032

102 7 14
                                    

Jimin se quedó inmóvil, quizás esperando a qué yo comenzara a hablar, a qué le pidiera disculpas, pero yo estaba igual qué él, expectante.

Puede que Yoongi tuviera razón, que la teoría de Woosun fuera cierta pero el dolor no me dejaba reaccionar, estábamos los dos en silencio, ubicados tal cual nos había dejado Yoongi.

Eran las dos de la mañana y el frío era mayor, el viento era suave pero mi abrigo demasiado fino y comencé a tiritar.

No esperaba que Jimin me socorriera, el odio que desprendía su mirada cuando se percató de mi presencia con Woosun era el mismo que tenía en sus ojos cuando salió del bar a los tumbos y me vio con su amigo.

Pero cómo sí todo lo sucedido no importara, cómo sí su caballerosidad estuviera intacta, se sacó su campera de cuero y me la colocó sobre los hombros, sin inmutarse, totalmente ajeno a la situación incómoda en la que nos encontrábamos.

Se sentó sobre la vereda y cómo mis piernas tampoco daban para más, lo acompañé.

- ¿Sigues con frío? -preguntó luego de unos segundos con la mirada perdida en la poblada calle repleta de jóvenes y bares, con la voz apagada y tranquila.

- No, no -le aseguré moviendo mi cabeza levemente para luego mirarlo de reojo-, ¿tú?

Y simplemente negó aún inmerso en aquél punto no tan fijo, escaneando a la gente que iba y venía, las luces de neón que animaban la gran avenida y el olor a alcohol que desprendía su cuerpo.

Me sentía totalmente incómoda, cómo sí nos hubiéramos caído en el casillero equivocado y nos encontráramos en el inicio del tablero, sin saber que corno decir.

Así que me mantuve estática, meditando cómo romper aquél silencio, porque a pesar de que no era mi persona preferida en el mundo (por lo menos no en ese momento) tenía la necesidad de hablar con él.

Era extraño, porque por más que lo intentara no tenía tampoco muchas intenciones de permanecer allí pero al mismo tiempo, era lo único que quería hacer.

Pensé, con los ojos cerrados mientras mi mente daba vueltas, qué decirle y luego de unos largos minutos, hablé sin pensar.

- Te queda lindo -se giró hasta dar contra mi rostro, manteniendo la distancia y la forma fría que había estado utilizando aquélla noche pero formó una mueca confundida a lo que tuve que aclarar-. El pelo, así -lo señalé con cierta indiferencia algo nerviosa para luego correr mi mirada hacia el pavimento y rectificar en un tono más suave, más avergonzado-... Te queda lindo...

- Ah, sí -reflexionó soltando un leve suspiro apoyando su cuerpo sobre la palma de sus manos-, Yoongi se cansó del rubio y mi pelo ya parecía amarillo...

El silencio se hizo presente nuevamente junto a la incomodidad.

Lo miré de reojo, las luces rosas, azules, rojas y verdes le daban un aire ciertamente cinematográfico, angelicalmente maléfico, porque no se podía ser tan jodidamente tierno y sexy a la vez, salvo que de un demonio se tratara.

Distinguí que su pálida piel se había erizado y a pesar de haber dicho que poco frío sentía una suerte de culpa hizo que deslizara su abrigo de mis hombros.

- ¿Estás seguro de qué no...? -pregunté con timidez pero Jimin me interrumpió, carraspeando la voz, negando con su cabeza a la par.

- No, no te preocupes -y sus ojos me atraparon, produciendo en mí una sensación similar al ahogo. Indiferencia, enojo y cansancio, eso reflejaba y lo corroboró con su voz-, ya me voy.

- Espera -le tomé de la muñeca y su mirada volvió a posarse sobre mí con curiosidad pero mezclada con cansancio. Era tarde y ambos habíamos dormido mal, ambos nos habíamos despertado con dolor de cabeza, él por el alcohol, yo por las lágrimas-, ¿me llevas a casa?

house of cards; jimin ▪COMPLETA▪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora