008

115 15 3
                                    

La semana restante la pasé pegada a Sophie, ella venía a casa o yo iba a la suya, era instinto.

-Voy a mudarme y no tendrás que volver a ver a ese idiota nunca más, ¿sí?

Le contamos a mi hermana y a mi madre lo sucedido, ambas no salían de su asombro, pero cuando llegó el turno de papá, quien volvía de trabajar, soltó un simple "menudo hijo de puta" el cual me hizo reír ya que a mi padre nunca le había terminado de caer bien y tampoco era de insultar.

Benjamín se apareció varias veces en mi casa, rogando por perdón. La primera vez fue mi madre quien abrió la puerta, y con algo de vergüenza le preguntó si yo estaba disponible.

-Me parece que lo mejor es que le des su espacio. No está para nada feliz con lo sucedido, lo siento-soltó lo más dulce que pudo, aunque se le notaba el odio.

Volvió a aparecerse el lunes, y fue Sophie quien lo atendió.

-¿¡Alguien ordenó un imbécil!?-gritó hacia el interior de mi casa-. Creo que no, ¿por qué no mejor te vas a hacer algo productivo con tu vida? Por ejemplo puedes morir jugando videojuegos o viendo algún vídeo porno, de esos que a los estúpidos como tú les gustan tanto.

-Eres una retrasada-le contestó con ira.

-No creo que le guste mucho a Emma que me insultes de esa forma-respondió con altura-. Deberías estar besándome los pies, pero ni para eso sirves. Vete de una puta vez, qué pesado.

Llegó el día del regreso más rápido de lo esperado. Había salido con mi familia varias veces a comer, a tomar algo con mi hermana y de compras con mi madre, pero sentía que no los había disfrutado lo suficiente. Mi vuelo salía ese mismo viernes a las 7 de la tarde, así que a las tres ya con todos los bolsos casi listos, esperé a Sophie para que viniera con nosotros al Aeropuerto. Tocaron la puerta con un golpe seco, supuse que era mi amiga pero me llevé una sorpresa, una desagradable sorpresa.

Benjamín se encontraba cabizbajo con un ramo de flores blancas, sigo sin tener idea que tipo eran. De todas formas no le cerré la puerta en la cara y le pregunté que necesitaba.

-Sé que te vas a ir hoy y quise traerte un regalo.

-Pues vaya regalo me has dado-no, no me refería a las flores.

-Emma, por favor, déjame explicarte-imploró. Acepté sólo para luego mandarlo a la mierda-. Tú estabas lejos, casi ni me hablabas, yo me sentía solo y tomé una mala decisión, pero realmente te amo y quiero estar por el resto de mi vida contigo-mi rostro se mantenía neutro, sin emitir sentimiento alguno.

Me miró desconfiado, nervioso y avergonzado. Todo eso se vio reflejado en sus ojos marrones, pero no vi nada de arrepentimiento. "Idioootaaa" canturreaba mi mente.
De repente tomó aire, me tendió las flores, se agachó y comenzó a buscar algo en sus bolsillos.

-Me tiene que estar jodiendo-susurré.

-Emma Perkins, he pasado contigo los mejores cuatro años de mi vida y quiero pasar muchos más-dijo, con la mirada baja-. Tú... Tú... Eh, ¿te casarías conmigo?

QUE CARAJO.

Por suerte alguien más lo gritó por mí, mi siempre puntual Sophie.

-¿¡Qué carajo!? ¿Qué mierda hace este imbécil aquí?

-Ha venido a despedirse-dije totalmente fría, mirándolo con superioridad como usualmente hacía mi amiga.

-Levántate ya y deja de hacer el ridículo-le dijo Sophie sin pensarlo dos veces.

-Esto es entre ella y yo.

-Sí, claro, como quieras-le respondió moviendo las manos, como si no le importara-. Voy a comer algo.

house of cards; jimin ▪COMPLETA▪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora