Capítulo 2: Pesadillas extrañas

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El trabajo está cansado, pero es mejor así; ya ha pasado una semana desde mi encuentro con el psiquiatra, me siento más agobiada de lo normal y toda por culpa de ese hombre.

Aunque siendo sincera, él no tiene nada que ver en mis conflictos internos. Pero necesito un culpable para mis desgracias. Ya es mi hora de salida, reúno mis cosas para irme. Salgo de mi pequeño despacho, el cual lo tengo desde que empecé a trabajar, no me despido de nadie, puesto que no he llegado a establecer una relación de amistad con ningún compañero.

De camino a casa divago un poco y me percató de que no he dormido mucho, ni con las pastillas, ni con nada, pero hoy particularmente siento el cuerpo más cansado.

Llego a casa y aseguro las puertas, solo dejo una puerta abierta la de la cocina y mi habitación. Me desnudo quedando en bragas y sujetador, de manera que mi ropa queda desparramada por la sala, voy a la habitación y me recuesto. Me encuentro en el consultorio del hombre que se burló de mí, no tengo ropa y lo sé porque siento el viento chocar en mí, provocando que este reaccione y se me erice la piel. Giro hacia mi izquierda y divisó un gran escritorio, entonces lo veo ahí está él con un traje negro, su mirada está centrada solo en mí.

Doy la vuelta y empiezo a correr

- Acércate. - no hago caso y sigo con mi huida. De la nada siento un escozor en las piernas, no siento el dolor en sí, solo un pequeño hormiguero en el lugar equivocado, es decir mi vientre bajo.

Eso me confunde, pero no tengo tiempo para sentirme así, puesto que alguien me empuja y caigo sobre el escritorio, se posicionan detrás de mí.

Trato de levantarme, sin éxito. Me toma de la muñecas, forcejeo, sin despegar la vista del escritorio, pero me arriesgo y lo veo, está ahí con la mirada fija en mi o en lo que haya detrás.

Alguien me azota el trasero con lo que creo es una correa de cuero, por el sonido que emite al dar los golpes. Giro mi rostro para encarar a mi abusador, me aterra la situación porque es la persona que menos quiero ver en este mundo.

Es mi tío Jaime.

Sigue azotando, grito pero sé que nadie me ayudara, estoy pérdida.

Despierto.

Siento como el sudor corre frío por mi frente, me levanto. Todo fue tan real, tan extraño sobre todo cuando vi a Dimitri. Voy a la cocina por un vaso de agua, además de ver la hora, puesto que mis cosas estaban desparramadas en la sala. Cuando me desnude. Son las 3 de la mañana, son varias horas las que he dormido, tomando en cuenta que estos días solo he pegado ojo una hora como mucho.

No tomo en cuenta que todavía es muy temprano y me preparo para ir a correr como siempre, cuando voy por mi recorrido divisó a alguien entre los árboles, aminoro el paso para comprobar si es cierto, pero no nadie se encuentra por ese lugar.

Freno y posó mis manos sobre mis rodillas para recobrar el aliento, tomó aire; me siento liberada sé que todo se normalizar, ya no tendré mis pesadillas y lograré dormir más.

Termino y regreso a casa, ya en esta, comienzo a cambiarme para el trabajo. Regresando así a mi rutina.

El Pasado Me PersigueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora