La Oscura Verdad de Annika

VIII

Annika entreabrió los ojos, aun le palpitaba la pierna herida. Bostezó y se destapó poco a poco. La feroz mirada del lobo negro llenaba su mente de pesadillas. Con un suspiro bajó. En el comedor su padre y el general Twing planeaban estrategias, Annika dedujo que para atacar a los licántropos.

Se sentó imaginando si su madre viviera, pasearían juntas por el bosque, seguro. Agitó la cabeza para apartar esos pensamientos que solo traían nostalgia.

—Padre... puedo ir al menos a pasear a la ciudad, un carruaje podría llevarme y... ¿Dónde esta Sebastian?

—Soldado, que le preparen un carruaje por favor—Ordenó al momento el Duque, después miró a Annika de tal forma que ella supo que algo iba mal— Sebastian no está, no cumplió con la obligación de protegerte, tal como le pedí, de hecho. Es hora de que conozcas a tu nuevo mayordomo ¡¡Stevens!!

Se oyeron pisadas y la puerta se abrió para dar paso a un hombre que no se parecía en nada a Seby.

—¿Señor ? —preguntó con cortesía.

—Te presento a mi hija Odilia, a la que tendrás que mantener a salvo. Por ello la acompañarás a la ciudad con algunos soldados.

Annika avanzo hacia él entristecida, luchando para que las lágrimas no se le escaparan. Se sentó dentro de la carroza sola, no quería compañía, Stevens iba al lado del mozo que conducía, y los soldados a caballo como una escolta.

Paseaba con aire despistado por la Plaza Mayor cuando se quedo petrificada, allí estaba Artur.

—Si me disculpáis,— le dijo a Stevens— conozco a aquel caballero. —Se acerco a Artur.

—Annika— la saludo el al verla— ¿qué tal?— de nuevo aquella sombra en su mirada.

—¿Qué crees?— suspiró— Artur, quería avisarte, no salgas las noches de lobos al bosque. Yo fuí y me atacaron sin motivo

—Eso no tiene sentido.— respondió sin inmutarse Artur.

—Sí lo tiene. Son licántropos. —Artur palideció.

—¿Cómo lo sabes? 

—Me querían matar de una forma loca y salvaje, pero había algo de inteligencia en sus ojos... Sí... además me salve por la llegada de mi padre y sus soldados que mataron  uno. Vi como volvía a su forma... no quiero recordarlo... fue ¡¡Horrible!!

Artur paso su brazo sobre sus hombros reconfortándola.