Qué problema cuando uno se transforma en el objeto de deseo del otro y cuando el otro es mas loco qie una cabra, peor.
Yo recién volvia de un viaje de iba junto al fotógrafo de mirada negra. Me habia dejado sin habla, sin cuerpo, sin nada. Tanto goce todo junto, nunca. Y como soy casi una fiel exponente de libro, me deje llevar por la compulsión a la repetición y creí encontrar en otro de la foto, aquel placer enardecido vivido junto al autentico semental. Pero Glenn Close no lo era. De ninguna manera.
Glenn Close era compañetito de trabajo. Me lo habia cruzado un millón de veces y nunca lo había visto, era casi un ser invisible. Pero tuvo la buena fortuna de aparecer junto al ultimo estertor del otro y yo, creyendo encontrar en él el mismo fuego, acepté con fervor mientras él me miraba con ojos agigantados. Y yo, cieguita.
Subimos a su auto y, algo mareada por el vino, me deje besar. No estuvo mal, sobre todo porque revivi aquel método deductivo estudiado en el pasado: fotógrafo 1, el mejor sexo del universo; fotógrafo 2, ídem. Pero yo no habia reparado que el problema no podia tener resolución con alguien como Glenn Close.
Beso va, beso viene, terminamos en mi cama. El hombre se esmero, pobre, pero yo me sentía un ama de casa que pone la panza mientras piensa en las cuentas de gas y teléfono. No sentí nada y él, dele que dele.
Me miraba con amor. Mis emociones violentas iban in crescendo. Quería asesinarlo y no me importaba ir presa, y por si esto fuera poco, me quería sacar fotos. Un avivado. ¿Querrías mostrarme a tus amigos despues? No hermano, no way. Ya me habia congelado en su cámara quien debía hacerlo...
Quiso quedarse toda la vida y al segundo bombeo supe que se iba a retirar al instante. Lo conmine a ma salida e intentó combinar un nuevo encuentro al dia siguiente. Para que se fuera de una vez por todas me dije que si, que lo llamaba. Se fue contento, con su sonrisa inmunda.
Al otro dia termine temprano y me fui a tomar algo con Standard Oil. Y como jna rafaga recorde que debia eyectar a Glenn Close. Le pedi su celular y lo llame. Intente una excusa. La acepto a regañadientes y segui con mi tarde feliz de charla intima junti a mi amigo.
Y asi empezó la escalada del acosador. Me esperaba agazapado con el único fin de cruzarme en los pasillos. Yo lo maltrataba como nunca lo hice con nadie. Lo peor era que sentia una furia placentera y él no acusaba recibo. El fotógrafo padecía de una patología crónica, pero yo no era medica para recetarle la medicación.
Un domingo a las 11 de la noche, Standard Oil recibió un llamado de Glenn Close. Le habia quedado el número grabado en su celular y queria información mia. Standard enmudecio mientras Glenn lo acechaba. A la mañana siguiente mi amigo me llamó indignado. Me gritaba y yo no sabia que hacer. Teniamos miedo de que el seguimiento llegara hasta Rigoberto, el Yorkshire de Standard, y que un día apareciera cocinado a fuego lento como el concejo de "Atracción fatal".
Y Glenn Close no cejaba en su estrategia del amor cortés, a pesar de hacer escuchado de mi boca que yo habia vuelto a los brazos de un novio inventado con el solo fin de que desapareciera. Tenía sordera emocional, me llamaba por teléfono, le pedía a su jefe que le diera notas conmigo.
Un dia íbamos juntos en su auto y empezó a armar conversaciones en potencia: "Fui al cine, comentemos la pelicula, estoy en obra en mi casa, que decoración te parece". Un verdadero soponcio y yo vomitaba respuestas. Ahí me di cuenta de que Glenn Close era un amante de la disciplina: cuanto mas lo maltrataba, mas de le calentaban las mejillas. Nunca me habia cruzado antes con semejante espécimen; pero yo no podia evitar la ira. Paramos en un semáforo y cono un desaforado se me vino encima. ¡Salí!, grité, como si tuviera frente a mí a jn leproso. Me suplicó que lo perdonara, que no sabia lo que le pasaba, que lo volvia loco. Sí, estaba completamente insano. Mientras seguia dando explicaciones, ka baba se le juntaba en la comisura de lis labios. Me quería tirar de auto. Efectivamente le pedí que parara y me arroje.
Siguió llamando, siguió interceptandome, siguió molestandome. Rigoberto no murió hervido sino de muerte natural y Standard Oil no recibio mas llamados. Yo, por suerte, al tienpo camvue de medio y no lo volví a ver hasta que un día me lo crucé en la cuadra de mi casa. ¡Terror! Sentí el mismo acoso debe sentir una star de Hollywood. Me achicharre para que no me viera, pero fue inútil. Vino corriendo, le puse cara de chica rica que siente aburrimiento y fue como toparse contra una pared. Glenn, con la misma cara desencajada y la boca salivosa, se dio media vuelta y con la cola entre las patas, se retiró para que otra lo castigara.
ESTÁS LEYENDO
BABY TRASH confesiones de una chica deliciosamente cruel
RandomBABY TRASH es periodista, nació en Buenos Aires y tiene 35 años. Circulo por varias redacciones y hoy escribe la última página de la revista "7 dias". Viajó por todo el mundo recopilando experiencias. Este es su primer libro.