Estimada Alice 5.

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15 de marzo, 2012

Estimada Alice:

No es necesario que hable de lo obvio ¿verdad? No quiero volver esto una rutina para hacerte sentir lástima, no es mi intención yo solo quiero desahogarme, es fácil imaginar lo que ha sido de mí durante estos cinco días que no he escrito.

Mi piel ya ha comenzado a cicatrizar por fin, ya no sangran cada hora las heridas y puedo bañarme sin que arda en carne viva.

Ya no duele tanto, te lo prometo.

Me gustaría decirte que los azotes fueron solo en la espalda como se ve en las películas, pero esa no es mi realidad. El pequeño pero potente látigo de cuero arañó y arrancó mi piel en numerosas partes de mi cuerpo. Él me desnudó para que ninguna parte de mí fuera inaccesible y luego pasó.

No he dormido desde ese día, sobre todo porque no hay ninguna posición existente en la que pueda acostarme sin querer morir para acabar con la agonía. Estoy segura de que me veo terrible por todos lados. Él me ha dejado tranquila hasta hoy, pero sé que secretamente espera a que me recupere solo un poco para volver al ataque.

Antes de instalarme a escribir puse, con toda la fuerza que logré reunir, uno de los muebles contra la puerta para no ser sorprendida. Padre está en la casa con una mujer, son bastante ruidosos, pero no hay manera de que pueda evitar escuchar, no tengo permitido poner música y no poseo audífonos.

Sin embargo no todo ha sido malo esta semana. Jared habló conmigo ayer, dijo que no estaba decepcionado de mí, me pidió una explicación para mi reacción de ese día así que le mentí para protegerlo. Ahora estamos bien, le hablé de tus libros, prometió que los leería todos.

Estoy muy emocionada por compartir opiniones con él. Aún cuando todo ha sido un calvario, tus libros siguen trayéndome felicidad.

Espera un momento, Jared está llamando justo ahora. No es como si fueras a notar que haré una pausa, pero estoy narrándote mis días, así que no dejaré nada por fuera.

No sé que sentir ahora. Jared acaba de decirme que está en la ciudad. En dos días vendrá a visitarme y yo sinceramente parezco de todo menos una persona. El resto de mi familia vive lejos, así que no vienen a visitarme tan seguido.

Cuando termine de hablar contigo iré contarle a Padre, sé que no le hará ninguna gracia que Jared venga, pero tengo que decirselo yo porque si se entera de otro modo mi castigo será impensable.

Desearía un calmante justo ahora, porque Dios, el dolor de mi pierna derecha supera con creces el dolor de las heridas del azote, solo imagina como se siente eso.
No sé que pasa, pero mi pierna ha estado doliendo cada vez más desde el incidente con la manguera de Jardín. Tal vez me golpeó muy fuerte o tocó algo importante.

¿Crees en Dios, Alice?   

Yo si creo. A pesar de mi situación que cada vez está más estancada y se cierran las posibilidades de creer que puede cambiar, yo si creo en Dios.
Mi mamá siempre me dijo que Dios hacía las cosas con un propósito y que él nunca te pondría en el camino un obstáculo que no pudieras superar.

Este es mi obstáculo evidentemente, solo me pregunto si Dios no me estará sobreestimando.

Es gracioso como un día puedes estar Feliz celebrando tu cumpleaños número diez y justo unos minutos después, estar llorando la muerte de tu madre. No es gracioso en ningún aspecto, lo sé, solo que prefiero reír para evitar llorar.

Si, Mamá murió el día de mi cumpleaños.

Ella no nos había dicho que estaba enferma, ni siquiera mostró señales de malestar. Tuvo un paro respiratorio, todo fue tan rápido que no se pudo hacer nada.

Mi madre fue la mujer más excepcional, fuerte y luchadora que conocí, nunca la escuchabas quejarse de nada, nunca mostró debilidad y el día que se fue, se marchó con serenidad, fue como si estuviera lista para lo que Dios decidiera.

Debí decirte que estaba cumpliendo dieciséis cuando te hablé del aniversario y todo el lío de la amenaza, pero para mí no es importante, no he celebrado mi cumpleaños desde ese día. Tampoco es que a Padre le entusiasme que lo celebre.

El dolor de la pierna está matándome.

Espera, los gemidos acaban de cesar, es perturbador el silencio tan sepulcral que invade el resto de la casa. Supongo que "la señorita escandalosa" ya se ha marchado.

Él está golpeando mi puerta con fuerza, grita incoherencias sobre como va a dolerme más por haber trancado la puerta para él, me está llamando de todas las maneras ofensivas posibles, las lágrimas ya han empezado a rodar por mis mejillas, sé que  va a entrar en unos segundos, va a entrar y va a atraparme.

Escribiré luego. Lo prometo. Reza por mí.

Tu mayor lectora,

Nevaeh Pignatelli.

Las Memorias de Nevaeh Donde viven las historias. Descúbrelo ahora