Marica | KookV

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Realmente esperaba que fuera solo una fase como el profesor Jung había dicho, pero al pensar en la sensación de la mano de Jungkook contra la mía y en lo fuerte que se sentía, además de lo que el pensamiento de besarlo me hizo, lo supe. Me di cuenta de lo que resultaba bastante evidente y en como no era una fase. Me odié a mí mismo por ello.

La sensación de estar haciendo algo malo, de estar decepcionando a mis padres estaba presente cada día, y parecía que cada que pasaba el tiempo, más difícil para mí era mirarlos a los ojos sin querer lanzarme a llorar de rodillas, pidiendo perdón por una razón que ni siquiera sabía.

En ese momento, me encontraba leyendo en voz alta partes del guion de Romeo y Julieta, faltaba muy poco para la presentación y estaba emocionado, me encantaba el poder ser parte de aquella obra.

— "Romeo está desterrado, y apostaría el mundo contra nada a que no osará jamás venir a reclamaros, y a que, si lo hace, será indispensablemente a ocultas.— mi voz era lo único que se escuchaba en mi habitación—. En vista de esto, pues que al presente la situación es tal, opino que lo mejor para vos sería casaros con el conde."

Mi celular sonó, cosa que era algo rara debido a que nadie me hablaba y solo tenía celular para emergencias.

— "¡Oh! ¡Es un amable caballero!" 

Me levanté aun leyendo el guion, lo dejé en el espacio cerca de mi ventana y alcancé mi celular, el cual reposaba en mi cama.

Lo desbloqueé y leí aquel mensaje, era de Hyuna.

"Taehyung lo hace con niños."

Mi sonrisa desapareció y tiré el celular de vuelta sobre mi cama, volviendo a sentarme en mi posición inicial y tomé el guion otra vez, pero un mensaje interrumpió una vez más.

Volví a levantarme con desconfianza.

"Nadie te quiere, Kim Taehyung."

Era de alguien desconocido, la tristeza adorno mi rostro enseguida.

"¡Homosexual!¡Asqueroso!".

Levanté la mirada, sintiendo las lágrimas bajar por mis mejillas, me quedé sentado en la cama, mientras el celular seguía sonando, sin detenerse. Jamás le había hecho daño a alguien, pero sin embargo, solo podía pensar que lo merecía, por ser un enfermo, por ser un marica.

Merecía todo el desprecio, porque incluso yo me despreciaba a mi mismo.