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Caminaba lentamente con Liz a mi lado. Eran las 6 A.M, apenas era visible la claridad en el cielo.
-Aveces quisiera gritar tan fuerte hasta que mi garganta no pueda más- dije sin querer y sentí esa mirada fría en mi, era Liz observandome mientras caminábamos por las frías calles hacía la escuela. -Yo igual quisiera- reveló la más baja - todo es tan difícil o bueno, no, sólo nosotros lo vemos así porque somo adolecentes. Deseo dejar de serlo para largarme a otro lugar- dijo en un susurro lo último con rabia- algún día dejaremos de serlo- sonrió sin mostrar sus dientes para luego caminar en silencio.
Mi gabardina oscura se movía de un lado a otro mientras caminaba con mis manos encanchadas en las tiras de mi mochila addidas, mis gafas tipo nerd con marco negro adornaban de forma elegante mis ojos, mi reloj se movía de forma lenta, maldita sea la escuela.

Eran las 6:30 y ya había llegado a la cárcel, como llamaba mi hermosa escuela.
Todos lo idiotas de mi compañeros de clase estaban ahí sentados con sus pequeños grupos, yo no quedaba atrás con mi pequeño clan.
Se acercaron y chocamos puños.
-Rosa, ¿que onda?- saludo Aldair- Nada ¿y tú?- le sonrió- Igual, ¿hiciste la tarea de historia?- pregunto el más alto- si-.
Los 7 chicos que conformaban el grupo tomaron asiento en una banca, pasaron la media hora entre risas, chismes y dobles sentidos.
Tocaron el timbre y todos se levantaron para ir a clase.
Los chicos se sentaron juntos como los otros grupos, Rosa solo observaba con sus ojos rodeados de oscuras ojeras a los demás, sus labios en una curva, su entre cejo ligeramente fruncido y la punta de sus dedos decorados por anillos de plata golpeaban el platico duro de su mesa.
Liz estaba a su lado, era una chica baja de 1.54, piel morena, ojos oscuros y cabello teñido de azul y verde. Era su mejor amiga desde primer año de secundaria y ahora cursaban tercer año de preparatoria, era todo un caso como Rosa, tenían muchísimas cosas en común, pero como todas la amistades también habían peleas y el problema de la mayoría de estas eran sus caracteres, siempre chocando una a otra pero eso nunca había acusado una separación definitiva.
Rosa movía la pierna izquierda de arriba hacía abajo rápidamente, recargada en el respaldar de la silla con los brazos cruzados y su característico ceño fruncido, estaba molesta por la impuntualidad de su profesor.
-oye calmante, ya va a llegar- intento calmarla Adalay pero no funcionó en lo absoluto, Rosa solo siguió con lo suyo, mucho más molesta, odiaba que la calmaran.
Después de casi 20 minutos de espera llegó el profesor y ella lo miro enfurecida, tomó sus cosas y se levantó de su silla para ir a la salida, él la detuvo.
-¿Adónde va, señorita?-pregunto el hombre de corbata sosteniendola del brazo a lo que ella se soltó del agarre con un jalón brusco y se volteó para encararlo. -Profesor-le sonrió cínica- no pienso estar en su estúpida clase con un hombre que me hizo perder 20 minutos de mi vida sentada en una puta silla- dijo tranquilamente para irse con una sonrisa victoriosa en sus labios.

Narra Rosa.

Caminaba por los pasillos vacíos con cuidado de no ser atrapada por algún prefecto*.
Llegué a la parte trasera de la escuela y prendí una cigarrillo mientras escribía en mi diario, cuando escuché mi nombre por las bocinas de la escuela.

Pedimos a la estudiante, Rosa Casablanca su presencia en la dirección inmediatamente, gracias.

Solté un gruñido y guarde mis cosas enfurecida, lanze el cigarro al suelo, lo apague con la suela de mi bota y salí con pisadas fuertes e impotentes.
Llegué a la dirección y estaba la secretaría, ella me miro con una sonrisa, la mire y sólo le di una mueca de disgusto.
-El señor Martinez te espera en su...- la ignore por completo y entre.
-Rosa, Rosa...Rosa- me miro burlesco y yo sólo rodé los ojos- ¿Si? Señor Martínez- hable cínica- bueno, González es la tercera vez que vienes a mi oficina en el año, recuerda, la cuarta y te vas- el me sonrió orgulloso de sus palabras, sólo lo observaba sería y en silencio.
-¿Porque alzaste la voz y dijiste groserías al profesor Juan?- preguntó con una ceja alzada- es un maldito impuntual y no pienso perder mi preciado tiempo en esperar a que acabe de coger con Johanna- le hable de la manera más tranquila y retante que pude, mi ceja levantada y la punta de mis dedos juntas.
-Tienes un reporte* sólo está vez voy a pasarte esto, dile a Lucy que te lo de y me lo entregas la semana que viene- lo mire incrédula para luego ponerme de pie y tomar mi mochila.
-Lucy, un reporte- le dije sería, ella me lo entregó y me fui sin dar las gracias, me caía mal, no iba hablarle ni por educación sólo profesionalidad.

Narrador.

Rosa salió como si nada de la oficina, caminando imponente y con la cabeza en alto, como siempre.
Su gabardina impecable se movía de la misma forma que sus hombre de un lado a otro lentamente, sus botas de cuero fino oscuro daban pisadas firmes, sus anillos brillaban por los reflejos, su cabello corto, peinado en un tupé y despeinado...parecía la descripción de un chico pero era un ella, una chica con apariencia de hombre.
Varias chicas suspiraban por ella y también chicos, pero ninguno podía ser el afortunado de tener aquella chica morena de un metro ochenta y siente, todos rumoreaban que era lesbiana por su forma de vestir y de ser, otros que era un hombre con apariencia de mujer, toda la escuela tenía ideas locas sobre ella.

           Es rara.

        Que extraña es.

Es una nerd con popularidad.

    Dicen que es lesbiana.

Y muchas más ideas y chismes locos, pero le daba placer que la gente hablará de ella de todas formas, buenas o malas.
Habían tantos secretos que ni la propia Karen sabía, tabras cosas penosas y aburridas pero a la vez divertidas e interesantes sobre que ella pero nunca había tenido la libertad de hablar sobre ello.

-Soy Rosa, soy extraña por nacimiento y eso me encanta.

I am weirdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora