Capítulo 15

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El mundo de la pintura tiene sus tonos, algunos son brillante, otros brillan por su opacidad.

Una tarde, el editor me ordenó hacerle una nota a un artista plástico. Interesante pensé, sobre todo luego de haber intentado tantas preguntas estériles a cuanta niña bonita pisará estas tierras. Y toda acicalada como una buena profesional, me presenté en un atelier de Monster Inc. Por suerte no había ido sola, de testigo y fotógrafo, como Maxi conmigo.

Toque el timbre de San Cristóbal y allí, detrás de la puerta, apareció él, pelado y exótico. Sis ojos lo delataron, brillaban demasiado. Subí esas escaleras detrás de él y Maxi atrás mio; una fila india divina. Y entramos a su laboratorio creativo: lienzos amontonados por todos lados,colores y más colores, pinceles de todos los tamaños y las paredes repletas de palabras y frases firmadas por Monster. Tengo que reconocer que el ámbito  me deslumbró, compré automáticamente. Y él se paseaba, como si supiera, mostrándome sis dominios cual terrateniente latinoamericano.

Nos acomodados frente a frente,sólo con una mesa diminuta dividiendo nuestros cuerpos. Mientras, Maxi investigaba el territorio, siempre con una oreja atenta. La conversación iba y venía, transitando diversas intensidades. Lo que no variaba de intensidad, era su mirada, fija y de fuego. Cada tanto, él mismo se interrumpía para afirmarle a Maxi lo linda que era yo. Y bajaba los ojitos, fingia ruborizacion y le pedía que siguieramos con la entrevista. Maxi miraba atónito la escena del toreo. En un momento, hablamos del desnudo de Kate Moss, pintado por Lucien Freud. "Como te voy a pintar a yo a vos." Monster Inc estaba dispuesto a todo. Había logrado dejarme muda. Y Maxi que me miraba y me hacía seña de "¿Me voy?". Yo sacudida la cabeza e intentaba retomar el hilo. Cuando me despedí,  me volvió a insistir con la desnudez. ¿Por qué no? Me sedujo la cuestión de ser modelo de un artista, nunca lo había hecho. Pero como es mi costumbre, tenía un examen cerca. Te llamo cuando pueda. Adiós.

Di mi final y volé al aeropuerto, debía aterrizar en Santa Cruz de la Sierra para cubrir un desfile. Me estaba acomodando en el asiento, cuando sonó mi celular. Era Monster Inc,  preguntándome como me había ido en el examen. El hombre sabía por donde entrarme y lo hizo con una exquisitez bestial. Yo volvía en tres días y me esperaba en San Cristóbal. El corazón se me aceleró. En el hotel boliviano probé mi cuerpo desnudo frente al espejo: como poner las piernas, donde agarrar, cual curva agigantar... ya me sentía una de las tantas amantes de Picasso. Bueno...

El avión aterrizó y a los minutos desembarque en lo de Monster Inc. Abrió la puerta y me abrió la boca. Subimos y me mostró mi nombre gigante escrito en la pared. Nos sentamos en el piso, con varios metros de distancia entre nosotros, y yo, lo único que quería era pegarme a su cuerpo. Nos contamos nuestras cosas --intrascendentes, como era de esperar-- y se me acercó. Me investigo los brazos, las manos, los pies, y me los besaba. Nunca nadie había sido tan delicado. Me pidio que eligiera in cuadro; le pedí que lo eligiera él y me regaló un árbol.  Dio vuelta el lienzo, me escribió una cosa linda y lo firmó. Pero yo debía partir, como Cenicienta antes de las doce. Me besó interminablemente, metió sus manos por debajo de mi pollera y quedamos en vernos en el museo que estaba exponiendo su obra, a los pocos días.

Por suerte tengo la voz de la cruda realidad en la familia. Cuando le conté a mamá lo que venía sucediendo con Monster, dijo sus pocas palabras de rigor. ¿Tenemos el cuadro? Perfecto, no necesitamos nada más.

Monster llamo varias veces antes del encuentro, suave h sensible. Y nos encontramos en la sala, rodeados por sus cuatros inmensos. Me dijo que estaba enamorado de mi, que estaba casado; yo respondí con el silencio de la cara de qué me importaba. Me hablaba y sufría. "Quiero que todo quede en una ensoñación", disparaba el pintor. ¿El artista era un lector tardío de Nietzsche? ¿Tenía que pasar a explicarle que lo artístico comprendía el ensueño y la embriaguez? Pero esto no es arte, Monster, es la vida. ¿ Y como se hace para estar enamorado y no querer consumar con la otra persona? ¿Me estaría hablando en serio? ¿Alguien le había avisado a Monster que la vida no es un sueño? Tanto sufría él,  que se le llenaban los ojos de lágrimas. Tal vez se habría apretado el dedito con el zapato y yo no me daba cuenta. Parece que no. El aire se iba endureciendo, no sabía que responder. Me levanté muda y, como una autómata, caminé. Y caminé y caminé. Llegué a la casa de mi amigo Al Yasira, otro pintor. Otro loco, pero con brillo.

Era de día. Nos sentamos en el living y empezamos a hablar; y se hizo de noche. Le pedí que me pintara. Le confece que alguien me lo había propuesto, pero que había sido en vano. Desvestite, me ordenó. Me saque los zapatos y empezó a pintar mi nuca. Al Yasira quería que yo fuera el cuatro. Y bajo hasta llegar a los pies, sin parar; me pinto entera como a la japonesa de "Escrito en el cuerpo". Y así calme tanto desasosiego.

BABY TRASH confesiones de una chica deliciosamente cruel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora