Obsesión carnal. » Min Yoongi.

Want.

Debía pensar rápido qué hacer, tal vez no tenía mucho tiempo antes de que los chicos volvieran.

Fui al estudio de Hoseok por mi bolso. Regresé al cuarto y empecé a desvestirme, dejando al descubierto la lencería negra de encaje que había comprado justo para éste momento. Saqué de mi morral un albornoz con plumas artificiales. Me sentía extraña con esto, pero aún así sensual. Espero que le guste.

Esperé pacientemente a que Yoongi saliera del baño.

No sabía si hacer una pose sensual en la cama, o simplemente pararme frente a la puerta para ser lo primero que vea al salir. Opté por la segunda opción y me recosté del marco de la puerta.

Mis nervios crecían, iba a ser mi primera vez con un chico, de hecho, nunca he estado cerca de uno, siempre fui considerada la rara del instituto, obsesionada con los coreanos, no tenía amigos y menos iba a tener un novio, pero, ¿quién los necesita? Sola he logrado muchas cosas, nadie me estorba y estoy muy bien.

De igual manera, se podría decir que me estaba guardando para Yoongi, quería que él fuese hasta mi primer beso.

Vi la puerta abrirse y el corazón se iba a salir de mi pecho. Se veía tan guapo, llevaba un mono negro y suéter del mismo color, que lo hacían ver aún más pálido, su cabello caía ante sus ojos un poco húmedo aún, aunque prefería lo que llevaba antes, debo admitir que así también me excita.

Me miró de arriba a abajo con una expresión de sorpresa, su boca estaba entreabierta y trataba de decir algo, pero obviamente había quedado sin palabras.

Mis cachetes ardían y una sonrisa boba se posicionó en mis labios.

— ¿Qué haces?— Preguntó, apartando la vista de mí, con evidente nerviosismo.

— ¿Qué haces tú? — Quise ser juguetona. Di un paso hacia él, pero retrocedió, aún con la vista gacha.

— Oye, no sé que intentas hacer, o bueno, si sé, no soy estúpido, pero es mejor que te vistas y vuelvas a tu trabajo.— Trató de esquivarme para salir del baño.

— ¿Y si no quiero?— Lo tomé del brazo.

Él me miró a la cara, evitando ver mi cuerpo. Haló su mano, pero yo apreté mi agarre.

— ¿Sabes lo que quiero?— Pregunté. Lo vi tragar en seco, y negó con la cabeza. Le sonreí amplia y pícaramente.— Quiero que me hagas tuya.— Fijé mi mirada en sus ojos.

Él abrió los ojos como plato, sorprendido por la confesión, pero la expresión cambió rápidamente a una mueca de pena.

— Escucha, eres muy linda y todo eso, pero no voy a hacer nada contigo. Te voy a pedir que te retires si ya has terminado tu trabajo.— Soltó su brazo de mi agarre y salió de la habitación, dejándome allí con una punzante sensación de vergüenza.

Pero no me importa que me rechace, he hecho mucho para estar aquí, va a ser mío, quiera o no.