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Lo observé beber su café en silencio, arrepintiéndome de haberlo dejado entrar no sólo a mi departamento sino también a mi corazón.

El chico que me gustaba, que me había pintado el mundo de colores cuando veía todo blanco y negro amaba a otra persona, a su ex, a su maldita ex que se iba a casar con un puto japonés. No lo podía creer.

El teléfono volvió a chillar con un sonsonete de lo más irritante y aunque quise tirarlo por el balcón, respondí con un simple "Bajo" para luego colgar.

Me encontré con seis muchachos callados y apagados en la entrada de mi edificio, quienes al verme amablemente me dedicaron una reverencia, la cual no respondí. El reloj casi marcaba las tres de la mañana y el dolor junto al cansancio me habían comenzado a pegar fuerte.

Una vez en el ascensor me percaté de un pequeño moratón que yacía debajo del ojo de Jungkook y que, por alguna razón, supuse que había sido gracias al muchacho que borracho se encontraba bebiendo café en mi departamento.

- ¿Ha sido Jimin? -pregunté con indiferencia al más chico quién asintió haciendo una mueca de dolor mientras se tocaba la magulladura viéndose en el espejo del ascensor.

- Se puso muy borracho -soltó el más pálido y callado del grupo, excusándo a su amigo-, dijo e hizo muchas estupideces.

Llegamos a mi piso segundos después que los más grandes junto a Taehyung, quiénes habían tomado el segundo ascensor, e ingresaron a ni departamento pidiendo permiso como si fueran un grupo de intrusos.

Jimin seguía tal cual lo había dejado, sentado en una de las banquetas con la taza llena de café en la mano, inmerso en sus pensamientos que de seguro estaban lejos de lo alegre. Al escuchar el sonido de la puerta cerrarse, se giró hacia sus amigos con los ojos vacíos quiénes lo miraban algunos con preocupación y otros con enojo.

- ¿Cómo estás, Jimin-ah? -preguntó Hobi con suavidad, acercándose lentamente a él para palmear su hombro con cariño.

Pero él no se inmutó, sus ojos viajaron por cada uno de los presentes hasta detenerse sobre mí. Cada segundo de silencio, de contacto visual me hacía temblar, triste, frustrada y por sobre todas las cosas, decepcionada. No con él, sino conmigo.

- ¿Emma? -preguntó con los ojos entrecerrados para luego abrirlos en señal de sorpresa, seguía borracho, de eso no cabía duda alguna- ¿Qué haces aquí?

-Es mi casa -solté con indiferencia cruzándome de brazos.

- ¿Cómo que tu...? -miró a su alrededor confundido para luego cerrar los ojos y bufar.

- Vamos, Jimin -mandó SeokJin cómo todo un hyung responsable y enojado-, es tarde y Emma se tiene que acostar.

- ¿Qué hago aquí? -preguntó mirando a todos los presentes, totalmente confundido y borracho, sin entender nada.

- Llegaste llorando porque Eunji se va a casar y te he servido café -la fuerza que estaba haciendo para no largarme a llorar era bestial pero de todas formas, supe controlar mis emociones y hablar indiferentemente.

Todos, inclusive el inexpresivo de Yoongi, me miraron con cara de pánico, sabían que seguro había dicho alguna idiotez pero no a ese nivel, bueno... Más que idiotez fue un sincericidio.

- Vamos -indicó Namjoon con su voz grave y profunda-, queremos dormir y Emma también.

- Mañana tengo que trabajar -solté con una indiferencia tan verídica que parecía ensayada.

Jimin asintió y cuando logró bajarse de su asiento, torpemente como todo lo que hacía, clavó sus ojos nuevamente en mí. Cada milésima que me miraba se sentía como millones de puñales clavándose en mi estúpido corazón.

house of cards; jimin ▪COMPLETA▪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora