El pasado te encontrará

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Mellrrick observaba al detective Müller tras la infinita torre de documentos foliados en relación al caso del asesino de las argollas, aquel monstruo había tenido una siniestra marca de cuarenta víctimas fatales, todas asesinadas indirectamente por siniestras pruebas que terminaban en terribles suicidios provocados, ante aquella revelación Mellrrick se sintió diminuto, Rebeca había sido la única sobreviviente de una bestia como aquella y se había abierto con Mellrrick. Aquel acto dejaba a Mellrrick que no había estado a la altura de sus revelaciones.

--- La lista de sospechosos es cuando menos abrumadora y es difícil encontrar un patrón en todo lo que involucra a las personas. A mi manera de entender era un chiflado que veía parejas en la calle y las secuestraba. Con Rebeca sin embargo eso es distinto, es alguien que está relacionado al caso anterior y que no pudimos encontrar--- Ante aquella última frase el detective Müller se deprimió, sabía que había hecho todo lo posible por recabar pistas, por encontrar conexiones, lugares donde habían vivido, casas, empleos, familiares, lugares que frecuentaban, pero aquello era absurdo, algunas veces coincidían por la cercanía y porque vivían en la misma ciudad, pero eso no significaba nada, no había manera de encontrar un enlace claro, escuelas, universidades, campos de golf, el trabajo era cuando menos frustrante y ahora Rebeca estaba de nuevo en peligro.

--- ¿Qué fue del asesino anterior? Usted lo atrapó o lo mato, así que supongo que debe tener algún registro--- Preguntó Mellrrick ojeando de mala gana los documentos, estaba adentro con el detective gracias a sus poderes mágicos, gracias a que había influenciado a un agente de la ley y aquello podía pasarle factura, pero era lo que estaba dispuesto a hacer por amor a romper las reglas de nuevo, una y otra vez hasta que Rebeca estuviera a salvo.

--- Murió, murió el día que salvamos a Rebeca, junto con otra persona, una policía que era mi compañera y al igual que cuarenta civiles.

La respuesta no dejo satisfecho a Mellrrick quien agradeció el gesto y salió de la comisaria de la ciudad, bajando las escaleras del gran edificio de la policía hasta llegar a donde lo esperaba el vaquero, quien al verlo le abrió la puerta del co-piloto y juntos se marcharon a su casa en la ciudad, algo estaba terriblemente mal y Mellrrick sentía que no podía detenerlo.

Rebeca estaba sentada en el comedor de casa de su madre, había pasado la mañana en pijama y no se había encontrado con ánimo de hablar con nadie, menos con Mellrrick, quien le había marcado todo el día y enviado mensajes, el último había sido bastante directo <No me busques más> ella sabía que lo hacía por él pero seguramente el mago no lo entendería y aquello la desgarraba por dentro, Rebeca sabía que había comenzado a albergar un sentimiento por aquel chico, de encantadores modales, con sonrisa fácil y mirada profunda y durante un tiempo pensó y contempló la felicidad como una opción, pero ahora se sentía de nuevo atrapada, se sentía de nuevo decepcionada y las viejas heridas en el cuerpo le dolían, se sentía vulnerable y cuando se sentía vulnerable se acordaba de su antiguo esposo...,

Ricardo Montenegro era un hombre bueno, siempre lo había sido, se conocieron en la universidad, después de que Rebeca llegara tarde a una clase de economía, ella había estudiado administración de empresas, él era un estudiante de contaduría así que tenían un par de clases juntos y aunque nunca habían hablado todo cambio después de ese día. Rebeca entró tarde al salón de clases así que su lugar habitual había sido ocupado, se sentó justo frente a Ricardo, un chico alegre de cabello castaño un tanto largo, muy alto, de mentón cuadrado y ojos avellana. Ambos se saludaron con un movimiento de cabeza, una cortesía en realidad, ambos pertenecían a los equipos escolares, se habían visto mas no se hablaban, repentinamente Rebeca recibió un mensaje de su madre, era una fotografía, en ella estaba un bebe y el mensaje: "Es mi nieta, es tu sobrina" Rebeca sonrió ampliamente y casi brincó de la emoción, llenando la atención del profesor pero no interrumpió su clase; escribiendo tan rápido como podía para saber todos los detalles.,

El Corazón de RebecaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora