“Te amo” Esas fueron las únicas palabras que mi boca supo pronunciar cuando la tuve enfrente… “Te amo”… Mi cerebro ni siquiera pudo procesarlo. La vi frente a mí, tan concentrada en su trabajo, tan hermosa como siempre, tan firme e “insoportable” como el día en que la conocí, que mi corazón decidió obviar definitivamente las ordenes de mi cerebro y quiso hacerse escuchar de una vez por todas… La amo… y siento mi cuerpo temblar de pies a cabeza mientras levanta la mirada y me encuentra, la encuentro… Dios, sus ojos… confusos pero tan profundos como siempre. Siento que han pasado un millón de años desde la última vez que la vi, siento que el tiempo transcurre a cámara lenta desde que me colé a esta oficina huyendo de su secretaría. Pero realmente, no ha pasado más de un minuto… Dios… cómo deseo correr a abrazarte.
─¿D…Dulce? ─Preguntó consiguiendo despertarme del absurdo estado en el que me encontraba mirándola.
─¿Tú…cómo… qué…?
─No lo sé ─Interrumpí ─No sé lo que hago aquí. Pero déjame intentar explicarlo antes de entrar en pánico y salir corriendo.
Mi nerviosismo la hizo sonreír con ternura y en ese momento, sentí que todo mi mundo se desmoronaba… Como extrañaba su sonrisa… Como extrañaba que esa mirada transparente se clavara sobre mí, de la forma en la que ahora mismo lo estaba haciendo… hablándome a través del silencio.
─¡Señorita Puente! ─Interrumpió la voz de su secretaria ─Lo siento, le advertí que no podía pasar y aún así se coló… Le juro qué…
─Está bien Carla ─Continuó ella sin dejarla acabar ─No te preocupes… Déjanos a solas.
Sin decir una palabra más, extrañada por esa petición, la chica abandonó la oficina cerrando la puerta tras ella y dejándonos solas una vez más… ella y yo… simplemente.
─¿Quieres tomar asiento? ─Preguntó interrumpiendo el nuevo silencio que se había creado en el cual simplemente nos mirábamos.
─Si levanto un pie de este lugar, no seré lo suficientemente fuerte, para evitar llegar hasta ti y besarte.
Ella bajó la mirada, mientras suspiraba, haciendo notable su confusión y consiguiendo que entendiera que debía ser rápida y concreta en lo que quisiera que fuera a decir.
─Dulce, ¿Qué estás haciendo aquí? Han pasado dos semanas… no entiendo a qué…
─Te amo… ─Repetí interrumpiendo sus palabras y consiguiendo que me mirara perpleja ─No estoy aquí para pedirte nada Anahí… Llevo dos semanas aferrándome a la idea de que lo mejor fue pedirte que te marcharas… Pero entendí, que por mucho que quisiera arreglarlo, por mucho que intentara restarle importancia, lo cierto es que volteé tu mundo, al igual que tu volteaste el mío… Y eso no se arregla pidiéndote que te marches y que intentes hacer como si nada hubiera sucedido. Porque sucedió… Me enamoré de ti, de una forma en la que jamás creí que fuera a suceder, rápida y sin darme cuenta… Siento mucho decirte esto ahora Anahí, sé que no tengo ningún derecho… Pero tenías que saberlo, porque el simple hecho de que puedas pensar que no significaste nada, me mata… no me deja dormir, no me deja avanzar… Me despierto cada mañana, con la esperanza de que todo haya sido un sueño y estés a mi lado cuando abra los ojos... Pero al no verte, todo lo que antes disfrutaba, todo lo que antes adoraba… pierde su sentido. No hay un solo lugar en este mundo en el que quiera estar si tú no estás, no hay nada que me haga feliz si no lo comparto contigo… Por mucho que haya trabajado, por mucho que haya luchado… Apareciste en mi vida y entendí que nada de eso volverá a tener sentido si cuando abra los ojos cada mañana, tú no estás a mi lado.