El Pasado Me Persigue

Capítulo 22: Carol

Carol, estaba recostada en mi pecho mientras yo acariciaba su espalda y apretada su cadera derecha, era una manía mía.

- Veo que aún no dejas por completo ciertas manías ¿eh? – dijo esa frase mientras acaricio mi mano osca y dura, a comparación de la suya suave y tersa. Frunció el ceño al instante que sintió como las cicatrices en mis puños desfiguraban mi piel mestiza.

- Claro que no hermosa no todo se olvida o se deja de lado. – medite un poco mi comentario y pensé añadir algo mas pero preferí callar no quería que ella se levantara y se fuera. En esta ocasión deseaba ser egoísta y tenerla un poco más y hacerle sentir que el abandonar a alguien luego de hacer el amor no es muy placentero que se diga.

Seguí con la caricia hasta que mi mano se desvió y acuno una de sus bien proporcionadas nalgas, la masajee y le di un buen apretón. La deje recostada y me di el lujo de admirar por millonésima vez su cuerpo, tenía lo que debía en los lugares correctos. El cuerpo de Carol fue adorado por la raza masculina desde que era una niña y probo los placeres carnales antes de si quiera tener la menstruación de modo que se aburrió al instante de los hombres.

Cuando conocí a la preciosura que adorna mi cama, me encontraba en la escuela apenas cursaba noveno de básica ahí fue cuando la vi primer día de clases ella era la niña nueva. Nadie absolutamente nadie se le acerco y corría el rumor de que ella estaba enferma, que era contagiosa para el que se acercase. Por mi parte yo era una rebelde con causa y si no la había la buscaba; y eso hice, empecé a relacionarme con ella a convivir diariamente, comencé a enamorarme.

Y eso asustaba como la puta madre.

Porque me empezó a gustar no solo su forma de ser sino todo su ser.

El tiempo paso y nuestra historia de amor dio fruto nos enamoramos y por fin ella me contó porque todos decía que estaba enferma, su respuesta fue sencilla "soy lesbiana" lo entendí todo y eso quería decir que yo estaba igual de enferma que ella.

Pero las historias de amor más bonitas son las que menos duran. Nuestra maestra amonesto a los padres de Carol y por consecuente al mío. Ese fue la carta que desplomo el castillo de naipes que con tanto cuidado armamos las dos; así fue como ella fue internada en un convento de monjas a terminar sus estudios de primaria y nivel superior. Mi historia fue distinta me quede en el mismo agujero escuchando los comentarios sobre que era lesbiana y aguantando las palizas diarias por parte de Elian.

- Scar – me sacudió Carol - ¿estás bien?

Sacudí la cabeza y me aleje de esos pasajes oscuros por los que rondaba mi mente.

- Claro que estoy bien hermosa.

Sabía que Carol no me creería y me preguntaría más cosas por lo que me lance a sus labios, para que se callara de una maldita vez y para probarla una vez más además, quería hacerla sucumbir al deseo por 3 vez. Sin embargo, quería que esta vez fuera distinto quería que ella sintiera todo el amor que le tuve en un pasado y a la vez sintiera todo mi egoísmo y odio.

La bese sedienta de amor, cariño y unas inmensas ganas de sentirme querida. La bese hasta que me falto el aire, hasta que sentí como sus labios se hinchaban por el candente beso que le estaba dando. La bese por el reencuentro, porque los años me dieron experiencia para hacerlo y se lo quise demostrar. La bese con un amor infinito y entre mis manos sostuve el rostro de mi primer desamor, quería que entendiera que este era uno de esos besos donde no hace falta que haya palabras, para decirse lo que en años no se pudo.

Cuando termine de besarla, me separe lo suficiente para mirarla a los ojos y le pedí permiso no para follar o coger, sino esta vez para hacer el amor; de esas donde todo es demasiado mágico y no hace falta que sea preparado. Ella asintió como era de espera y en sus ojos pude apreciar asombro, amor y una lujuria que me revolvió las entrañas. Sonreí sabía que estaría sorprendida, en nuestros encuentros ella mandaba y hacía de mi lo que deseaba, pero una moneda siempre tienen dos caras y esa era yo mostrándosela.