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Seguí con mis intentos inútiles de abrir la puerta de la habitación hasta que mis fuerzas comenzaron a flaquear. Nunca había sido una chica fuerte por culpa de estos dos brazos enanos que mi madre me dió. Comenzé a rebuscar en los cajones de la mesita de noche de aquella habitación en busca de algo que pudiera usar para salir.

También busqué mi móvil que obviamente no estaba en el cuarto. Estaba sola. Ni una silla, ni un solo trasto, nada, sólo una cama incómoda y una mesita de noche vacía.

Me senté en la cama y empezé a idear un plan para escapar. No había manera alguna de alcanzar la ventana y la puerta, era inútil forcejear con ella. ¿Quién me habría encerrado allí? Que yo supiera no tenía ningun enemigo, o al menos, no ninguno capaz de encerrarme en un búnquer.

Golpeé la puerta varias veces y tratando de que se escuchara al otro lado. Escuché unas cerraduras abrirse. Mierda vienen, pensé.

Fuese quien fuese el cabrón que me encerró le iba a ver la cara ahora. La puerta se abrió y entró un hombre alto y demasiado musculoso para mi gusto. Me empujó y me tumbó en la cama.

- ¡Eh! ¡Ten más cuidado grandullón!- Me miró de arriba a abajo con inferioridad.

- Ten cuidado tú. No me enfades.

- ¿Dónde estoy? ¿Y por qué estoy aqui?- El gorila caminaba hacia la puerta pero se giró al oirme.

- No te importa.- Creo que sí...- Y ahora quedate calladita y no hagas que vuelva porque la próxima vez no volveré en son de paz.- Asentí miedosa. Cuando cerró la puerta con todos y cada uno de esos cerrojos me levanté.

Tenía que salir de allí como fuese. Intenté alcanzar la ventana pero estaba demasiado alta, así que arrastré la mesita de noche hasta colocarla debajo y me subí a ella. Todo era campo. Esto estaba en medio del campo donde no me encontraría nadie, y donde probablemente ni habría cobertura. A lo lejos se veía algo de civilización, pero estaba demasiado lejos como para gritar. Traté de abrir la ventana pero estaba echada la llave. De nuevo un cerrojo más. Busqué por la habitación algo con lo que pudiera romper aquel ventanal o la cerradura. Mi mente estaba en modo escape y era en lo único en lo que podía pensar.

Escuché pasos que se acercaban a través de aquella puerta tan gruesa y me bajé lo más rápido que pude de aquella mesita y la coloqué.

Si podría escapar de alguna manera, era por la ventana y no quería que se jodiera el pequeño plan que tenía.

Me senté en la cama y fingí estar desesperada por salir, aunque no me costó tanto fingirlo.

Una figura atravesó la puerta y se quedó quieta delante de mí.

- ¿Quien eres?

- Eso da igual nena, ahora dependes de mi, así que no me hagas cabrear.- ¿Quien coño era? No veía nada porque se había parado justo en la oscuridad, lo que le hacía mas tenebroso aún.

- ¿Por qué me has encerrado? ¿Qué quieres de mí?

- Demasiadas preguntas linda.

- Respóndeme.

- Te encerré porque solo me das dolores de cabeza y porque siempre estás en medio de todo y eso es algo que no me gusta.

- ¿En medio de qué?

- De mí y Harry.- ¿Como? ¿Harry estaba detrás de todo esto?

- ¿Tú y Harry? ¿Harry sabe todo esto?

- Pues claro que lo sabe querida, el me ayudó a raptarte dejandote sola en casa.- Agaché la cabeza decepcionada y una lágrima afloró de mi ojo. Harry me había mentido de nuevo y me había encerrado. Pero, ¿Por qué? No tenía mucho sentido que Harry quisiera encerrarme cuando con dejarme habría bastado. ¿Si te hubiera dejado te habrías olvidado de él Alex? No te lo crees ni tú.

- Pero, ¿Tú quien coño eres?

- Yo soy tu peor pesadilla cariño.

- No venga, ahora en serio.- Dije en tono irónico.

- Yo que tú no me andaría con tonterías.- La chica salió de la habitación y el gorila de antes volvió a encerrarme dentro.

Estaba sola. Yo y mis pensamientos. ¿De verdad Harry tenía algo que ver con todo esto? ¿Y ella? ¿Sería su novia?

Dark. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora