Mientras la espero sentada en el auto, siento el sol incidir sobre mi piel de una forma especial. No es molesto, ni agobiante… es simplemente perfecto y relajante. Siempre he adorado los días soleados, llenos de vida, esos días en los que la naturaleza parece querer demostrar que todo, por sencillo que sea, es completamente hermoso.
En ocasiones extraño la playa donde crecí. Recuerdo esos días en los que me sentaba frente al mar, observando su inmensidad y pensando que quizás alguien estuviera al otro lado haciendo lo mismo que yo… El mar, a pesar de hacerte sentir pequeño, te otorga una libertad indescriptible, esa seguridad de que hay mucho más de lo que tus ojos ven. Recuerdo las veces que soñaba con cruzarlo, con recorrer el mundo sin un destino marcado… Recuerdo esos momentos de duda y soledad, cuando no sabía hacia dónde ir, qué camino seguir y aún así, a pesar de todo…frente al mar imaginaba el día en que llegara el amor de mi vida. Soñaba con esa persona que me hiciera suspirar al verla… Estaba segura de que esa mujer, a pesar de todo, un día llegaría… Ni siquiera imaginaba su rostro, su personalidad, sus gustos… de lo único que estaba segura era que en el momento en que yo dejara volar mi imaginación y aunque solo fuera por soñar le dijera “Vámonos a…”, cualquier lugar que en ese momento deseara, ella respondería “Yo iría contigo hasta el fin del mundo”. Sí…algo tan sencillo como que deseara caminar junto a mí, hacia cualquier parte. Esa era mi idea del amor en aquel entonces… Quizás por eso siempre me decepcionaba, quizás esperaba demasiado.
─No sabes lo que daría por saber en qué piensas ahora mismo ─Susurró una voz haciéndome volver al mundo real.
Volteé la cabeza hacia mi derecha y ahí estaba ella, con sus manos apoyadas en la puerta de este 4x4 descapotable, típico del más aventurero safari. Mi auto que a pesar de ser viejo y nada lujoso, me encantaba.
Ahí se encontraba, observándome con esa sonrisa tan deslumbrante, y dejándome absolutamente atontada con la expresión de su mirada… cada segundo que paso mirándola, me resulta aún más hermosa que el anterior.
─Siento decirte que quizás tengas que acostumbrarte a mis momentos de ausencia ─Respondí sonriendo tímidamente ─Suelo pasar bastante tiempo en mi propio mundo.
Ella correspondió la sonrisa y tras abrir la puerta se sentó en el asiento del copiloto.
─Aunque ese aire de misterio es parte de lo que tú eres… Seguiré teniendo la esperanza de que un día me dejes entrar en ese mundo.
Yo simplemente sonreí una vez más, permitiendo que unos segundos de silencio nada incómodos nos acompañaran.
─¿Estás lista para comenzar el camino?
─¿Vas a manejar a toda velocidad como la primera y única vez que me subí a este auto?
─No… ─Admití sonriendo ─Hoy no pretendo incordiarte.
─Aunque así fuera, presiento que estaría lista igualmente.
─Vaya…─Exclamé alzando una ceja ─No sabía que tuvieras tu lado masoquista.
─Yo tampoco ─Respondió encogiéndose de hombros ─Hasta que te conocí.