XII

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Había corrido como nunca cuando llegó a un puesto con soldados que la acogieron. Su padre llegó pronto.

—Papá— corrió a abrazarlo.

—Hija, ¿estás bien?— Su padre la agarró por los hombros y la inspeccionó.

—S...si. Pero tengo que contarte algo. En el carruaje mejor.— notó el temblor de su voz al oír los lejanos y furiosos aullidos de los lobos. 

Annika caminó junto a su padre. Miró un momento atrás. Entre los arboles, Artur, en forma lobuna la miraba con aquellos profundos ojos. Estaba serio, con el pelo erizado. Annika apartó la mirada. No podía ser tan malo lo que iba a hacer.

Se metieron en el carro, donde estaba Cristina.

—Ahora cuéntanos hija...— la animó su padre.

—Eh... Creía que... Yo...

—Odilia, Cristina es como tu madre ahora, sea lo que sea debe saberlo. Cuéntanos.

Annika miró a su padre de pronto atemorizada, pero no podía dar marcha tras. Su padre la entendería ¿No? Tenia que hacerlo.

—Padre. Padezco de licantropía. —dijo bajando la cabeza.

—Oh... hija—Él la abrazó a pesar de que Cristina parecía horrorizada, pegada a la esquina del carruaje que más lejos estaba de Annika.

Annika cerro los ojos, sonrió. «ja, Artur» pensó.

Llegaron al castillo donde se vistió con ropa adecuada, Cristina se fue y su padre se sentó a su lado sobre la cama.

—Hija, ¿Cómo sabes que tienes esa enfermedad? ¿Acaso cuando te raptaron...?

—No me raptaron, — aclaró— yo era ese lobo que salió huyendo. Sería cuando escape al bosque quizá... lo siento.

—Tranquila, llamaré a un médico para que vea esa herida— dijo mientras le acariciaba la mejilla.

—Está bien, me la curaron...— respondió sonriendo.

— ¿Te la curaron? —ella asintió— ¿Los licántropos?

—Sí...

—¿Estuviste con ellos?

—Eh...

—Oh... hija... ¿te hicieron daño? —la abrazó.

—Te digo que me curaron—rió suavemente, nerviosa.

—¿Dónde están?— preguntó su padre. 

—No puedo...

—Por favor Annika... ellos mataron a tu madre. Hace poco asaltaron una aldea y mataron a la mayor parte de la población, incluidos niños. ¿Qué te dijeron? ¿Que solo quieren paz, como siempre?

—Sí...—su padre resopló.

—Lo que quieren es acceder al trono.

—Pero ¿y si no? ¿y si quieren paz? — Preguntó ella.

—¡Paz! Hija, mataron a tu madre,  a muchos mas. Quieren gobernar el reino.

—Pero...

—Hija, ¿dónde están? Nosotros llevamos tiempo queriendo negociar, dividir el terreno— Annika lo miró arqueando una ceja— Si no habríamos mandados nuestras tropas a arrasar el bosque ¿o no?

—Sí... Tiene sentido. Eh... Están mas allá del puesto donde me encontraste, dirección a la montaña...—masculló sintiéndose una traidora ¿Por qué debería defenderlos? ¿Después de lo que le habían hecho? ¡Artur merecía morir! Pero ni esos pensamientos expulsaron la culpa. Sentía algo por Artur, lo sabía, pero también sabía que no podía querer a un ser tan repugnante como él. No lo conocía de nada, ¿qué importaba si moría o no?

—Bien. General Twing, reúne las tropas, guardias, llevadla a la mazmorra.— Ordenó su padre.

—¿¡Qué!?— gritó Annika indignada, levantándose con los puños apretados, pero un soldado se apresuró en atraparla.

—Lo siento hija, ahora eres mi enemiga, peor no morirás, solo estarás en un lugar a salvo mientras busco una cura. Es por tú bien.

Annika lo miró indignada mientras pataleaba y gritaba furiosa, notaba el lado salvaje rebelarse en su interior, pero no se transformaba en lobo. Gritó furiosa e impotente. 

—¡Padre! Yo volví a pesar de todo... ¡¡Confié en ti!!

—Yo volveré hija... Para ayudarte.—sonrió y se fue a grandes zancadas.


La Oscura Verdad de AnnikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora