II

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Annika subió las escaleras desde el patio al vestíbulo, miró un momento atrás. Su padre y el rey la miraban, pero simuló no notarlo, Merry iba con ella.

—Annika, pero ¿qué haces?— espetó en un susurro.

—Me encuentro mal. 

—¿Cómo se te ocurre?— siguió reprochando su amiga.

—Lo sé, pero yo no quiero... eso— lo dejó allí, y atravesó la puerta al vestíbulo.

—No puede pasar señorita— un guardia impidió a Merry seguirla, que abrió los ojos por la sorpresa antes de detenerse tras fulminar al soldado con la mirada.

Annika se giró y besó su mejilla.

—Adiós amiga, ¿vendrás para mi cumpleaños?

—Espero— rió suavemente y se giró hacia abajo, donde un caballeroso adolescente castaño la esperaba.

Annika corrió lo más elegantemente que pudo hacia su cuarto y se tumbó en la cama, quitándose primero el vestido y poniéndose su camisón.

—¡Odilia!— la puerta se abrió para dar paso a su padre, ella no se movió.— Odilia.

—¿Qué, Padre?

—¿¡Cómo has deshonrado así a la familia!?— casi gritó enfurecido.

—Me encontraba mal, ¿Qué querías?

—Es el principe.

—Como si eso lo explicara todo— gruñó revolviéndose sobre su cama, sobre la que aun estaba tirada, hasta quedar mirando al techo.

—Mírame Odilia—ella lo miró, no sin dejar correr unos segundos.— Tienes la oportunidad de ser reina, de honorar a esta familia, pero solo lo dificultas todo.

—No quiero ser reina.— bufó.

Debes serlo.— contestó su padre.

—¡No!

—¡¡¡¡Odilia!!!!  Vas a serlo y eso es todo —se giró y dio un portazo.

—Esta es mi vida, no seré reina, prefiero el bosque— añadió ella en voz baja con lagrimas en los ojos, mientras miraba con furia hacia la puerta.


La Oscura Verdad de AnnikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora