Capítulo 11

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Y sí, cambie de hábitat laboral. Lo bueno de esta profesión, y sobre todo para chicas como yo, que rápidamente sentimos que la baja cintura se va ensanchando poco a poco si la silla sigue siendo la misma, es la opción de cambio. Mudé mis cositas a una revista femenina, pero mis amigos íntimos mantuvieron su lugar de privilegio: Ana, María Susana, Pablito, Nico. Cómo dejarlos...

Pero unos meses antes de la mudanza definitiva el destino me regaló dos experiencias: una buena --un viaje--, la otra, para que definirla. La inmigración desfasada tiene sus inconvenientes, bien graves. Y la italiana, para qué recordar.

Luego de insistencias recurrentes, acepté una cita con el Tano. Lo habia conocido en una noche de chicas, en Club 69. El pobre chico me habia mirado sin parpadear durante mis horas hipnotizadas de la pista de baile. Apenas unis minutos antes de emprender la retirada en masa, se me acercó aquel chico de los ojos fijos y me pidio el email. Me habia caído feo, no habia ejercido el mal nefasto del género opuesto del avance crónico, asi que entregué. Y comenzó la conversación on-line hasta que acepté una cita. El Tano me gustó y al poco tiempo nos enroscamos en una especie de relación. Sólo nos dejábamos llevar por nuestro deseo y compartíamos los vaivenes de cada uno. Como su hubiéramos sido dos parias. Ahora me doy cuenta por qué. Es difícil compartir las diferencias.

El Tano siempre venía a casa, hasta qie un día me invito a la suya. Pero ahi me di cuenta de lo insalvable: no era de su propiedad. El muchacho en cuestión --con más de 35 años en su haber-- vivía con sus padres. La mandíbula casi se me traba de la abertura bucal. ¿Por qué me tocaba a mí un nene-de-mamá?

Áspera como pocas, intentaba no ir al territorio italiano,hasta que no se pudo más, tuve que claudicar y hacer acto de presencia. El Tano me abrió la puerta y me presentó a Mamma, el prototipo de mujer feliz. La sonrisa se le habia fosilizado en la cara. Mientras tanto, yo intentaba llenar mi cabeza con otro tipo de pensamiento: mi antídoto favorito, el trio trágico mas amado, Plath, Mansfield y Wolff. Por si esto fuera poco, Mamma habia preparado con sus manitas, la pasta asciutta (que la verdad, estaba asquerosa). Y nada como los fideos de mamá. Yo en cambio, queria meter la cabeza en el horno. Tras cartón, en Tano reivindicó el lugar de la mujer italiana, siempre bien dispuesta a los quehaceres domésticos. "Mi mamá hace todo por amor, ella es solamente feliz por la ofrenda", repetia el hijo de inmigrantes. ¿Nadie le habia dicho que detesto el lugar femenino del plumero, la cacerola y la plancha? ¿No se había enterado de que yo era la heredera de la reina de Saboya, Anastasia Romanov y Romi Schneider vuelta a la vida en "Sissi Emperatriz"? Pero lo que mas odiaba de Mamma era su optimismo cronico. Ma gente siempre-feliz es repugnante, y sobre todo ella, que sufría con la compañía de un marido gruñón y unos hijos fracasados, pero mantenia un buen talante pese a todo. Mamma no tenia motivos para estar contenta, pero toda mujer italiana le debe la vida a su prole. Eso me habia hecho creer.

Y volvi al oasis de mi casa, sin italianidad cerca. A medida que pasaban las horas, mis dudas se multiplicaban; en Tano no era para mí. Lo unico qur tenia a su favor era ka sangre caliente, pero no todo son cien grados en la vida de ina mujer.

Mo hermano nos convido con una jornada de asado y pileta. Hacia allí fuimos, el Tano feliz, yo intranquila. Cuando llegamos, el velo empezo a correrse y comencé a vislumbrar el por qué de tanta desgracia. En cuanto pise el jardin, me calce la bikini. Todos entrabamos y salíamos del agua cpmo delfines, pero alguien faltaba en ese chapoteo. El Tano vestido integro, subido a la baranda de la verja que rodeaba la pileta. Asi, como un equilibrista descentrado, intento caminar pasito a paso. Mi familia toda enfocó la mirada hacia este panorama. ¿Habia que internarlo?

En silencio volvimos a casa? Y enmudecida me tape con las sabanas. No quería ni olerlo, pero no debia ser intoletante. A esperar, mi amor. Yo seguía creyendo que la famiglia era la consecuencia ineludible de lo italico.

Y el dia benevolente llegó: el diario me mandaba a Roma a cubrir ina nota de turismo. Cuando aterrice en esa bendita ciudad, se me vinieron encima las mujeres mas impactantes de mi vida: únicas, bellas, importantes. Nada mas lejos de la señora con pañuelo negro en la cabeza que yo habia revivido con Mamma. Y sometida a los designios del marido, ¡menos! Las señoras reventaban sus tarjeras de crédito en Gucci de Via Condotto sin la necesidad de la forma aprobatoria del cónyuge. La dolce vita.

Volvi a mi hogar argentino y cité al Tano en casa. Le grité que la italianidad del barrio de Belgrano estaba a amos luz de la verdad latina. Las mujeres de allá estaban insertas en la feria barrial. ¡Un sopor! ¡Basta!

Trague,respire y lo saque a patadas de mi casa. Los italianos, como no podia ser de otro modo, siguieron con su vida de posguerra; y con olor a naftalina.

BABY TRASH confesiones de una chica deliciosamente cruel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora