Stella encontraba el nombre de Luke muy familiar. ¿Dónde lo había escuchado?
—Yo soy Stella.— Dijo la chica. Luke asintió con la cabeza lentamente, como si estuviese procesando la información dada.
—¿Conoces a la cumpleañera?— Preguntó el rubio, y Stella sonrió de medio lado.
—Soy yo.— Luke abrió sus ojos y levantó ambas cejas, expresión que le causó mucha gracia a la castaña.
—Oh... feliz cumpleaños. Lo siento, no sabía...
—No tenías que saber.— Dijo Stella, sonriendo. Luke miró al suelo.
—Y... ¿lo estás disfrutando?— Stella se tomó unos segundos para dar una respuesta.
—Es mucho mejor que la reunión que mis padres tenían para mí.—Ambos rieron en un tono bastante bajo.—¿De dónde conoces a Rok?— Luke levantó la mirada y posó sus ojos en los de Stella.
—No lo conozco. Un amigo lo conoce y él me invitó.
Los dos adolescentes se quedaron en silencio. No era de esos silencios incómodos, más bien era de esos silencios que reconfortan y te relajan. Aquellos que se necesitan de vez en cuando. Stella estaba acostumbrada a vivir en un ambiente de risas y reuniones que acababan en pequeñas borracheras, y había aprendido a apreciar esos momentos de tranquilidad.
El silencio que había entre ellos no era total, ya que estaba el murmullo de los demás y la música de fondo. Era extraño. Stella miró a Luke lo más disimuladamente que pudo. Su cerebro seguía buscando desesperadamente el lugar donde su cabello rubio y su nombre resultaban familiares.
Stella podía ver el nerviosismo en los ojos y los labios del chico. La castaña era una chica hermosa, siempre se lo decían. Conocía a la perfección el efecto que causaba en los chicos, y las inseguridades era algo que había quedado enterrado en el pasado de sus doce años.
Pero no era presumida, y odiaba que la confundieran con ello. Tenía presente que ser hermosa y saberlo es muy diferente a creerse la mejor.
Fue en ese momento cuando pudo ver una pequeña cicatriz—no más de cuatro centímetros de largo— en la sien del chico. Stella parpadeó y volvió a buscar la marca, pero no pudo verla.
Una serie de confusas imágenes pasó por su mente.
Varias risas, el olor de las galletas de su madre recién hechas. Un ruido seco, un gemido de dolor, seguido de una mancha color rojo oscuro y las manos de su padre tapándole los ojos.
Stella irguió su espalda y pensó en algo para poder hacer que aquellas imágenes que no recordaba haber vivido desaparecieran de su cabeza.
—¿Quieres tomar algo?—Preguntó Stella. Hasta hacía unos pocos meses, ella nunca daba el primer paso. Aunque tampoco estaba segura de si ofrecer un trago en su propia fiesta era un primer paso.
—Ehm... sí. ¿Quieres que te acompañe a buscar algo?— La castaña negó con la cabeza.—Mejor quédate aquí, guardando los puestos.— Sonrió. —¿Quieres algo específico?
—Sorpréndeme.— Stella creyó sonrojarse, pero no pararía a comprobarlo, así que se dio media vuelta y fue a la pequeña barra que Rok tenía.
(...)
Stella le entregó uno de los cócteles en la mano a Luke. Éste le preguntó si tenía alcohol, y ella mintió, diciéndole que no. El trago tenía unas gotas de vodka.
(...)
Ninguno de los dos estaba borracho, pero tampoco se podía decir que el alcohol no había causado efecto. Eso era lo que Stella había buscado desde un inicio. Luke le había agradado, pero necesitaba un pequeño empujón. ¿Qué mejor empujón que el vodka?
Un grupo de unos trece o catorce chicos y chicas estaban sentados en la grama en forma de círculo, jugando verdad o reto.
Todos saben que lo peor del mundo son un grupo de adolescentes jugando verdad o reto bajo los efectos de alguna droga. Stella y Luke, que habían estado hablando de cosas sin relevancia durante unas dos horas—como su país preferido o la película Disney que más les gustaba—decidieron unirse al juego.
Pasaron algunas rondas, en las cuales algunas prendas de ropa acabaron unos metros más lejos y varios cigarrillos fueron compartidos.
Por casualidad de la vida, Rok le preguntó a Stella, quién estaba empezando a confundir algunos colores.
—¿Verdad o reto?— La voz de su compañero sonaba algo distante, pero la estaba pasando genial.
—Hmm... verdad.— Hasta su propia voz se escuchaba extraña.
—¿Es cierto que le atraes al profesor de Física?— Stella estalló en carcajadas sin saber porqué. La pregunta no era graciosa. Lentamente negó con la cabeza.
Rok rió con ella, y le pidió a unos amigos que se la llevaran para que se recostara en algún sitio.
(...)
Eran las tres de la mañana y Stella sabía que debía regresar a casa pronto. Luke estaba a su lado.
—¿Por qué no estás jugando verdad o reto?
—Me aburrí.— Respondió él.
—Ugh, debo regresar a mi casa. Pero no quiero irme.
—Puedo llevarte.
(...)
Luke se estacionó unos cincuenta metros antes de llegar a la casa de Stella.
—Gracias por traerme, no tenías que hacerlo.
—No es nada.
—Emm... bueno. ¿Adiós?
—Adiós.
Sin pensar en las consecuencias, Stella se inclinó hacia adelante y juntó sus labios contra los de Luke.
n/a: stella calma tus hormonas por favor.
varias me pidieron capítulo so... aquí está, espero que les haya gustado.
dedicado a nialldrunk, gracias por tus votos y tus comentarios c: a las que pidieron dedicación en el capítulo anterior, ya las tengo anotadas. si quieres una dedicación, sólo pídela y serás anotad@.
gracias de nuevo por sus votos y comentarios :)
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treehouse ; lrh
Fanfiction¿no estás muy grande para tener una casa del árbol? posiciones más altas; #43 fanfic, #06 cuento