Verlos observarme tan atentamente, sentados en sus pequeñas sillas, disfrutando del exterior y con sus hojas en blanco, esperando impacientes que les de alguna instrucción, me proporciona una alegría difícil de explicar y una sonrisa que soy incapaz de no exteriorizar.
─Bueno chicos, es hora de que dejen volar su imaginación… Quiero que comiencen a pintar algo de lo que vean a su alrededor. Cualquier cosa que les inspire… Algo que les parezca realmente bonito.
Todos, completamente satisfechos y contentos porque esta era una de sus actividades favoritas, sobre todo cuando no les impuse un objeto a dibujar, comenzaron a llenar esas hojas en blanco de trazos imperfectos.
─¡¡Dul!! ─Escuché la voz de Maite desde atrás.
Me di la vuelta sin abandonar esa sonrisa que me ocasionaban los pequeños y recibí a mi amiga, que lamentablemente venía acompañada.
─Vinimos a traerte algo de comer ─Prosiguió entregándome una bandeja ─Ni siquiera pasaste por el comedor antes de ponerte a trabajar.
─No… Ya habían comido todos y tampoco tenía demasiada hambre. Pero gracias, ahora sí que tengo ─Sonreí y dirigí mi mirada un instante a Anahí, que me observaba fija y seriamente
─¡¡Dulce, Dulce!! ─Gritó un pequeño, abrazándose a mis piernas y consiguiendo que casi se me cayera la bandeja de las manos.
─¡¿Pero qué te pasa terremoto?!
Deposité la comida en una pequeña mesa para seguidamente cargarlo en brazos. Lucas era uno de los más pequeños y sin duda, el niño de mis ojos.
─Es que tengo una duda…
─A ver señorito, cuénteme usted su duda.
El pequeño parecía tímido, hizo el intento de morder el lápiz que traía entre sus manos mientras trataba de esconder su cabeza en mi hombro. Pero yo, tratando de no dejarme simplemente enternecer, aparté el objeto punzante de su boca y lo obligue a sacar la cabeza de su escondite.
─¿Puedo pintarla a ella? ─Preguntó sonrojado señalando a Anahí.
La observé un segundo para confirmar, que el dedo del pequeño no apuntaba hacia otro lugar y me la encontré absolutamente sorprendida. Cosa que me hizo sonreír aún más.
─¿Y por qué la quieres pintar a ella?
─Porque tú nos dijiste que pintáramos algo bonito. ¿Ella no es bonita? ─Preguntó inocentemente.
En ese momento, la sangre dejó de llegar a mi cerebro por un instante. Maite me observa, Anahí me observa, el pequeño me observa… Y todos, esperan que yo de una respuesta coherente a este niño inocente.
─N… no es a mí a quien debes preguntar, Lucas… ─Traté de salir del paso ─Dile a la Señorita Puente que si acepta ser tu modelo.