Tempus Obliviscatur

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El lugar era u completo arcoirirs, solo que las tonalidades que tenía tanto la fauna como la flora eran muy fuertes, las únicas construcciones que había tenían como única función servir a los animales en sus necesidades, no logre visualizar un fin, ni tampoco una especie de casa como en el caso de Jeremías, solo estaba ella y sus hijos. Lo que mas me llamo la atención de ese lugar fue su aroma, es indescriptible, porque era muy cambiante en su intensidad, llegaría a compararlo como si el zumo de un limón se hubiese mezclado con alguna leche pero que dicho resultado no era desagradable.

- Esto sí que es color. – Exprese al observar el lugar donde me encontraba.

- ¿Te gusta? – Pregunto ella.

- Es hermoso, las plantas y los animales, espera, ¿eso es un antílope azul?

Cuando lo tuve frente a mí, me acerque para tocarlo y se me escapo una lagrima de mis ojos, de hecho, fueron varias.

- Lo siento muchacho, no fue mi intención detener tu estadía en la tierra.

Dicho esto, el animal extinto en la tierra se acercó a mí y lo que percibí fue que deseaba que lo acariciara.

- Me gusta estar en compañía de ellos, pues es la única que tengo.

- ¿Todos son animales extintos? – Pregunte curioso.

- Algunos de ellos, otros los cree a base de mi imaginación. – Explico la mujer de Adán.

- He aprendido que soy una persona algo curiosa y que a veces indaga cosas sin importar las consecuencias, pero...

- Detesto ese color, incluso antes del suceso, siempre me fue indiferente, esa tonalidad de blanco era repugnante para mí.

Mientras ella me contaba observaba como su cabello y su vestimenta, incluso ella misma se tornaba del color del que tanto hacia alegoría, parecía como si una llama comenzara a encenderse.

- Se lo conté un día a Caín y creo que desde ahí todo el mundo comenzó a saber sobre que yo odie ese color. – En dado momento tenía a la mujer muy cerca de mí. – Si te cuento un secreto, ¿prometes no contarlo a nadie?

- Si. – Dije casi temblando mientras pasaba su meñique sobre mi rostro.

- ¡No era si quiera una manzana, era una pitahaya  y era de color amarillo! – Grito mientras volaba alrededor del lugar, los animales a su vez también comenzaron a alterarse y se movían cada vez más rápido. – Pero les pareció gracioso utilizar a mi fruta preferida y teñirla de un color.

- Lo siento. – Exprese totalmente asustado.

Seguimos caminando por aquellos campos mientras los animales paseaban, ya más tranquilos, por ahí, no había separación alguna entre los ecosistemas, todo estaba hecho una mezcla.

- Pero, entonces, ¿Por qué si tú odias el concepto de la manzana, porque Adán tiene un huerto especialmente para ese fruto?

Y entonces todo se detuvo, las plantas, la fauna, además la niebla que había en el lugar y comencé a comprender que la mujer de rojo controlaba el movimiento, el de todo y todos alrededor de ella, incluso el mío.

- Cariño, a Adán se le fueron borrados los recuerdos, solamente le quedo uno.

Y apareció nuevamente el meñique pero esta vez acompañado de una uña de fuego, y entonces, fue, justo ahí, en ese momento, donde me di cuenta que la Duquesa de Rojo intento asustarme, lamentablemente había que terminar tal tarea.

- ¿Y ese fue?

- A mí, junto a esa maldita serpiente, y la pitahaya

- ¿Y qué hay de los hijos?

- Yo le conté sobre ellos.

- ¿Cómo conoce a los demás habitantes en el cielo? – Esto comenzaba a tornarse molesto.

- Si alguien o algo le otorga referencia de alguien o algo, instintivamente vuelve ese conocimiento hacia él.

- ¿Hace cuánto que esta así?

- Un poco antes de la primera generación.

No había nada alrededor, nada, solo la niebla indispensable, al parecer me había echado de sus campos.

- Entonces si yo le cuento sob...

- No corazón, no lo pienses por favor. – Y comenzó a acercarse a mí, de pronto me abrazo y me susurro al odio. – Mira, sé que eres nuevo aquí, pero te aconsejo que en este tipo de cosas no te entrometas.

- No le tengo miedo, ni a tu voz fría, ni a ti Duquesa. – Active el traje y saque una espada roja, para hacerle honor, y me coloque en modo de defensa. – Lo que le hiciste a Adán no es justo.

- Creí que habías aprendido a respetar a tus mayores.

- Lo mismo creí yo.

*Retroceda Duquesa, 1 el traje*

               - Pero...

*¡Te callas y guardas el traje!, pensé que habías aprendido la lección*

Lo tuve que hacer, no por eso en forma de mujer que tenía en frente sino por los humanos.

*Mis disculpas Duquesa, el joven no lo volverá a molestar*

               - No te preocupes Jeremías, cuando necesites ponerlo en su lugar y no puedas, consúltame y yo con gusto lo hare.

*Gracias por el consejo, hasta pronto, muévete Simmons*

              - Solo una cosa. – Le exprese con una gran sonrisa. – Esto no se va a quedar así Roja.

              - Cuando quieras corazoncito.

Me encontraba en el festival, había comenzado a llover, el ritmo de la música y las personas ahí presentes se movían al mismo tiempo, Caro no había podido venir, y Liliana cancelo a último momento, solo éramos dos hombres, uno disfrutando de aquella orquesta, mientras que el otro estaba perdido en lo que había acontecido.

*Lo que sucedió con la Duquesa no puede volver a pasar*

              - Lo que le sucede a Adán sí que no puede volver a pasar.- Le explique en mi mente.

*Muchos veneramos a la Duquesa, toda la DRH lo hace, meterte con ella es algo que lo vas a hacer sin protección de alguien más*

               - No necesito a nadie más, solo yo.

*Esa soberbia impresionante que tienes, no la había visto en siglos*

                - ¿Quieres algo más?

*Si, debo eliminar este suceso de tu mente*

                 - ¿Qué? ¿Por qué?

*Tempus Obliviscatur*

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⏰ Última actualización: May 14, 2018 ⏰

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Ángeles HumanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora