Luke lanzó con rabia la puerta de su habitación mientras la impotencia subía por su garganta y se transformaba en lágrimas.
Odiaba a su padre, odiaba sus decisiones y odiaba la vida que le había tocado vivir desde que aquél accidente en la casa del árbol había ocurrido. Tantas consecuencias había traído consigo, que se veía obligado a vivir una vida que nadie merecía.
Escuchó la voz de su progenitor llamándolo desde la cocina, pero la ignoró por completo. No quería escucharlo, no quería verlo, y mucho menos quería pensarlo. Deseaba alejarlo lo más posible de su vida, aunque fuese por un par de horas.
Lloraba de impotencia y melancolía. Desde el abandono de la mujer que le había dado la vida, su padre nunca fue de aquellos que decía que llorar no era de hombres. El mismo Luke lo había encontrado derramando ríos de lágrimas en nombre de su ex-pareja más allá la medianoche.
Terminó golpeando una almohada y pateando una silla, en una búsqueda infructuosa de descargar su ira.
Se iba. Por enésima vez en su vida, se iba. Pero esta vez no era un cambio de colegio ni un cambio de vecindario. Se iban a Francia.
(...)
El teléfono sonó y Stella contestó sin ver el identificador.
—¿Aló?
—Stella, soy Luke.
Habían pasado tres semanas, y la voz de rubio se sintió en los oídos de la joven como una manta en una mañana fría. Ella no se había percatado de la falta que le hacía y del vacío que dejaba.
—Hola, Luke.
—Necesito hablar contigo y es más urgente que nunca. ¿Cuándo podemos vernos?
Con el teléfono en una mano y un vaso de limonada en la otra, Stella caminó por la cocina y de apoyó en el marco de la puerta que daba hacia el jardín. Con sorpresa vio a su hermano leyendo un libro en la casa del árbol. Su rostro se volvió una mueca de incredulidad y llevó el borde del vaso a sus labios. Tomó un sorbo, sin despegar sus ojos de su hermano. Era bastante inesperado.
—Tengo mucha tarea que hacer. ¿Cuánto tiempo crees que te tardarías?
—No sería más de veinte minutos. ¡No, veinte no! Quince.
Veinte o quince minutos era prácticamente nada. Stella no quiso desgastarse a sí misma pensando cuál sería el tema del cual hablarían, así que se concentró en establecer un momento de encuentro.
—¿En el parque al lado del instituto en una hora?
—Sí, si. No hay problema. Eso es perfecto.
—Vale... nos vemos.
—Nos vemos.
Y colgaron al mismo tiempo. Stella dejó el teléfono en su sitio y subió hacia su habitación para decidir qué ropa ponerse. Acababa de dejar su móvil cargando cuando escuchó algo romperse y luego un golpe seco.
Ignoró aquella serie de sonidos hasta que sus oídos captaron unos gritos ahogados y unos escasos sollozos que sólo podían pertenecerle a su hermano Patrick.
¿Qué habrá hecho ahora?Alcanzó a pensar Stella mientras bajaba tranquilamente por las escaleras. Seguramente sus padres estaban dormidos y no lo escuchaban. Pero cuando llegó a la cocina y logró ver hasta donde su hermano se encontraba, vio la escalera de la casa del árbol rota y su hermano llorando en el suelo.
—Mierda.—Murmuró mientras corría al árbol, y empezó a gritar los nombres de sus padres, esperando que la escucharan y la ayudaran.
No había sangre, pero los quejidos de su hermano no eran normales. Stella se arrodilló a su lado sin saber que hacer.
Era como si todo se estuviese repitiendo, y era terrorífico.
n/a: nO ESTOY MUERTA, ESTABA DE PARRANDA *aplausos falsos* mierda, ¿de verdad estoy actualizando? siento tanto todo el tiempo que estuve desaparecida, pero tenía otro bloqueo más y no quería escribir cualquier cosa.
en el capítulo que subí hace como dos meses no hubo casi comentarios, y los que habían eran en su mayoría cosas como "síguela" "nueva lectora, síguela pls" y nO. agradezco que lean, pero de verdad los comentarios que aportan algo son preciosos de leer, just saying.
la novela está llegando a su final btw.
voten y comenten, las amo.
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treehouse ; lrh
Fanfiction¿no estás muy grande para tener una casa del árbol? posiciones más altas; #43 fanfic, #06 cuento