Capítulo 1

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Nota: Esta estructura se mantendrá a lo largo de la historia. 
Las palabras en cursiva de la narración se trata de un término.
Los dialogos en cursiva se trata de un Mänsklig Varg hablando con los demás en su forma humana. En esta ocasión, si se menciona algún término, se colocará en comillas.
La narración en cursiva y centrada se trata de flashback.

Von Fermonsel

¿¡Por qué estos Vargar están atacándome!? ¿¡Por qué me desviaron desde Ingenmansland hasta su territorio!? Yo no los estaba molestando, ni siquiera estaba cerca. ¡Yo solo estaba caminando en busca de la carretera!

Ah... ¡Volvieron a alcanzarme!

Mentiría si dijera que no estoy asustado; realmente no quiero morir así. Sin embargo, no les veo la intención de dejarme ir y yo estoy demasiado agotado como para pelear contra estos seis Vargar. He estado escapando sin poder pisar con una de mis patas desde que me tiraron al suelo la primera vez; siento la herida palpitarme y helarse por cada soplido del viento.

Apenas puedo respirar, es como si tuviera el corazón atorado en la garganta.

Sus ojos ámbares me miran fijo como una presa, las ramas secas se quiebran bajo los pasos bajos y lentos en mi dirección, las arrugas de sus hocicos me muestran cada vez más sus colmillos y sus gruñidos resuenan fuerte dentro de mi cabeza. Los tengo rodeándome; retroceder o avanzar sería entregármeles.

Un hueco, solo necesito eso para escapar y regresar a Ingenmansland, pero el único espacio libre se encuentra debajo de sus patas. Si me agacho otro poco perderé el poco equilibrio que puedo conseguir y volverán a...

¡Es el único modo!

¡No quiero morir con el cuello partido entre sus dientes! Sé lo difícil que es hacer que las presas mueran a la primera, a veces hay que dar más de una mordida para finalmente escuchar los huesos crujir. ¡Han sido muchas las patadas y los chillidos que he recibido en esa agonía!

No sé qué información les haya dado mi familia a ustedes como aliados respecto a mi destierro. No sé si les dieron la orden de atacarme si me veían cerca. ¡Pero por lo que más quieran, déjenme ir! ¡Déjenme seguir con mi camino en la carretera!

¡Suéltenme!

Volvieron a morderme, pero lo logré... ¡Solo debo seguir corriendo recto sin mirarlos hasta encontrarme fuera de este territorio! Si me atrevo a voltear la cabeza perderé el ritmo y me alcanzarán de nuevo y no creo correr con la misma suerte que ahora. ¡Solo debo tener cuidado con las raíces debajo de las montañas de hojas para no tropezarme!

¿¡Acaba de saltar uno!?

¡Sí! ¡Está frente a mí!

Me detengo tan rápido como puedo antes de caer en sus fauces y retrocedo un par de pasos. ¿Y si retorno? ¡No! Puedo escuchar a los demás justo detrás de mí y a un par tomar mi derecha. No me queda de otra que tomar el lado contrario..., ¡me dejaron la izquierda libre!

No alcanzo ni a girarme cuando una piedra golpea mi abdomen. Los raspones de las raíces, las vueltas sobre la tierra y las ramas partidas vienen uno después del otro. No es hasta que me encuentro abajo, incapaz de inhalar, que reconozco la ladera y entiendo el motivo por el que habían evitado tomar ese lado. Alzo la mirada hacia el punto más alto con la esperanza de haber dejado atrás la persecución, pero ni tiempo tengo de ilusionarme al distinguirlos bajar por el lado menos empinado.

Me levanto aunque sienta el pecho doler por el poco aire que he recuperado y retomo mi ritmo, mas no consigo avanzar demasiado hasta que mis propias patas son incapaces de continuar corriendo y de sostener mi propio peso.

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