanle a Ricardo que venga....,

Pero su esposo no llegaría a verla ese día y pasarían muchos años sin que Rebeca supiera de él.

La alarma de Rebeca sonó a las seis de la mañana, pero a la mujer le costó tres alarmas más para poderse despertar. Cuando por fin logró levantarse la sensación de vacío la acompañaba otra vez. Se levantó sin ánimos y se paró frente al espejo, Rebeca era una mujer delgada de bella complexión física, su pecho aunque pequeño era duro como frutos maduros, sus caderas eran angostas y su trasero aún estaba firme a pesar de estar en la treintena, sus piernas eran largas y estaban adornadas por un tatuaje de forma tribal que asemejaban a una sirena, recuerdo de cuando era una nadadora universitaria y de su promesa de ir a unas olimpiadas, promesa que no pudo cumplir por su matrimonio fallido. Se agitó su larga cabellera rizada y caminó en dirección al baño donde se deshizo de su ropa interior y puso la música de su celular. Su día comenzaba otra vez.