Marte.

184 85 38
                                    

—Hola, soñadora—una voz  llamó mi atención, así consiguiendo que mis ojos se apartaran de la espesa tierra roja que yacía bajo mis pies.

Mi giré para averiguar de quien se trataba esa voz.
Mi sorpresa fue inmensa al percibir  al chico de los ojos plateados delante de mí.

—Hola—contesté nerviosa por el intruso de mis sueños.

—Ven conmigo si quieres disfrutar de tu sueño— Dijo estirando su mano hacía mí.
No supe de donde salió aquella valentía para poner mi mano derecha encima de la suya y así dejar que el me llevará por la tierra imaginaria de mi sueño.

Unas inmensas esferas de diferentes tonalidades se encontraban dándole luz al gran planeta que creía que era rojo.

—¿Quieres subir a una?— Habló a la vez que señalaba las esferas.

—Primero quiero saber tu nombre— Contesté— una bonita sonrisa se formó en sus labios dejando ver de nuevo aquel pequeño hoyuelo en su mejilla.  Gracias a las luces de diferentes tonalidades pude ver una pequeña cantidad de pecas perfectamente espercidas por su rostro.

—Me llamaré cómo tú quieras, Iris— contestó sin borrar la sonrisa de sus labios.

—¿Por qué? —Pregunté arrugando la frente en signo interrogativo.

Su mirada se alejó de la mía unos instantes, su cuerpo se acercó más al mío hasta quedar a pocos centímetros de distancia. Cuando sus ojos volvieron a fijarse en los mios pude divisar que sus ojos no eran sólo plateados, un suave y casi impercetible tono dorado acompañaba al plateado.
Me recordó a un hermoso atardecer.

—Soy una parte de ti, tú eliges—sonrió mostrando una perfecta dentadura  blanca a la vez que cogía uno de mis rebeldes mechones oscuros  entre sus manos.

Su mano volvió a coger la mía para arrastrarme a las grandes esferas de colores, pero no podríamos subir, estaban demasiado altas para que llegáramos hasta allí.

—No podemos—Mis palabras quedaron en el aire cuando dos finos frazos me agarraron por la cintura para segundos después saltar, un extraño cosquilleo se hizo presente en mi alborotado estómago, pero este me gusto, no era dolor ni irá, nada malo, sólo un simple e inocente cosquilleo que casi me hizo sonreír.

—Nunca digas que no puedes hacer algo en los sueños—cuando quise darme cuenta estaba junto al chico de mis sueños en una enorme esfera de diversos colores, era la más bonita de todas, la mezcla de tantos colores que no podría enumerar hacia contraste tan precioso que quise no volver nunca a la realidad, me gustaría quedarme en este sueño para siempre.

Los brazos del chico seguían puestos en mi cintura, pero estos no me molestaban, me gustaba su tacto en mi cuerpo.

Mis ojos viajaron una vez más a los suyos para ver cómo me miraba de nuevo con esa sonrisa que tanto empezaba a gustarme.

Sin ser dueña de mis acciones, me abrace a él apoyando mi el lado lateral de mi cabeza en su pecho y así ver cómo nos moviamos por un sitio desconocido. 

—Tu alarma va a sonar— Dijo antes de desaparecer de mi lado.

Tenía razón, pocos segundos después los pitidos de mi despertador sonaron,   consiguiendo que mis ojos se abrieran  de nuevo en la penumbra de mi habitación.

My dream is you. (#PGP2018)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora