CAROLINA

1 0 0
                                    

- Y ¿qué tal tú capitulo? El mío estuvo desastroso, no sé si seguir con este libro. – Expreso el hombre a lado mío.

- Pues el dragón estaba en la cueva y el soldado aun no lo encuentra, pero la princesa murió. Estuvo interesante diría yo, no me esperaba su muerte.

- Posiblemente lea mejor tu libro que el mío, es un desastre, me aburre.

A Pablo los libros de amor no le atraían, decía que era siempre la misma historia, y le creo, en los libros de amor juveniles son casi siempre la historia del tipo malo y con tatuajes que se enamora "accidentalmente" de la nerd flaca.

- Vamos por un café. Ya es tarde y tus padres se van a preocupar. – Le alce una ceja cuando comente lo de sus padres.

- Ni tú te crees ese cuento Nate, mis padres saben que estoy contigo. Pero bueno vamos.

Salimos de la biblioteca a la que asistíamos, este era uno de mis lugares favoritos, era de dos pisos y había grandes estantes con libros de literatura, enciclopedias y más. Hace más de dos años me encontré con un hombre que ahora se convirtió en mi mejor amigo, aún recuerdo aquella vez en la que nos conocimos, éramos los únicos hombres dentro de la biblioteca y solo compartimos algunas miradas pero después cuando lo vi en el grupo de jóvenes nos hablamos y desde ahí fuimos muy unidos.

Después de ir por nuestro café salimos con destino a la casa de Pablo, cuando llegamos nos dimos cuenta que ya era de noche, lo deje a un lado de su casa, no podía subir hasta su ventana porque era una gran altura, pero no podía dejarlo por enfrente de su casa porque el problema se haría más grande en el momento en el que Don Rodrigo me viera.

- Nos vemos, no invernes de nuevo por favor. – Me suplicaba mi amigo cuando se había bajado de la camioneta.

- No te preocupes, no pasara de nuevo, nos vemos.

Encendí la camioneta de nuevo y avance por la carretera que daba a mi casa, había avanzado ya 10 minutos de distancia, solo faltaban 20 para llegar.

*Se acerca alguien*

- ¿Quién eres? – Pregunte en voz alta, extrañado.

Voltee a ver a todos lados dentro y fuera de la camioneta, no había nadie, esa voz rasposa y sonora había sido escuchada por mis oídos por primera vez. Cuando aclare mi vista, esta se encontró con alguien, era un hombre de unos 30 años, vestía de traje y corbata negra y una camisa blanca, sus zapatos casuales cubrían los pies; en su mano derecha descansaba una pistola. Esta era una G17, que se caracteriza por su recámara bloqueada, retroceso corto, un cargador de mayor capacidad estándar, tiene 17 cartuchos, y una velocidad de fuego alta. Su estructura está rellena de polímero y plástico sofisticado. No tiene seguros manuales, sino seguros automáticos integrados que la hacen segura de portar.

- Sal de la camioneta niño, te tenemos encerrado. – Dijo el hombre.

Cuando salí de la camioneta me encontré con otras tres personas, los tres eran hombres también, llevaban el mismo atuendo que el otro, podían haber sido compañeros del mismo lugar del trabajo y por eso los trajes, eran jóvenes, tal vez 25 años, uno era delgado de ojos negros, alto y de piel blanca, otro era delgado de mediana estatura, sus ojos y su piel era de café obscuro, el último era de mayor peso, su mediana estatura lo delataba aún más, sus ojos eran azules y su piel era muy obscura.

Al voltear hacia atrás, al inicio de la calle estaba estacionada una camioneta 4x4 negra y detrás de los ladrones había otra muy parecida.

- Ahora aléjate de la camioneta y ustedes tres suban a ella.

Ángeles HumanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora