C19: Juramento eterno

16 3 0
                                    

Maya

Ahora qué sé quién soy, no tengo palabras para describir lo que siento. Es una extraña combinación entre coraje, impotencia y, decepción. De haberlo sabido durante todo éste tiempo, hubiera regresado al cielo para enfrentarlo una vez más, con o sin esa parte de mí, que él ha robado y tal vez algún día pueda recuperar. Por otra parte, estoy satisfecha por haber conocido a las demás chicas, ya que sin ellas quizás nunca hubiera visto el mundo de tal manera, lo que me enseñó una  gran lección de vida. Tampoco me arrepiento de haberme ido, es más, si no lo hacía, nuestra Asméredid nunca podría ser llamada, ya que sin mí las damas tampoco lo sabrían; a excepción de Feres, un caso muy distante del nuestro. Cuando despierto, sigo justo en la posición en la que me encontraba al «verme» en aquel laberinto, pues, las cosas no parecen haber cambiado tanto. Rápidamente mi afirmación se desvanece en cuanto una luz cegadora ilumina la sala. Me doy cuenta que en realidad estaba el espíritu separado de mi cuerpo, y es ahora cuando mis sentidos en verdad se activan. El temblor causa que una parte del sitio quede en añicos, mientras se abre una sección del suelo, quedando un estrecho camino rodeado de vacío a ambos lados, que conecta hacia donde se encuentran las chicas, que logro divisar vagamente, ya que las plantas aquellas que me atan están tapando mi vista, y luego empiezan a escocer. Siento cómo arden al entrar en contacto con mi piel, y, enseguida se marchitan, haciéndome saber quién lo hizo. Feres, inexplicablemente, está aquí. Al parecer, pude traerla por medio de mi mente, y la misma pudo salir de ella, dándose a conocer a las demás. Luego de una cálida bienvenida, varios encuentros y reencuentros –algunos no tan cálidos, como el de Lei–, les explico que debemos poner en marcha nuestros objetivos. Al ver que la nube de mi querida amiga se evapora, procedo a crear una nueva para ella. Sin embargo, luego de las emociones y abrazos; la pregunta más importante es:

— ¿Pero dónde y qué debemos hacer para convocar su presencia? —preguntó Mizu, levantando la mano. En verdad es un detalle importante en nuestra misión.

— No, basta. No hay de qué preocuparse, ya que estamos en el lugar adecuado para que ocurra todo —inquiere la de cabellos anaranjados—. Nadie nos descubrirá en un sitio abandonado. En cambio, lo que debemos hacer es, el juramento.
Todas y con curiosidad, dirigimos nuestra atención y miradas hacia Feres. Ella ha de saber cosas que nosotras no, como ya he recordado, y explicó a Mizu y Lei. Esperando a que prosiga y otorgue más detalles, analizo lo que acaba de decir.

— ¿Juramento? —pregunta Lei, sin soportar la espera. Feres le da una mala mirada, ellas parecen conocerse y, no llevarse muy bien, por todo lo que he visto hasta ahora.

— Así es. Tiempo antes de nuestra inexplicable muerte —dice recalcando las tres últimas palabras, cosa que nos intriga pues, según ella entonces, ¿no habría razón para que sucediera? Claro, Asméredid murió pero, ¿bajo qué circunstancias? Eso no lo sabemos, según ella. Parece que hay secretos que no podremos aún descifrar, e ignorábamos ese gran detalle—, y además, que fue al mismo tiempo de ser creadas, juramos lealtad eterna a nuestra reina, diosa y creadora, por sobre todo lo que sucediera con nosotras, lo que incluye…

— …Ser despojadas de nuestros recuerdos —concluyo, capto sus miradas por un  segundo.
— Exactamente.

— Así que, básicamente, si hicimos ese juramento… ¿volverlo a hacer o “renovarlo”, hará que aparezca una señal que nos diga en dónde está? —pregunta Mizu con entusiasmo. Parece estar tan emocionada como yo, por todo lo bueno que ha sucedido hoy.

— Pero para ello necesitaríamos renunciar a las vidas que construimos aquí, además de recitar el susodicho juramento, que no sabemos aún cuál es. —Lei tiene razón, aunque lo dice con un tono provocador.

No quiero que ellas dos se peleen. Recuerdo muy bien la rivalidad entre ambos territorios, pero éste no es el momento. Mi amiga peliazul y yo nos miramos preocupadas, como si pudiéramos leernos la mente.

The Fifth.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora