Un nuevo día

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Rebeca abrió los ojos con fuerza y pudo incorporar la mitad de su cuerpo sobre la cama, sujetando las sabanas frente a su pecho, con la respiración agitada, una terrible pesadilla en la que saltaba del puente se había materializado frente a ella y entonces la chica intentando salir, se despertó abruptamente. Pero en su habitación había algo diferente. Rebeca tenía un cuarto amplio, con muebles en color negro, una lámpara de pie y su ropero frente a su cama además no tenía ningún espejo. Sin embargo la habitación en la que se encontraba era distinta, se trataba de un cuarto un poco más amplio que el suyo, con paredes en color blanco, con detalles en morado que se fusionaban con elegancia con la decoración de la habitación. La cama era comodísima, con una sábana y un cobertor que equilibraban la temperatura, frente a la cama había un espejo y en diagonal una televisión, del lado derecho pasando la puerta se encontraba un mueble en color morado opaco y sobre el mueble una lámpara blanca cubierta con una tela delicada y una taza de té que aun humeaba. En el plato que sostenía la taza, que parecía de porcelana blanca, había una nota con pulcra caligrafía que decía: Si necesita ayuda con algo toque el timbre. Rebeca examinó la nota, la taza de té y pudo ver al final del mueble, un pequeño botón con forma de campana. Rebeca lo tocó casi por accidente cuando lo examinaba y el sonido de una campana se escuchó afuera de la habitación, un par de segundos después una amigable voz se anunció antes de tocar la puerta.

--- Buenos días... ¿Ha dormido bien señorita?

Rebeca se encontraba sorprendida, intentó responder pero la puerta se abrió y bajo el umbral de la puerta apareció una amable mujer de robusta figura, piel oscura, con el cabello recogido con cierta elegancia, un vestido sencillo adornado con flores y una bandeja de plata el desayuno servido. Pan de casa que se veía esponjoso y delicioso, fruta picada de una gran variedad, jugo y leche, además de queso y hotcakes con una variedad de aderezos. La pansa de Rebeca se rindió antes de que la chica pudiera saludar.

--- Adelante hija, come lo que gustes, que noche tan terrible debiste pasar, pobre de mi niña. Ven come lo que gustes, el pan es recién hecho, nuestro cocinero es una maravilla. Te he traído jugo o leche, puedes beber ambos o puedes beber una sola cosa, si necesitas lo que sea, por favor pídelo, el joven Drake ha sido muy específico en que debemos atenderte, Cómo si necesitáramos sus órdenes para cuidar a una bella jovencita como tú, ¿Puedes creerlo? Ahora estás bien, estás con nosotras, ya habrá tiempo de responder tus dudas, lo importante es que comas y te recuperes.

Rebeca no supo que responder, la actitud de la mujer, la forma de su rostro, la amabilidad y el ambiente de aquella habitación, dejaron sorprendida a Rebeca en todo momento, por lo que finalmente sólo pudo expresar un: Gracias. Mientras se quitaba el cabello de su rostro y sostenía la charola que la mujer le había dado.

---- No, no, no. No hay nada que agradecer. Desayuna aquí con toda calma, si gustas darte un baño te hemos dejado una toalla y ropa limpia, la he ido a comprar en cuanto supe que estabas aquí. Tu pijama se ha metido a lavar y estará lista cuando termines, por supuesto yo misma te he cambiado, a ningún hombre de la casa se le ha permitido verte, ni siquiera al mismo Mellrrick. Pero descuida todos son buenos chicos. Ay creo que hablo demasiado. ¿Crees que hablo demasiado?, en fin come tranquila, puedes ver la televisión, eres bienvenida a la casa de Drake.

Antes de que Rebeca pudiera contestar, la mujer se levantó y se marchó con un alegré caminar, cerrando la puerta tras de sí. Rebeca ante lo hilarante de la situación sonrió un poco y prendió la televisión. Estaban las caricaturas, así que decidió ver a Buggs Bonney mientras desayunaba al igual que cuando era una niña.

Terminó de desayunar y el pan verdaderamente estaba delicioso, la fruta era fresca y los hotcakes estaban en su punto, había sido un sencillo manjar digno de su propia madre y al terminar de comer no pudo evitar sonreír. Se levantó de la cama y colocando la bandeja de comida en el suelo hizo la cama tan bien como podía, después colocó los platos sobre la colcha y se acercó al espejo; se veía diferente, se sentía diferente, pero no podía entender con claridad el porqué, pero le gustaba aquella sensación. Se acercó a una silla que había frente al espejo con la ropa que había dicho la mujer de piel morena y la examinó. Era ropa interior de color blanco hecha de algodón suave, un pantalón vaquero, tenis de color blanco de piso y una blusa de manga larga que terminaba holgada de los puños. Sujetó la ropa y abrió la puerta. El pasillo estaba desértico salvo por una puerta cerrada frente a la puerta de su habitación en color blanco sin adornos y una puerta en diagonal abierta, que mostraba el interior del baño. Rebeca se encamino a baño y cerró la puerta una vez que estuvo dentro. Colocó la toalla sobre el barandal y observó el amplio baño con azulejos de color blanco con adornos en color café, un espejo con un lavamanos, con una infinidad de productos para el cabello, peines y cepillos de dientes, donde también encontró una nota: Son para ti, por favor, usa los que más te gusten.

El Corazón de RebecaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora